Cuando se habla del sistema educativo, es frecuente emplear para su análisis opiniones más o menos fundamentadas basadas en mitos o lugares comunes que acaban enquistándose en la sociedad. Afirmaciones como «en España tenemos demasiados universitarios», «la educación privada es más exigente que la educación pública» o «los títulos no son útiles para encontrar trabajo» son usuales en cualquier análisis superficial de la educación en España, mostrando una parte de la realidad que acaba siendo aceptada por la comunidad educativa y por políticos e investigadores.
Para contrarrestar este poco saludable efecto, los profesores Jesús Rogero y Daniel Turiezno han trabajado durante meses en documentar las mentiras o medias verdades más empleadas en el análisis del sistema educativo para rebatirlas desde el punto de vista científico y plasmarlas a modo de guía en el libro 'EducaFakes: 50 mentiras y medias verdades sobre la educación española' (Ed. Capitán Swing, 2024), dirigido no sólo a docentes y expertos en educacíon, sino a toda la sociedad.
Nacido en Madrid, pero con ascendencia segoviana procedente de Ayllón, Jesús Rogero es profesor titular del departamento de Sociología de la Universidad Autónoma de Madrid, y asegura que el objetivo del libro es plantear «un análisis crítico de las falacias o mentiras sobre la educación en España, muchas de ellas instaladas en la opinión pública y que creemos que no reflejan la realidad y que resultan perjudiciales para el sistema educativo».
Dividido en seis bloques, el libro analiza las «educafakes» desde el ámbito de los resultados educativos, la igualdad de oportunidades, la relación entre educación y política, el alcance de las políticas educativas en España, la financiación del sistema o la distribución del alumnado según su origen, desempeño académico o capacidades.
De esta manera, los autores van desgranando cada uno de los 50 conceptos erróneos rebatidos con datos científicos fruto de la investigación y de los datos estadísticos realizados a tal fin, lo que permite al lector contar con argumentación suficiente para al menos cuestionar algunos de estos prejuicios.
Rogero asegura que el sesgo ideológico en este trabajo es «inevitable», y precisa que «lo hacemos explicito en el libro, porque creemos que hay que caminar hacia un modelo que garantice el derecho a la educación de todo el alumnado, pero nos apoyamos en investigaciones estadísticas y datos de los organismos más fiables para cuestionar estas ideas preconcebidas».
Muchos de los lugares comunes que se emplean a la hora de analizar el sistema educativo son fruto de los vaivenes legislativos en esta materia que se han ido produciendo en las últimas décadas, con la aprobación y derogación de distintas leyes educativas y la gestión de las competencias en esta materia por parte de las comunidades autónomas.
Pese a ello, los autores señalan que durante este tiempo "hay determinados intereses económicos, partidistas o religiosos que propugnan la consolidación de determinadas ideas que no restán respaldadas por ninguna evidencia, que es lo que tratamos de demostrar en este libro»,
Rogero señala que hay ideas especialmente peligrosas muy difundidas en el ámbito del análisis educativo, y pone como ejemplo la que asegura que «los inmigrantes sacan peores notas porque tienen costumbres diferentes». De este modo, la intención del libro es la de ofrecer un argumentario capaz de rebatir estas teorías para contribuir a un debate «serio y riguroso» sobre el futuro del sistema educativo y que en opinión de Rogero debe plantearse con criterios «de investigación educativa y desde el ámbito más acorde a resolver las demandas del sistema».