«Entendemos perfectamente a las parejas que no se deciden a dar el paso de tener hijos. A nosotros nos costó un montón tomar la decisión. Siempre estábamos muy preocupados porque nunca nos parecía el momento perfecto y ahora, sinceramente, nos hemos dado cuenta de que nunca le hay. La situación perfecta no existe porque es muy probable que tengas miedo por tu estabilidad laboral, por no saber si vas a hacerlo bien, si es mejor que nazca en invierno o en verano... A nosotros siempre había algo que nos frenaba, pero creemos que hay que tener hijos». Sandra Monjas y Néstor Gómez, enfermera y arquitecto técnico de profesión, respectivamente, lanzan estas reflexiones mientras su hijo pequeño, Gonzalo, nacido el año pasado, lucha por salir del carrito, y el mayor, Jorge, que cumplirá tres años en abril, juega en el parque con una amiga de la guardería en una tarde ya con olor a primavera. Los prejuicios y hasta la experiencia vivida en las propias carnes de uno se olvidan cuando de lo que se trata es de amar. «Yo pensé que me quedaba con uno y que no iba a querer saber nada más. Con Jorge recuerdo pasarlo fatal al principio», apunta Sandra mientras su marido escucha.
Pero la experiencia resultó un grado. «Con tu segundo hijo es otro cantar. Ya no tienes tanto miedo a dejarle solo un momento, ya no tienes miedo a hacer determinadas cosas...», continúa este matrimonio sin perder de vista a Jorge, que en ese momento se encuentra subiéndose a uno de los columpios. No todo es idílico ni mucho menos en la vida de unos padres («A veces agobia muchísimo no tener la independencia de antes»), pero esta familia disfruta junta de los buenos momentos y se arropa unida en los malos. Aunque los posibles problemas a la hora de conciliar fue uno de los aspectos que retrasó la llegada de Jorge y Gonzalo, han aprendido a compartir muchos instantes los cuatro incluso en los días laborables. No saben si vivir en una ciudad más grande les habría cambiado la perspectiva, pero en cambio no se tienen que detener a pensar mucho en qué es lo más bonito de la maternidad y la paternidad. «Las alegrías, el cariño que recibes de ellos, que te busquen, que te necesiten... Es un sentimiento muy bonito», zanja este matrimonio, al tiempo que comienza a levantarse un viento que avisa que quizás ha llegado el momento de dejar el parque.