La noche no se mueve». Así tituló un reportaje este periódico hace poco más de un año. «Tras la eclosión de bares y discotecas durante el último tercio del siglo XX, el 'tardeo', la crisis y el envejecimiento de la población dejan bajo mínimos el ocio nocturno en Segovia», remarcaba el texto, de obligada revisión ahora con la apertura hace unos días de dos nuevas discotecas que reivindican el vigor de la noche segoviana y el legado de Las Vegas, Terraza Jardín, Shoking, Ladreda 25, Florida,Vogue, La Escuela, Oki, Planta Baja, Ensayo 9, Kuiki, Aljibe, Vinilo, Canadá…
Es martes por la mañana y por la puerta de su discoteca no dejan de entrar cajas de refrescos y de tónicas. «Fin de semana grande, pedido grande», dicen los hermanos Carlos y Jorge Herranz, que se preparan para unos días marcados por la celebración de Halloween. 24 horas antes habían pedido que se aplazara a la próxima semana la celebración de esta entrevista por los numerosos preparativos que tenían que afrontar, pero al final acceden a hablar este martes por la mañana del ilusionante proyecto en el que se han embarcado. Propietarios de una empresa de servicios audiovisuales, se han lanzado ahora al mundo del ocio nocturno con Atika, la discoteca que ha tomado el relevo de la mítica Sabbat en la no menos emblemática sala del Paseo del Salón.
«Era un sueño que teníamos desde pequeños y hemos visto que, con esfuerzo y trabajo, se puede lograr», subrayan Carlos y Jorge. A sus 25 y 22 años, respectivamente, han dado la vuelta a esta discoteca. Han puesto una nueva decoración y equipos de sonido e iluminación de última generación, han habilitado un reservado y un espacio VIP, han cambiado la ubicación de la que era la barra principal... «Hace unos días estuvo aquí Dasoul cantando todos sus temazos y la gente estuvo entregada. Vamos a seguir en ese rollo porque, como bien dicen los que nos han visitado, hoy en día Atika es una discoteca de Madrid», apuntan mientras los repartidores siguen entrando y saliendo.
Los hermanos Carlos y Jorge Herranz posan en la discoteca Atika, este pasado martes. - Foto: Rosa BlancoLa sala, que tiene alrededor de medio millar de metros cuadrados, va a acoger conciertos y ha aumentado su aforo con la reforma hasta situarse en el entorno de las 400 personas. Lo que no han cambiado son sus horarios –los jueves abre hasta las cinco y media de la madrugada, y los sábados, hasta las seis y media– y las ganas de hacer disfrutar a sus clientes. «Estamos encantados porque la gente se porta bastante bien. Respeta, cero problemas, cero movidas», continúan mientras repasan las primeras semanas de Atika, donde los precios de las copas parten de los seis euros: «Ponemos todo tipo de música. No vetamos ningún tipo de música ni a ningún artista, aunque lo que más se escucha en nuestra discoteca es electrolatino, reaggaetón y pachangueo».
–¿Y a qué tipo de público está enfocada Atika?
–A un público variado. Desde 18 años a 50 o 60 años. Vienen aquí y se divierten.
Jorge Dimitrov lo ha acotado un poco más. «Hemos pensado más en la gente de 30 para arriba. Los que van al Mandala, al Menorá...», explica uno de los dos socios de La Locura, la otra gran novedad de este curso en la noche segoviana. Lo que era la EGB y antes el Geographic ha dado paso a una sala dominada por los neones y la decoración preponderantes en las discotecas actuales. «Hemos cambiado el suelo, el cableado, los baños, las paredes... Y la decoración la hemos enfocado al público que queremos que venga. Es un ambiente acogedor no muy oscuro para que la gente esté a gusto», remarca Dimitrov, de 37 años y con veinte años ya de experiencia en la hostelería.
Dueño también del Bar Castilla y de El Pícaro –el establecimiento que ha cogido el relevo del Alma Nostra en La Floresta–, quiere convertirse en un revulsivo: «Hacen falta locales para revivir la noche de Segovia. Se ha puesto de moda el 'tardeo' y nosotros lo vamos a intentar aprovechar. Parece que la gente prefiere salir después de comer, tomarse unas copitas y a las doce de la noche estar en casa, pero también hay gente que se queda hasta bastante tarde».
Remodelada por la empresa vallisoletana Artisnova, La Locura tiene cerca de 300 metros cuadrados de superficie, un aforo de 220 personas –incluido el reservado–, cinco empleados y una oferta con copas desde seis euros y una música heterogénea. «Ponemos un poco de todo. Depende del público que tengamos dentro de la sala ponemos una música u otra pero en realidad de todo. Hemos hecho un 'tardeo' con música de los 80, 90 y 2000», indica Dimitrov, el ejemplo, como los responsables de Atika, de que la noche de Segovia sí que se mueve.