Nunca tres escaños en el Parlamento Europeo dieron tanto de sí, jamás un 'político' –entre comillas, por favor- casi antisistema alcanzó tal protagonismo en una Cámara Legislativa que, como el Congreso de los Diputados, quiere ser respetable. Pedro Sánchez citó a Alvise quizá hasta una decena de veces en su comparecencia parlamentaria de este miércoles en la sesión de control parlamentario y luego en la entrevista que concedió a TVE. Tiene el presidente del Gobierno un evidente interés en difundir algo que, a mi juicio, es patentemente incierto: que la 'derecha' del PP es un todo con Vox y con el líder de Se acabó la Fiesta, es decir, el mentado Alvise, de quien públicamente abominan tanto la dirección de los 'populares' como incluso, con mayores cautelas, es cierto, los dirigentes de Vox.
Sánchez, que finalmente rompió su silencio tras las elecciones europeas, aunque sigue sin conceder una rueda de prensa digna de tal nombre, llegó a acusar a Feijóo de ser el portavoz de Manos Limpias, el pseudo sindicato ultraderechista que presentó las demandas, con escasa consistencia penal según no pocos juristas consultados, por corrupción contra la mujer y el hermano del presidente del Gobierno. La tesis del 'fango' del que participarían algunos 'tabloides ultraderechistas', no pocos periodistas y, claro, algunos jueces, aunque el presidente se cuidó muy mucho de hacer denuncias concretas en este campo, proliferó en el discurso presidencial de este miércoles. No se cortó, tampoco, a la hora de darnos este titular: "la máquina del fango tiene una sede social, que es la Comunidad de Madrid".
Es la guerra, ya se ve. Y no hay, por tanto, la menor voluntad de acercamiento al otro gran partido nacional, ni, menos aún, intención alguna de adelantar las elecciones legislativas como pide el PP, pase a lo que pase con las denuncias contra los familiares del presidente –que quedarán en nada, dijo, y probablemente así será- y pase lo que pase en Cataluña, que esa es otra. Defendió, como es lógico, que Salvador Illa se convierta en president de la Generalitat –"todos los caminos llevan a Illa"-, anunció, sin más detalles, que se reunirá en algún momento con Puigdemont y remitió al Tribunal Constitucional cualquier conflicto que pueda producirse, tanto en las diversas interpretaciones judiciales sobre la amnistía como en las posibles querellas y diferendos con el independentismo catalán. Y punto.
Poca concreción, por tanto, en este terreno clave. Como en otros varios, sobre los que cabalgó como de pasada, comenzando por la situación que vive su coaligado, Sumar, que este jueves ha convocado una 'tormenta interna' tras la dimisión/no dimisión de Yolanda Díaz de su cargo de coordinadora del partido que ella misma creó hace poco más de un año. Anunció Sánchez, eso sí, dos paquetes de medidas: uno, de regeneración democrática, que sin duda va a afectar a esos 'tabloides' que la Moncloa tanto critica; y otro, para forzar la renovación del poder judicial "si de aquí a finales de junio el PP no llega a un acuerdo" con el Gobierno del PSOE.
Veremos en qué consisten ambos 'paquetes de medidas', lo mismo que veremos hasta dónde llega esa 'remodelación ministerial' que prácticamente admitió en su entrevista con los dos periodistas de TVE, que poco tiempo tuvieron para repreguntar. Pero sugirió que los cambios serán 'puntuales', afectando apenas a la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, que pasaría a convertirse en comisaria europea. Del destino de Yolanda Díaz en el Consejo de Ministros, ni palabra.
En resumen, nada parece ocurrir en este temporal político en el que vivimos para un Sánchez que se muestra seguro de su permanencia en el poder hasta 2027 e, incluso, de ganar las elecciones que se celebrarán, según las previsiones oficiales, entonces. Pero un comentarista, piense como piense, no puede dejar de hacer notar que hay algunos 'bulos de bulto' en la dialéctica de un presidente que se esfuerza en mantener una imagen de calma, traicionada por algunos 'lapsus lingüísticos': el bulo principal, ya digo, alzar al tal Alvise, que es un grano desgraciado, a mi juicio, en nuestra representación europea, a la categoría de líder nacional, de la mano, insiste machaconamente el presidente, de los dirigentes de la 'otra' derecha. Mal asunto cuando la estrategia empieza fundamentándose en mentiras, olvidando la máxima de Talleyrand: "lo excesivo acaba convirtiéndose en irrelevante". Y cuando el basamento son falsos muros. Habrá mucha voluntad de regeneración democrática, no quiero dudarlo; pero los primeros pasos en este camino son exactamente los más equivocados.