El nuevo Gobierno nacional salido del 'manual de resistencia' de Pedro Sánchez apuntala el núcleo duro y refuerza el marcado carácter político de un Consejo de Ministros que ejercerá no sólo de muro de contención ante la dura oposición en la Cámara Baja, sino también de contrapeso al poder territorial del PP, que gobierna en 11 comunidades autónomas y en más de treinta ayuntamientos de capital.
En otras circunstancias, los nombramientos del exalcalde de Valladolid Óscar Puente y de su lugarteniente en el Ayuntamiento, Ana Redondo, se hubieran visto en muchas instancias como positiva palanca para los intereses de Castilla y León. Pero, me temo que desde la Junta y el propio Consistorio pucelano lo que se dice públicamente no es lo que se piensa en realidad. Saben, como casi toda España, que Puente asume un rol bronco como el que ya tuvo José Luis Ábalos, quien también fuera titular de la cartera de Transportes hasta 2021. Tampoco veo al azote por sorpresa en aquella investidura fallida de Núñez Feijóo cogiendo ahora de la mano a su sucesor en la capital de Valladolid, Jesús Julio Carnero, para cumplir la promesa electoral de este último a propósito del soterramiento del ferrocarril. Vamos, que el dirigente del PP no creo que halle esa necesaria mano tendida en el ministerio que, precisamente, debería impulsar la resucitada reivindicación.
La política tiene estas cosas inopinadas, cuando, además, una gran parte de sus actores van y vienen, o viceversa, en distintas responsabilidades y en no pocos ámbitos institucionales.
Tengo la convicción de que, junto a la gestión ministerial, el nuevo ministro de Transportes sumará su vertiente de parlamentario incómodo para los contrarios. Óscar Puente tiene, seguro, detractores hasta en su propio partido por su vehemente dialéctica política, pero hay que reconocerle una capacidad innata de sacar los colores al adversario sin despeinarse. Es lo que se dice un animal político y, además, tiene la suerte de estar en el lugar y el momento apropiado desde que llegara Pedro Sánchez a la cabeza del partido. Ahora, le toca estar en la política nacional y en 2027 ya se verá, porque quieto y callado no estará.