El manantial de agua del Teatro Cervantes

M.Galindo
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Manuela Álvarez denuncia que las obras del futuro espacio escénico crean filtraciones que asegura ponen en riesgo la integridad de su vivienda

Manuela Álvarez muestra la canalización del agua que ha realizado para recoger las filtraciones - Foto: Rosa Blanco

Manuela Álvarez vive pendiente del agua.  En la bodega de su casa en la bajada de La Canaleja -uno de los rincones más singulares de la ciudad- ha tenido que instalar un precario pero eficaz sistema de canalización de las filtraciones que emanan de la roca sobre la que se construyó su vivienda para recoger entre dos y doce litros diarios. No vive junto a un acuífero, ya que el problema surge por las obras del vecino Teatro Cervantes, actualmente en su fase inicial de cimentación, cuya excavación hace que el agua procedente de la lluvia y de otras aportaciones se filtre de manera incontrolada hasta llegar no sólo a su casa , sino a otras viviendas, locales y garajes en la misma calle y  calles próximas como Arturo Merino.
Desde hace casi un año y medio, la propietaria de la vivienda lucha contra las autoridades responsables de la obra -MITMA y Ayuntamiento- para conseguir resolver un problema que parece agravarse con el tiempo, y critica la ausencia de información de los promotores de la obra hacia los requerimientos que ha solicitado en este sentido.

«La situación cada día es más insostenible», asegura Manuela mientras observa las telas completamente caladas de agua que se depositan en la canalización que ha realizado para recoger todo el agua filtrada en distintos recipientes y llevarla fuera del domicilio. Las humedades son evidentes en muchas zonas de la casa, donde se producen desprendimientos de pintura y de revoco que no se pueden reintegrar dado el estado de humedad de las paredes.

Ya son varios los escritos que ha presentado ante las adminstraciones locales, autonómicas y nacionales para buscar una solución, y la respuesta ha sido escasa más alláde las buenas palabras prometiendo resolver el problema.  Manuela lo tiene claro y considera  que el problema parte del volumen de edificación del Teatro Cervantes, cuyo proyecto modificado ha obligado a recuperarlo a través del subsuelo «triturando la roca madre en la parte alta de la ciudad, junto a la muralla y a muy poca distancia del Acueducto». «El proyecto parece no haber planteado el riesgo de hacer un enorme socavón sin dotarlo de una adecuada canalización de agua hacia el sistema de alcantarillado», asegura la propietaria, y por ello las aguas fluyen de manera descontrolada.

Su reclamación ha llegado hasta el MITMA, que ha planteado a la propietaria del inmueble que demuestre que el agua filtrada procede de las obras del Teatro Cervantes, lo que requeriría una prueba a través de un estudio hidrogeológico de surgencia con el empleo de trazadores, toma de muestras y análisis de agua y sondeos eléctricos que en su conjunto suponen un elevadísimo coste que Manuela no puede afrontar.
«La verdad, sorprende mucho que en un proyecto de esta envergadura no se haya previsto el drenaje y la canalización de agua que se embalsa en esta parte de la ciudad, pero no es de recibo que quien tenga que hacer ese estudio sea un particular», asegura.

Manuela asegura que esta situación pone de manifiesto la "inoperancia y desatención" de las administraciones hacia un problema que está afectando seriamente a su calidad de vida. «Tengo que tener abiertas puertas y ventanas de la bodega para ventilar y tratar de secar, pero en invierno no es posible hacerlo -explica- y mi vida personal está en gran medida supeditada a tratar de controlar los efectos de las filtraciones y documentarlos para presentar escritos a los que nadie me responde». De seguir así, la propietaria se plantea dejar la vivienda, ya que «también mi salud se resiente, y debo acudir al médico para controlar el estado de ansiedad e insomnio que este problema me plantea»

Desde la subdelegación del Gobierno, su titular Marian Rueda asegura que la empresa «está trabajando en la impermeabilización y estabilización de los cimientos, y los técnicos cuentan con aparatos y sistemas de control de vibraciones y filtraciones que en el caso de estas últimas, quedarán resueltas en cuanto se remate la solera e impermeabilización del recinto».
«No somos ajenos a las molestias y estamos ya buscando soluciones -asegura Rueda- y en la próxima visita técnica trasladaremos a la empresa todos los inconvenientes".