Por un espacio más limpio

M.Galindo
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El ingeniero aeroespacial Alejandro Pastor recibe el premio ENAIRE por el diseño de un sistema de control de las más de 11.000 toneladas de basura espacial que orbitan sobre la tierra.

Alejandro Pastor. - Foto: DS

Los lanzamientos del satélite artificial 'Sputnik 1' en octubre de 1957 y de su homólogo norteamericano 'Explorer 1' en febrero de 1958 marcan el inicio de la llamada "carrera espacial" en la que las principales potencias económicas han rivalizado en los últimos 65 años por poner en órbita todo tipo de ingenios.

Si bien la tecnología espacial ha mejorado sensiblemente la economía, las comunicaciones y la sociedad en su conjunto, también ha llenado el espacio de miles de kilos de residuos generados por el fin de la vida útil de los satélites o por los deshechos de lanzamientos, lo que genera no pocos problemas a la hora de abordar nuevas misiones espaciales necesarias para mejorar o reemplazar sistemas esenciales en este ámbito.

Para ello, las agencias espaciales se afanan en diseñar métodos y sistemas capaces de establecer el control del tráfico orbital de las más de 11.000 toneladas de residuos espaciales que flotan sobre nuestras cabezas, no sólo para poder determinar su caída a la tierra, sino para determinar cualquier posible interferencia en los satélites actualmente en uso.

En esta tarea se afana el ingeniero aeroespacial segoviano Alejandro Pastor, que ha dedicado su tesis doctoral a la creación de un catálogo de objetos espaciales mediante la determinación orbital y de asociación de datos en el campo de la astrodinámica, que le ha valido el premio 'Espacio' que la Fundación Enaire ha convocado por primera vez en el marco de la vigésimo octava edición de sus premios anuales que distinguen la labor innovadora en la aplicación de la tecnología  para la movilidad aérea y espacial.

Con sólo 30 años, Pastor es el responsable de Vigilancia Espacial y Gestión del Tráfico Espacial en la sede de la empresa GMV en Alemania, y tiene a su cargo un equipo de 20 personas que se encargan del control y el cuidado de la sostenibilidad del entorno espacial mediante la detección, vigilancia y finalmente, la eliminación de la basura espacial.

Tras cinco años de trabajo, el fruto de su investigación tiene como objetivo «tratar de ver cómo podemos monitorizar la basura espacial que está orbitando la tierra, generada por los satelites viejos, fragmentos de satélites que han colisionado o explosionado fragmentándose, restos de lanzaderas, que está causando más de un problema», asegura el científico. De este modo, la tesis se basa en la elaboración de métodos matemáticos que puedan determinar la órbita de cada uno de estos objetos.

«Se trata de poder saber donde están los fragmentos y su trayectoria, ya que el paso final es cómo deshacernos de esa basura espacial, un campo qiue aún está verde», precisa el científico.
Alejandro Pastor asegura que los residuos generan «muchos quebraderos de cabeza», siendo el más común su interposición con satélites que están orbitando actualmente, lo que puede generar colisiones que causen daños irreparables y, por consiguiente, más residuos. En este sentido, señaló que los satélites en uso cuentan con sistemas que pueden detectar potenciales colisiones e incluso maniobrar para evitarlos, pero necesitan conocer  las trayectorias de los residuos espaciales.

El objetivo es regular el tráfico de residuos, y Pastor señala que «de hecho empleamos el término de gestión de tráfico espacial, análoga a la gestión del tráfico aéreo para resolver situaciones de organización de maniobras, que es el problema más cotidiano, o resolver el problema de la reentrada de residuos en órbitas más bajas que acaban cayendo a la tierra, y dependiendo de los materiales puede ser un problema».

Sobre este aspecto, indicó que estos restos «lo más probable es que caigan en el océano, pero hay que recordar que el pasado año hubo que cerrar el tráfico aéreo en España por la reentrada de un objeto».

Este no es un problema menor. Las estimaciones incluidas en los catálogos elaborados por las agencias espaciales de todo el mundo señalan que en la actualidad se están siguiendo la órbita de cerca de 35.000 objetos grandes con un diámetro mínimo de 10 centímetros, y cerca de un millón de tamaño entre 1 y 10 centímetros. De este mdo, la tesis «quiere establecer una metodología de control y monitorización para detectar los objetos, observarlos y actualizar sus trayectorias», para incorporarla al catálogo en el que ya está trabajando la Unión Europea.

A la espera de la entrega de los premios -aplazada por la remodelación del Gobierno al ser ENAIRE la empresa estatal que tiene asignada la gestión de la navegación aérea en España- Rubio continuará su trabajo para conseguir garantizar un poco más la seguridad espacial a través de sus cálculos.