Ana María Agudíez Calvo (Cantalejo, 1969) es diplomada en Trabajo Social por la UCM. Funcionaria de la Diputación Provincial desde 1991. Coordinadora del CEAS de Cantalejo, entre 2006 y 2013, en excedencia por Servicios Especiales desde julio 2018. Concejala del Ayuntamiento de Cabezuela (2003-2011) y alcaldesa del municipio desde junio de 2011. Además ha sido procuradora en las Cortes Regionales y, en la actualidad, es senadora del Partido Socialista por Segovia y portavoz de la Comisión de Igualdad.
1. Bar Frontón, en Cantalejo. Al que iba con sus padres cuando era pequeña y donde va ahora toda la familia prácticamente todos los días del año. Se siente como en casa y además sus hijos, Álvaro y Manuel, iniciaron su vida laboral allí los fines de semana y en verano mientras estudiaban. Sus pinchos y sus raciones son exquisitas y con una buena relación calidad precio. «Jamás he comido mejores gambas a la plancha en ningún lugar de España», subraya.
2. El mercado de los viernes de Cantalejo. Le gusta este mercado al aire libre en la ciudad briquera donde multitud de puestos de todo tipo: frutas, quesos, embutidos, ropa, zapatos, bolsos o complementos llenan la plaza del pueblo y sus calles próximas, donde todos los vecinos y vecinas de la comarca van todos los viernes. Parada obligada no sólo para hacer la compra sino también para relacionarse con la gente.
3. La Iglesia Ntra. Sra. de la Asunción (Cabezuela). Construido sobre planta de cruz. En su interior, destaca un retablo clasicista con pinturas de Alonso Herrera y una gran pila bautismal románica, una de las más bellas de la provincia de Segovia. También se conservan varias piezas de plata de diferentes épocas , entre ellas una cruz procesional hecha en Segovia en el primer tercio del siglo XVI y un cáliz realizado en Ávila en 1597.
4. La Plaza de San Lorenzo.Un vínculo personal con este barrio a raíz de la celebración de su boda en su Iglesia, que es «una maravilla». Además el barrio le recuerda a un pueblo que no ha perdido sus señas de identidad, vecinos y vecinas que se sienten muy orgullosos de su procedencia. Igualmente, su plaza es mágica y tiene un encanto especial.
5. Los Porretales de Cabezuela. Espacio natural de gran valor medioambiental y ecológico y Zona de Especial Protección para las Aves, pero sobre todo «la joya de la corona» para todos los habitantes de Cabezuela.
6. Siempre mi Mar de Pinares. De pequeña, con sus amigas iban de excursión a merendar al depósito del agua que estaba dentro del pinar. Su olor, el aire puro, los pinos y las piñas, las risas e incluso el miedo cuando se acercaba la noche conforman recuerdos imborrables de su infancia.
7. El Museo del Trillo (Cantalejo). Nació en Cantalejo y este museo representa la historia del pueblo unida al trillo, principal fuente económica para más de 500 familias. Aquí se muestra la evolución de los trillos y cribas. Un trabajo que ocupaba los meses de otoño e invierno. La búsqueda de mercado empezaba en abril y mayo hasta agosto. La fiesta empezaba recibiendo con las trallas a los trilleros cuando volvían al pueblo. Su padre fue uno de los mejores trilleros y hablaba perfectamente la gacería. Muy orgullosa de él y de sus raíces. «Criberito era mi padre, mi madre y mis abuelos, nacieron en Cantalejo, lo mejor del mundo entero, como dice la Jota del Cribero».
8. La Senda de los Caños de Cabezuela. Disfrutar de hermosos caminos custodiados por trigos, cebadas, girasoles, pinos, y chopos. El Cega y su fauna imprescindible, como la Cigüeña Negra. 17 kilómetros para caminar, rodeados de naturaleza y terminar la ruta disfrutando Cabezuela, los lavaderos recién rehabilitados, los bares, el pueblo y su gente.
9. Las Hoces del Duratón. Paraíso natural en cualquier día del año pero en primavera es espectacular. El paisaje, el silencio, la luz, sus cortados, los paseos en piragüa, los buitres, la ermita de San Frutos o el Convento de la Hoz. «Me relaja pasear y disfrutar de la plena naturaleza».
10. La Cueva de los Siete Altares, en Villaseca. Una cueva habitada en la que se tallaron varios altares y un gran arco que conserva pinturas rupestres. Dicen que aquí vivió San Frutos, a unos 100 metros, aguas arriba, del puente sobre el río Duratón.