El órdago de Vox

G. F. A. (SPC)
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La formación que lidera Santiago Abascal se ha quedado completamente sola defendiendo la urgencia de una moción de censura contra el presidente del Gobierno. Una acción de desgaste que el resto de grupos rechaza de plano

El órdago de Vox - Foto: Fabián Simón Europa Press

Uno de los grandes ejes de la política nacional ha girado en las últimas semanas en torno a tres palabras que se han hecho familiares: moción de censura. El anuncio de Vox para desgastar al Gobierno de Pedro Sánchez pasó de la sorpresa inicial a un letargo de casi tres meses del que emergió el pasado lunes cuando su líder, Santiago Abascal la formalizó en el Congreso. 

«Nadie podrá decirnos que no cumplimos con nuestra palabra y que no nos dejamos la piel contra el Ejecutivo de Sánchez», sentenció el líder de la formación derechista que también ha tenido que admitir la singularidad de la candidatura propuesta, encabezada por el veterano economista de 89 años Ramón Tamames, al asegurar que se «conforma» con una «coincidencia de mínimos» entre el programa de su formación y el discurso (muy esperado por otra parte) que acabe pronunciando el exdirigente del Partido Comunista, Ramón Tamames.

Por pura aritmética parlamentaria y sintonía política, la posibilidad de que la moción salga adelante es nula. No tiene apoyos suficientes en la Cámara y el PP ya ha adelantado que se abstendrá, una posición que también parece previsible que sea la que mantenga también Ciudadanos. 

Sin embargo, inasequible al desaliento, Abascal se conduce como si fuese a tener éxito, contemplando incluso la posibilidad de que el Gobierno resultante, en caso de que prosperase, avance un plan de adelanto electoral haciendo coincidir los comicios generales previstos para fin de año con los municipales y autonómicos del próximo 28 de mayo. Por eso, su grupo quiere que la iniciativa se debata de urgencia para que se puedan disolver las Cortes antes del 4 de abril y lograr la confluencia de esa triple cita.

Esta será la segunda moción articulada por la formación ultraconservadora contra el Ejecutivo, tras el fiasco de la que impulsó en octubre de 2020. Y a la segunda tampoco va a ser la vencida. Pese a la insistencia de Vox para que el PP sujetase el palo de esta bandera, en Génova se desmarcaron claramente, recordando, de forma machacona, que los números no dan y que, en último extremo, solo servirá para dar oxígeno a Pedro Sánchez en uno de los momentos más complicados de su legislatura. 

La realidad es que la formación ultraconservadora está sola en esta aventura. El resto de partidos ven su iniciativa como mercancía averiada . Error, tomadura de pelo, esperpento, circo o incluso performance, fueron algunos de los calificativos que le dedicaron.

El PSOE, en todo caso, la contempla como una buena opción para convertirla en arma arrojadiza contra Feijóo. Por eso, sus representantes se apresuraron a puntualizar que la abordarán con «seriedad» para «no dar juego a la antipolítica» y que la aprovecharán para explicar las medidas del Gobierno y confrontar su modelo con el del PP. 

Y no solo eso. Los socialistas desoyeron de forma clara las llamadas de ERC a boicotearla con un plante al candidato Ramón Tamames en el debate que se celebre en el Congreso, y el portavoz del Grupo, Patxi López, adelantó que la afrontarán «con todo rigor y seriedad» porque no quieren «banalizarla».

 La estrategia del PP apunta, por contra, a ponerse de perfil. De hecho, Génova ya confirmó que Feijóo no asistirá al debate, aunque podría hacerlo como invitado o incluso ocupar un escaño en el Hemiciclo, pero sin intervenir. El líder popular no quiere participar en lo que su partido ve como una «perfomance política» que, entienden, acabará beneficiando solamente al presidente del Gobierno en un momento en el que está «achuchado» por la Ley Trans, el solo sí es sí, el escándalo de corrupción de la trama vinculada al Tito Berni o las diferencias en la coalición sobre la guerra de Ucrania. «Es un balón de oxígeno para Sánchez», sentenció el portavoz de campaña, Borja Sémper.

Los populares consideran que la Cámara Baja «lo último que necesita es otra bronca poco edificante entre políticos». «No queremos convertir el Congreso en un circo», afirmó Sémper, que corroboró que el PP se abstendrá porque «ni está con la autocomplacencia del Gobierno ni con las tácticas de Vox».

 También muy crítico, Podemos calificó la moción de «esperpento» y «patochada de Vox». ERC fue un paso más allá y planteó que haya «consenso» con otras fuerzas «para impulsar un boicot conjunto y no participar en el debate para no blanquear las ideas y la política de Vox», argumentó su portavoz, Marta Vilalta.

 A su vez, la portavoz de Cs, Patricia Guasp, reiteró que la ve «inútil». «Solo será útil para Sánchez, que la rentabilizará electoralmente», auguró.