Efectivos de Bomberos de Valladolid hallaron hoy el cadáver del zaragozano Alejandro Aranda, desaparecido en Valladolid el domingo 23 de marzo. El dispositivo encontró el cuerpo sin vida del joven, de 30 años de edad y natural de Alcalá de Moncayo (Zaragoza), en la zona del Museo de la Ciencia, en las inmediaciones del Puente Juan de Austria, según confirmaron a Ical fuentes de la Subdelegación del Gobierno.
Fue el capitán del barco La Leyenda del Pisuerga quien avisó esta mañana a los bomberos, que trabajan desde el pasado 2 de abril en colaboración con la Policía Nacional, al ver algo extraño en el margen izquierdo del río, a la altura del Cuatro de Marzo.
El Grupo de Homicidios y Desaparecidos, encargado de dirigir y coordinar la investigación, se puso en contacto con el barco en las últimas semanas, con el fin de aunar esfuerzos y medios pidieron especial atención y colaboración. Precisamente en la mañana de hoy, el capitán alertó de haber visto algo que le llamaba la atención.
Los bomberos se dirigieron inmediatamente al lugar, contactando con el Grupo de Homicidios y Desaparecidos que acudieron a la zona para rescatar el cuerpo de un varón. Tras poner en marcha el protocolo que estos casos exigen con la presencia de la Comisión Judicial, compuesta por el médico forense, secretario judicial, Policía Científica y la Judicial, se procedió al levantamiento del cadáver. Finalmente se ha podido identificar antropológicamente a Alejandro Aranda.
Este joven de 30 años era historiador de profesión y se encontraba en Valladolid trabajando como guía del Imserso, labor que le llevaba a recorrer diferentes ciudades españolas para compartir su conocimiento y datos curiosos con los participantes de las excursiones. Según personas de su entorno, era la primera vez que visitaba la ciudad.
El joven llegó al Hotel Olid el 23 de marzo por la mañana y, a media tarde, algunos testigos observaron que parecía encontrarse alterado, aunque sin mostrar comportamientos agresivos. Esa misma noche abandonó el establecimiento y no se volvió a tener noticias suyas. Su teléfono móvil quedó en la habitación y su maleta fue encontrada en la calle San Quirce.
El joven, según la familia, sufría esquizofrenia y podría haber dejado de tomar la medicación. Era amante de la naturaleza y los espacios abiertos.