Quizás no fuese casualidad que Fede Valverde compareciese con el dorsal número 8 y el pelo teñido de rubio. Como sucedió (o no) con el Cid, a quien subieron ya muerto sobre un caballo para infundir terror en el adversario, el uruguayo se vistió como Toni Kroos para hacer creer al rival que el germano seguía ahí. Un alemán en Mallorca. No coló. Valverde, un futbolista estupendo, no tiene la pausa, el desplazamiento, la corrección táctica, el control, el toque o la experiencia de su ex compañero, ya retirado muy a pesar de un Carlo Ancelotti que intentó convencerle de su continuidad hasta el penúltimo día.
Para el italiano, su concurso era fundamental. El de Valverde, también. De ahí que «no le valga» como su nuevo Kroos: ambos eran complementarios y necesarios. El uruguayo fue el futbolista con más partidos disputados (54, 48 como titular) y minutos jugados (4.271) de la pasada 23/24. Y el alemán, a sus 33 años, ocho más que Fede, participó en 48 encuentros y 3.171 minutos. Pero en ese tiempo fue el que más pases intentó (3.436) y completó (3.145) del equipo, exactamente 697 y 692 más que Valverde, respectivamente, en ambas estadísticas.
Distribución
El fútbol del Madrid amenaza con resquebrajarse sin el concurso de Kroos a tenor de un estudio estadístico realizado por el portal 'FBRef': esos 3.145 pases completados del germano movieron el balón 53.121 metros, de los que 19.655 sirvieron para avanzar (la web especifica que los pases horizontales o hacia atrás no contabilizan). Es decir, el 37 por ciento de los desplazamientos del teutón empujaron al equipo hacia la meta contraria. Fede Valverde, el 'ocho postizo' de Son Moix, movió la pelota 34.442 metros, 9.198 (27,6) hacia adelante.
Las distancias crecen aún más en los desplazamientos en largo: Kroos ejecutó 599 con una precisión del 76,3 por ciento (457 efectivos) mientras el uruguayo, quinto en este apartado, ni siquiera alcanzó la mitad, 243 intentados y 168 con éxito (69,1). Es decir, el alemán lograba que el Madrid avanzase mucho y muy rápido, con cambios de juego que impedían las basculaciones del rival, lo que permitía a los blancos instalarse con superioridades casi constantes en campo ajeno.
Ancelotti sabe que «no hay otro Kroos». Frase suya cuando le preguntaron si el club acudiría al mercado de fichajes para encontrar al sustituto del 'ex ocho'. Ni Tchouameni ni Camavinga parecen elegidos para el puesto, y el italiano tiene a Valverde, Güler (incluso Ceballos y Modric) como piezas más ofensivas. El Real Madrid está obligado a mutar.
Sobrecarga
El segundo embrollo táctico que debe resolver el técnico de Reggiolo es el tremendo atasco que se formó en el lado izquierdo de su ataque. En las dos últimas campañas, con la consagración de Vinícius como estrella planetaria muchos aficionados se preguntaron si realmente era necesario el fichaje de Mbappé… teniendo en cuenta que el mayor peligro del francés se ejecuta desde la misma demarcación en la que 'Vini' ha demostrado ser el futbolista más desequilibrante del planeta.
Los mapas de calor de Mallorca no engañan: superponiendo los de Mbappé, el brasileño, el de Bellingham e incluso el de Rodrygo (con libertad para apoyar a sus compañeros dejando el flanco derecho libre para Carvajal) se produjo un embotellamiento durante muchos momentos del partido del que los blancos solo salieron en acciones individuales.
Cuando todo el equipo está volcado a un mismo lado, las acciones defensivas del rival se simplifican. Ancelotti insistió varias veces en la sala de prensa en la palabra «equilibrio», pero más bien referida al trabajo en la recuperación del balón. «Tenemos que ir todos juntos. No han entendido que esto era un aspecto muy importante», comentó. Sin embargo, deberá 'equilibrar' al equipo también en ataque: la sensación de improvisación fue grande. El técnico afirmó que «ellos van cambiando su posición» cuando le preguntaron por Vinicius y Mbappé… y la lógica dice que el talento individual de ambos acabará 'casando'. Pero, al menos en Palma, comparecieron más estorbándose que compenetrándose.