La cigüeña blanca cae bien y, en general, su presencia en la ciudad despierta simpatías, con excepciones. Está presente en la memoria colectiva y en el folclore: desde Agapito Marazuela (... Ay que ver la cigüeña / cuanto nos vale / si no fuera por ella / cualquiera sabe...) a la canción popular infantil 'Tres hojitas madre', como recoge el Premio Nacional de Músicas Actuales 2023 Rodrigo Cuevas en la canción 'Xiringüelu' (Dices que no me quieres porque soy pobre. / más pobre es la cigüeña y duerme en la torre...). En la capital segoviana tiene un gran seguidor, literal, desde hace más de 40 años en Javier Sanz Arribas, un maestro que sin ser ornitólogo profesional, ni biólogo, ha estudiado artículos y libros sobre esta ave migratoria que, como dice, «es una de las más características de Segovia».
Se confiesa aficionado en la recopilación de datos pero no por ello menos constante y con mucha seriedad en el seguimiento de la población de cigüeña de la capital las últimas décadas, donde ha advertido «fluctuaciones significativas en el número de parejas reproductoras». Este año ha habido en la ciudad unas 48 parejas, que emigraron hacia el sur a finales de julio y espera que regresen en diciembre porque, aunque el refranero popular diga que vienen «por San Blas» (el 3 de febrero), su comportamiento a lo largo de este siglo XXI, ya alterado en las últimas décadas del XX, se ha ido adaptando a los cambios en las condiciones meteorológicas, a la disponibilidad de comida y a la acción humana.
Esa cifra, en torno al medio centenar, está siendo estable en los últimos años y Sanz Arribas destaca especialmente que la última temporada de cría «ha sido buena», porque ha observado un total de 86 pollos, que en su mayoría llegaron a volar y supone una tasa de reproducción de 1,8 pollos por pareja, «la más alta registrada desde que se selló el vertedero del Peñigoso en 2002».
Nidos en la torre de la iglesia románica de San Justo. - Foto: Francisco SanzSolamente 11 parejas fracasaron en la reproducción, no teniendo ningún pollo que llegara a volar. Por el contrario, 5 parejas tuvieron 1 pollo cada una, hubo 17 con dos pollos, 13 con 3 y 2 con 4. «Estas dos parejas tan sacrificadas y afortunadas - por criar 4 pollos cada una - fueron las de los nidos situados en las ruinas del convento de San Agustín y en el abeto situado a la entrada de los jardines del Alcázar», comenta este investigador de la cigüeña aficionado.
Además, explica que «todos los años hay parejas que no son capaces de sacar adelante sus pollos, que mueren en el nido, sobre todo cuando son pequeños, a causa de inclemencias meteorológicas, por la falta de alimento u otras actitudes de difícil explicación».
Sanz Arribas dice que, como las personas, el comportamiento de las cigüeñas puede ser muy dispar, desde las que mantienen el nido limpio y estable a las que lo tienen lleno de basura y con cuerdas u otros elementos que ponen en riesgo su integridad y la de los pollos.
Además, cree que la falta de alimento en la ciudad ha motivado que cada vez sea más frecuente que los dos miembros de la pareja dejen solos a los pollos durante parte del día, con el consiguiente riesgo de ataques de depredadores.
Empezó el seguimiento en 1979, cuando estudiaba Magisterio, y en ese momento solo había nueve parejas en Segovia. «La especie estaba atravesando una fase de fuerte regresión, a nivel nacional y en gran parte del continente europeo, fase que tocó fondo en 1986, cuando hubo siete parejas». Sin embargo, a partir de 1987, y en un proceso que se aceleró a partir de 1993, se inició una recuperación, llegándose a alcanzar las 28 parejas en 1993, 64 en 1977 y 90 en 2001.
Recuperación. «En 15 años la población se multiplicó por trece», una recuperación similar a la de otras zonas de la península y Europa», dice Sanz Arribas, quien comenta que se debió a causas ambientales, con mayor disponibilidad de alimento, pero también a la presencia de vertederos como el segoviano de El Peñigoso. «Fue un momento de esplendor, con parejas nuevas cada año y el fabuloso espectáculo de la concentración de cigüeñas en los pináculos de la Catedral al atardecer, que lamentablemente desapareció».
Sin embargo, el cierre y sellado del vertedero en 2002 dio al traste con esa época de crecimiento de la colonia de cigüeñas 'segovianas'. Ese mismo año fracasó totalmente la reproducción, pues aunque el número de parejas se redujo ligeramente, con seis menos, solo salieron adelante seis pollos, 0,07 por pareja, cuando el año anterior la tasa fue de 2,1, y al menos 190 pollos criados.
Desde 2018 y hasta la actualidad «hay una fase de estancamiento, en torno a las 50 parejas, fluctuando entre las 52 de 2022 y las 47 de 2023», según Sanz Arribas, quien concluye que «la población de cigüeña blanca registró un importantísimo aumento entre 1979 y 2002, multiplicando su población por diez y entre 2002 y 2024 se redujo de manera significativa, perdiéndose casi la mitad de las parejas». La tasa de pollos por pareja no ha vuelto a superar 1,8 ni el mínimo de 2, que es considerado normal para la especie, apunta.
Nido destruido. Afirma que este año ha habido nidos con solo un individuo o parejas que han visto interrumpida su reproducción porque se ha destruido el nido, como ocurrió en el Torreón de Arias Dávila, donde se retiraron los soportes artificiales cuando el nido estaba ocupado en plena época reproductora y posteriormente se retiró otro recién construido.
En definitiva, este observador muestra interés porque se conozca mejor «la situación real de esta especie», desterrar datos falsos como que ya no emigra o que hay muchas y son muy sucias y, sobre todo, solicita a ciudadanía y autoridades que la respeten porque está protegida y, como tal, ella y sus nidos amparados por Ley. «Hay que valorar otras soluciones al derribo para que siga siendo protagonista de los cielos y del patrimonio segoviano», dice.