Un siglo sin Zuloaga

Sergio Arribas
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Segovia conmemorará el centenario de la muerte del maestro universal de la cerámica con una exposición y un congreso sobre ceramología, entre otras actividades

Daniel Zuloaga Boneta (1852-1921). - Foto: Fotos cedidas familia Daniel Zuloaga Olalla.

Cuando Abraham Rubio Celada leyó la biografía del maestro ceramista Daniel Zuloaga Boneta (Madrid 1852-Segovia 1921), quedó atrapado por la extraordinaria singularidad del personaje, considerado uno de los grandes creadores del siglo XX. «Me pareció un personaje fuera de serie, un trabajador incansable, con una personalidad arrolladora. Era amante del arte, coleccionista… me resultó apasionante», recuerda. Fue en la década de los ochenta del siglo pasado cuando Rubio Celada descubrió al artista y se interesó por ‘los Zuloaga’. Lo hizo cuando —como turista madrileño sin más pretensiones que conocer la ciudad del Acueducto— solía pasar por delante del taller de Daniel Zuloaga Olalla (1922-2000), nieto del maestro universal, en la Plaza de la Merced, y entraba a ver «esas cerámicas espectaculares» y compraba alguna de recuerdo.

En la actualidad, Abraham Rubio Celada, historiador, investigador y ceramólogo, es uno de los mayores expertos en la obra de Daniel Zuloaga Boneta. Doctorado en Historia del Arte con la tesis ‘De la tradición a la modernidad. Los Zuloaga ceramistas’, ha trabajado en la catalogación de los fondos del Museo Zuloaga y ha sido comisario de las exposiciones dedicadas a los Zuloaga en el Torreón de Lozoya y el Museo Casa Lis de Salamanca.

No resulta extraño, en consecuencia, que el experto participe en el comité organizador de una de las actividades ‘estrella’ que acogerá Segovia para conmemorar el centenario de la muerte de Zuloaga, ocurrida el 27 de diciembre de 1921.

Un siglo sin ZuloagaUn siglo sin Zuloaga - Foto: Diego de Miguel

Congreso, en octubre. Del 22 al 24 de octubre el Museo Zuloaga-Museo de Segovia, gestionado por la Junta de Castilla y León, acogerá el XXIII Congreso de la Asociación de Ceramología ‘Daniel Zuloaga: los ceramistas y el coleccionismo en los siglos XIX y XX. El primer objetivo del congreso, que reunirá historiadores, coleccionistas y ceramistas de toda España, será reconocer el importante papel que Daniel Zuloaga Boneta desempeñó en la renovación de la cerámica española entre finales del siglo XIX y el primer tercio del XX.

«Nos pareció muy oportuno que este año se celebrara en Segovia en el marco del Museo Zuloaga», explica Abraham Rubio, que precisa cómo en las últimas citas congresuales de la asociación, previas a la pandemia, la asistencia rondó los 60 participantes. Con la celebración de este Congreso se pretende, además, investigar sobre el entorno de la familia de Daniel Zuloaga, poner su figura en el contexto de la cerámica de su época y profundizar en las relaciones o paralelismos activos que pueden reconocerse en otros ceramistas de su época en diversos lugares de España.

El Museo Zuloaga —que desde el 1 de enero de este año abre de martes a domingo, cuando durante cinco años solo lo hacía los miércoles—, en la iglesia de San Juan de los Caballeros, —espacio que Zuloaga compró para utilizar sus espacios como taller y vivienda—abrirá también una exposición dedicada a Daniel Zuloaga con motivo de la efeméride. En la actualidad, el espacio museístico atesora un inventario de 560 piezas artísticas, además de fotografías, negativos y placas, documentos y publicaciones relacionadas con el artista y su saga familiar. 

Un siglo sin ZuloagaUn siglo sin Zuloaga - Foto: Fotos cedidas familia Daniel Zuloaga Olalla.

La Junta de Castilla y León ha confirmado a El Día de Segovia que, aprovechando la conmemoración, ha programado una serie de actos en el Museo Zuloaga y en el Museo de Segovia «para divulgar el trabajo, la figura y el momento de un artista multidisciplinar y de gran significación e influencia en el mundo del arte y de la intelectualidad, no solo española, sino también europea, del primer cuarto del siglo XX». Sin embargo, desde el Servicio Territorial de Cultural, se ha evitado ofrecer más detalles aplazando el anuncio de las actividades del centenario a una rueda de prensa que convocará en septiembre.

Por su parte, el ceramista Juan Daniel Zuloaga Khoyan, biznieto de Daniel Zuloaga Boneta, con tienda y taller en la Plaza de la Merced, desconoce qué se prepara en Segovia para celebrar el centenario de la muerte de su bisabuelo.

«Tengo solo alguna información directa por Abraham Rubio e indirecta por terceros, pero nada de la Junta o del Museo Zuloaga. De momento no nos han solicitado ninguna pieza o fotografía para mostrar», afirma el hijo de Daniel Zuloaga Olalla, que considera que se trata de una efeméride «importante» que «ójala suscite más interés y respeto por su obra». De momento, ya considera como algo «positivo» la ampliación de horarios del Museo Zuloaga en el año del centenario. «Después de casi un lustro abriendo solo los miércoles por la mañana es una mejora muy notable, ojalá perdure», afirma Juan Daniel Zuloaga, que considera que sería muy interesante que el archivo del espacio museístico «con muchísimas fotos, bocetos y documentos fuese más accesible para investigar o divulgar».

Abraham Rubio Celada.Abraham Rubio Celada. - Foto: D.S.

Explica que en su bisabuelo, en su época, además de un gran ceramista o artista, fue considerado «todo un personaje, por su carácter, sus ideas, su larga barba, su taller en una iglesia románica y su pasión por el arte» aunque «con el cambio de gustos y modas, sobre todo a partir de finales del siglo XX (...) se le miró desde la óptica actual como anticuado, como representante de un arte menor, el de la cerámica».

 «Parece que aún —añade— no hemos salido del academicismo más estereotipado. Además hay quien considera que no hace falta decir ya más sobre él o su obra… que ‘ya hay demasiado sobre Daniel y su familia…’, eso no pasa con Machado o Ignacio [Zuloaga]». Juan Daniel Zuloaga subraya que su bisabuelo «hizo de todo en el ámbito artístico, utilizó y manejo las técnicas y materiales más variados pero a la vez siempre fue fiel a sí mismo y lo supedito todo a su pasión por la cerámica, a su taller, familia y a donde decidió quedarse. Era auténtico».

Uno de los grandes creadores del siglo XX. Daniel Zuloaga Boneta (Madrid, 1852 – Segovia, 1921) fue un renovador del arte ceramista en España. Más de 200 edificios en España están decorados con cerámicas suyas, mientras que existen numerosas obras y piezas repartidas por toda Europa que llevan su firma, en países como Francia, Inglaterra o Alemania, gracias a su participación en ferias internacionales. Desde muy joven, Daniel Zuloaga Boneta trabajó en el Palacio Real de Madrid. Tras su formación en Sèvres (Francia) y participar en la recuperación de la Real Fábrica de la Moncloa, protagonizó el periodo dorado de la historia de la azujelería urbana en Madrid, en el último cuarto del siglo XIX. En 1893 abandonó Madrid y se dirigió al taller de la familia Vargas en Segovia, la fábrica de loza `La Segoviana’, donde montó talleres de esmaltado, decoración y pintura, dirigiendo a un equipo de veinte obreros. En 1904 adquirió la iglesia de San Juan de los Caballeros, donde cuatro años después encendió por primera vez los hornos. Allí llegó a trabajar con ocho ayudantes y sus tres hijos, Juan, Esperanza y Teodora, hasta su muerte en 1921. Aunque el recinto abrió como museo de cerámica en 1949, la iglesia cerró a mediados de los 80, para reabrir como Museo Zuloaga, en abril de 1998, tras una inversión de 147,5 millones de pesetas.

«El tiempo no ha sido un enemigo de Daniel». Lo asegura Abraham Rubio Celada, el historiador, investigador y ceramólogo, experto en la obra de Daniel Zuloaga.
¿Qué le atrajo de la personalidad de Daniel Zuloaga Boneta, de su vida o de su obra para enfocar parte de su trabajo investigador en su figura?
Al leer la biografía de Daniel me pareció un personaje fuera de serie, trabajador incansable y con una personalidad arrolladora, amante del arte, coleccionista, en fin, me pareció apasionante. Su obra cerámica era impresionante tanto por la cantidad como por la calidad. Su recuperación de técnicas antiguas, como la cuerda seca, la arista o los reflejos metálicos, así como la introducción en España de los estilos que están de moda en Europa a finales del siglo XIX como el Neorrenacimiento le hacen estar a la vanguardia de la cerámica española y en paralelo a ceramistas europeos de su época. 
Además me supuso todo un descubrimiento su etapa modernista, que coincide con su época de la fábrica ‘La Segoviana’. Esos modelos todavía son bastante desconocidos y obras que salen a subasta de ese estilo se venden como franceses o de otros países, pensando que en España no se podían hacer cosas así.  

¿Dónde reside la genialidad de Daniel Zuloaga? ¿Por qué es un artista único?
Puede que Daniel Zuloaga sea un genio porque de entrada ya le viene de familia, descendiente de una saga importantísima de artistas del metal, como su padre Eusebio Zuloaga o su hermanastro Plácido Zuloaga. Es un personaje poliédrico, al dominar la pintura de caballete, la mural o de tapices, así como la decoración, el arte del metal, la cerámica y hasta el arte del vidrio, faceta esta última todavía por investigar.
Su obra no tiene parangón en España con ningún otro ceramista. El que más se le puede aproximar en Juan Ruiz de Luna, que como Daniel también tiene un museo en Talavera de la Reina, aunque Ruiz de Luna comenzó su aventura cerámica en 1908, y Daniel ya estaba en Sèvres estudiando cerámica cuarenta años antes. Daniel Zuloaga está muy influido por las ideas regeneracionistas de los intelectuales de principios del siglo XX. Su obra más original de tipos y paisajes castellanos está en esa línea. Se podría decir que es el ceramista representante de la Generación del 98.  Como catedrático de pintura mural cerámica de la Escuela de Cerámica de Madrid influyó en muchos ceramistas, y sobre todo en sus hijos Esperanza, Teodora y Juan.

‘De la tradición a la modernidad: los Zuloaga ceramistas’. ¿Qué cree que supuso su investigación para el conocimiento del artista y de su obra?
En relación a mis primeros trabajos sobre historia de la cerámica, todo comenzó con la catalogación de colecciones tanto institucionales como públicas a finales de los ochenta. De hecho, también así empezó mi primer trabajo en serio sobre las cerámicas de los Zuloaga, cuando Eleuterio Laguna compró toda la obra que había en el Museo, y me dediqué a catalogarla. Fue en esos momentos cuando vi que se había escrito mucho sobre los  Zuloaga, pero más sobre su trabajo en relación a la arquitectura, y que sin embargo su obra mueble estaba muy confusa, mezclándose las creaciones de Daniel Zuloaga con la de sus hijos Juan, Esperanza y Teodora, así como la obra del propio Daniel en las distintas etapas. Mi aportación más importante creo que es haber definido claramente que obras se crearon en la fábrica de la Moncloa, en la fábrica de La Segoviana y en el taller de San Juan de los Caballeros, aunque luego muchos de los modelos se fueron repitiendo a lo largo de los años y después de muerto Daniel, los siguieron haciendo sus hijos. 

Daniel Zuloaga alcanzó un gran reconocimiento social pero, sin embargo, con el paso del tiempo, ha quedado un tanto en el olvido. ¿Cree que el 100 aniversario de su muerte es una buena oportunidad para reivindicar su figura y su obra?
El tiempo no ha sido enemigo de Daniel. Creo que la idea de que la obra de Daniel se ha ido olvidando con el tiempo es errónea, aunque yo mismo lo he llegado a pensar e incluso a escribir, pero haciendo un repaso por ejemplo de las publicaciones a partir de los años ochenta, vemos que se han escrito sobre él dos tesis doctorales, numerosos artículos en revistas especializadas, algo que no ha pasado con ningún otro ceramista español. Por otra parte, en estos años, se han restaurado obras suyas aplicadas a la arquitectura con los consiguientes estudios sobre esas restauraciones. 
Algunos museos han comprado obra de los Zuloaga en los últimos años, como por ejemplo el museo Nacional de Artes Decorativas, que completan la colección que se conserva sobre estos ceramistas. Además, han surgido nuevos coleccionistas, sobre todo a raíz de la venta de la colección de Eleuterio Laguna, con gran éxito de ventas. El Congreso que se prepara en el Museo Zuloaga de Segovia para celebrar su Centenario servirá desde luego para revindicar su figura como uno de los ceramistas más importantes de la historia de la cerámica española contemporánea.

¿Qué le atrajo tanto al artista para establecerse en Segovia? ¿De qué manera le influye en su creatividad?
Una de las razones de que se quedara en Segovia es por una parte los continuos problemas que tenía en la fábrica de La Moncloa en Madrid, y por otra parte, encontrar en Segovia la oportunidad de contar con una infraestructura impresionante a nivel técnico, donde las pastas, los colores, los hornos eran de primera calidad, y podía centrar sus esfuerzos en crear modelos y decoraciones, que era realmente lo que le interesaba como artista.
Como amante del arte, Segovia era una ciudad ideal para él, que sin duda influyó en su creatividad, sobre todo cuando se instala definitivamente a partir de 1907, en el taller de San Juan de los Caballeros, creando decoraciones de  tipos y paisajes segovianos. Enseguida encontró un grupo de amigos segovianos relacionados con el mundo de la cultura, que estaban encantados con él. La cercanía a Madrid debió ser un factor importante también para que decidiera quedarse en Segovia.  

Daniel Zuloaga tuvo una obra prolífica, de cerámica y de aplicación a la arquitectura ¿Qué obras son, a su juicio, las más sobresalientes?
Los muchos años que vivió y el cambio de siglo que le tocó vivir, pasando por los diferentes estilos que conviven en el último cuarto del siglo XIX, como son los historicistas, el auge del Modernismo en la primera década del siglo XX, y el Regionalismo de la segunda década del siglo XX, influido por los intelectuales de la Institución libre de Enseñanza, hacen que su obra sea muy variada.
En su etapa de la fábrica de la Moncloa son fundamentales edificios como el Palacio de Velázquez y el palacio de Cristal en el parque del Retiro de Madrid, así como la Escuela de Ingenieros de Minas o el Ministerio de Fomento. En su etapa de La Segoviana hay numerosas obras interesantes de estilo modernista, sobre todo en el Norte, siendo para mí una de las más espectaculares las fachadas de la calle Prim de san Sebastián. En su etapa del taller de San Juan de los Caballeros, por ejemplo, las fachadas del hospital de Jornaleros de Cuatro Caminos en Madrid. En cuanto a encontrar obras inéditas, todavía hay sorpresas. Una de ellas ha sido el mural de 20 metros de longitud que ha instalado el Museo de Bilbao gracias a una donación, publicado por la historiadora Maite Paliza. Y otro ejemplo, el descubrimiento que hice hace unos meses de la documentación, en el Archivo del Congreso de los Diputados, de la obra destruida del zócalo de azulejos de la famosa Galería del Orden del Día, realizado por los hermanos Zuloaga en la fábrica de la Moncloa, y de la que también se ha conservado alguna fotografía en blanco y negro de la época.