La amenaza del turismo desmedido

Agencias
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Las masificaciones son sinónimo de alerta para muchos espacios, pero en el dinero que dejan los visitantes puede estar su 'salvación'

Atardecer en la isla griega de Santorini, donde la gente se agolpa para conseguir su ‘ansiada’ foto. - Foto: EFE

No solo los conflictos bélicos son los responsables de que el PatrimonioMundial esté mermando en todo el planeta. La acción humana no armada también tiene parte de culpa y uno de los factores de la destrucción de espacios emblemáticos es la masificación de turistas. Algunos de los lugares más visitados del globo, como el Machu Picchu, sufren durante todo el año abarrotamientos de personas para hacerse la foto reglamentaria con la que alardear en las redes sociales. Pero este descontrol «sí que tiene solución». O así lo desliza el subdirector de la Unesco para la Cultura, Ernesto Ottone.

Sin embargo, esta situación no es algo que se corrija de la noche a la mañana. Una de las principales preocupaciones por parte de los países es la dependencia de sus pueblos a la industria turística, lo que impide la toma de medidas concretas e inmediatas. Tratar de moderar esta actividad en sitios patrimoniales «pone en peligro la supervivencia material de esas comunidades que deberían ser las primeras beneficiarias de cualquier medida de salvaguarda», opina Ottone.

Con el debate encendido en algunas ciudades, la respuesta es buscar formas sostenibles de seguir creando trabajo. Urbes en países como España, Italia, Francia o Portugal implementan impuestos adicionales a los visitantes, pero el dirigente de la Unesco destaca que «no se ha experimentado ningún efecto positivo por el momento, aunque es cierto que ese dinero sirve para crear fuentes» para la conservación y protección.

Pérdida de identidad

Los efectos del cambio climático, pero sobre todo del turismo masivo, también están afectando la identidad cultural de zonas de patrimonio, especialmente las ciudades históricas. «Varios centros históricos están viviendo el fenómeno de la partida de los lugareños, es decir, sociedades que quedan vacías de lo que le dio la identidad propia de esa ciudad por generaciones», lamenta Ottone.

«Lo que está siendo abandonado son las localidades patrimoniales, edificios que tienen mayor valor, porque la inversión que hay que hacer ahí es enorme porque están protegidos», señala el directivo para ejemplificar peligros que podrían convertirse en un canto del cisne para sitios de la historia.