No se qué es peor para un dirigente político: que te expulsen de tu partido o que te pongan a parir tus compañeros porque has expresado abiertamente, en una conversación privada, tu desánimo ante las decisiones que toma la dirección.
A Emiliano García-Page, militante del PSOE de toda la vida, le cuesta asumir que la ejecutiva actual ha roto con los principios que siempre ha defendido el partido. No por convicción, o para acomodarlo al cambio de los tiempos, sino porque necesita 7 votos para mantener el gobierno después de haber perdido las elecciones. Esa es la única verdad, que los sanchistas intentan tergiversarla como si los españoles fueran analfabetos funcionales que no saben qué se cuece en la política española. Los que aparentan no estar al cabo de la calle son los sanchistas, que no conocen a los socialistas de corazón y convicción: son multitud los que sienten profunda decepción por la deriva de Sánchez y sus alianzas con partidos que nunca pensaron que el PSOE buscaría como aliados. Pretenden además los dirigentes del PSOE y del gobierno que sus militantes traguen con ruedas de molino, y consideran traidores a los que se resisten a aceptarlo.
La palabra "extradición" en boca de García-Page no es exagerada: se cuentan por docenas los socialistas de importante trayectoria desplazados de cargos de responsabilidad, e incluso expulsados del partido, por supuesta deslealtad al PSOE. Por no mencionar a los numerosos funcionaros del Estado a los que se les ha impedido nombramientos propios de su trayectoria y preparación, para colocar a sanchistas irredentos. Los últimos ejemplos, los nombramientos en Exteriores y en el Congreso de los Diputados. Albares ha entregado a miembros del partido sin ninguna experiencia los cargos que debían ocupar diplomáticos preparados específicamente para asumir responsabilidades importantes para el Estado. En el Congreso ha sido relevado el letrado mayor para poner a un hombre de tendencia socialista, llegado directamente de un cargo en el gobierno. Sus primeras medidas han provocado la dimisión del interventor y de varios letrados que han pedido traslado a otras instituciones.
A Emiliano García-Page lo están machacando por sus críticas a los modos sanchistas. Puede hacerlo por muchas razones: porque representa el espíritu socialistas mucho mejor que los que le acusan de falta de lealtad; porque esa lealtad a los principios del sanchismo ha provocado que sea el único candidato socialista que ha logrado mayoría absoluta en las elecciones autonómicas y, tercero, porque cualquier demócrata debe respetar el derecho de cualquiera a expresarse en libertad. Más todavía en una conversación privada.
María Jesús Montero acusa a Page de buscar notoriedad. Ya le gustaría tener la notoriedad de Page, conseguida gracias a los votos de los manchegos que le han respaldado por sus casi treinta años en el gobierno de Castilla-La Mancha, los ocho últimos en la presidencia. Montero y sus compañeros deben sus cargos a la servil aceptación del chantaje de quienes buscan cargarse España y su Constitución.