El artista y académico de San Quirce Gonzalo Borondo instó a los 14 alumnos de las Facultades de Bellas Artes en la inauguración del Curso de Pintores Pensionados a disfrutar de los «espacios de calma» que Segovia y su provincia ofrece para desarrollar todo su inspiración y talento artístico.
A lo largo del mes de agosto, los jóvenes pensionados han recorrido las calles de la capital y los entornos monumentales y paisajísticos más singulares de la provincia escudriñando cada rincón con el fin de poder plasmar en sus lienzos algún retazo de la belleza oculta de la provincia que estos días les acoge.
A buen seguro, cada uno de los alumnos del curso ha encontrado lugares que se han transformado en esos espacios de calma a los que aludía Borondo, algunos de ellos ocultos al público general que en estos días se abren como estudios improvisados de arte.
En la plaza de la Reina Doña Juana, los muros del que fuera la residencia que el rey Enrique IV ordenó construir a mediados del siglo XV para tener un lugar más cómodo que las frías estancias del Alcázar son el testimonio del esplendoroso pasado de la ciudad, y en su interior se conservan aún algunas de las yeserías de estilo mudéjar que adornaban los vanos en el hermoso patio porticado. El paso del tiempo ha dejado en pie sólo su estructura, y las obras de consolidación del recinto realizadas hace algunos años han conseguido mantener la dignidad de un recinto histórico en el centro de la ciudad.
El Curso de Pintores Pensionados ha conseguido este año convertir el patio porticado del palacio en una de las ubicaciones elegidas por los alumnos para poder desarrollar su creatividad. Así, Sandra Tortosa, Raimo Galí y Xin Jin Chen han llevado caballetes, lienzos y paletas para recrear desde su particular prisma los rincones de este histórico recinto en un patio porticado cubierto por la maleza que se ha desarrollado en las últimas semanas.
Joaquín Millán, director del Curso de Pintores Pensionados, no oculta su satisfacción por poder contar con el «privilegio» de acceder a estos espacios, que aseguró están llenos «de magia y espiritualidad». Así, señala que abrir lugares como el Palacio de Enrique IV es «uno de los pequeños retos que ofrecemos a los alumnos y que hacen grande esta beca», y señala que «estamos haciendo como una especie de recorrido por estos lugares mágicos que en cierta manera muestran su historia y esta especie de nobleza que tienen los edificios».
Para los jóvenes artistas, la beca segoviana supone su primer contacto real con el paisaje como motivo de inspiración, algo que para ellos es todo un reto que asumen con actitud resiliente y, sobre todo, con muchas ganas de aprender. Sandra Tortosa procede del campus de Altea de la Universidad Miguel Hernández de Elche (Alicante), y sitúa su lienzo frente a la escalera que une el patio con la planta superior del palacio, y con sus primeras pinceladas busca ya la estructura de manchas y sombras que le llevará a completar el trabajo.
Reconoce que a lo largo de su formación no había trabajado mucho en el paisaje y durante su estancia en Segovia «he experimentado bastante sobre todo al principio con muchas pruebas bocetos y algún cuadro, pero ahora creo que ya he encontrado la manera de trabajar y el trabajo fluye mejor».
En su trabajo, le llama la atención la combinación de las arquitecturas antiguas y modernas que reune el palacio tanto en su parte antigua como en la restaurada, y la combinación con las zonas de vegetación generadas por la falta de uso del inmueble, y confía en poder realizar un trabajo acorde con los sentimientos y emociones que vive a la hora de pintar.
Raimó Galí se fija en un vano abierto en una esquina del patio situado bajo una de las yeserías mudéjares que se conservan y trata en su lienzo de reinterpretar un espacio que le evoca a la pintura de Velázquez. Llega a Segovia desde la Universidad de Barcelona, y asegura que desde que empezó a pintar, «básicamente solo he pintado del natural porque ha sido lo que más me ha interesado siempre y en este caso la beca verde, paisaje era ideal para mí».
Además, señala que en su periplo por Segovia se ha sentido más atraído por los rincones menos conocidos que por la belleza monumental, y sostiene este razonamiento al asegurar que «los monumentos se aguantan se aguantan por sí mismos no necesitan esa réplica, pero en cambio las ruinas es algo, a lo que podemos dar vida, porque yo entiendo que toda obra de arte es una construcción».
A escasos metros de sus compañeros, Xin Jin Chen sigue sorprendiéndose de «la belleza de las ruinas», coincidiendo con su compañero catalán en valorar este aspecto tan poco conocido del paisaje. En su caso, llega desde la Universidad de La Laguna (Tenerife), y valora el palacio como «un espacio increíble para crecer», donce al entrar «sorprende muchísimo la mezcla de arquitectura moderna y nueva, las plantas la vegetación…. es un poco alucinante».
Pese al calor sofocante del día, los alumnos no pierden la concentración y se afanan en desarrollar la obra con arreglo a su visión. Joaquín Millán asegura que durante este tiempo, los artistas han demostrado ser «muy trabajadores», y asegura que «hay jóvenes que se adaptan muy bien porque tiene una formación plástica que le permite moverse con seguridad en el natural y sin embargo hay otros que vienen de un trabajo más de reflexión en el estudio y a veces les cuesta enfrentarse a alejarse de la comodidad del estudio pero al final todos están acostumbrando y la verdad es que cuando hemos ido fuera, es muy agradable escucharles decir que se lo han pasado fenomenal».
El resultado del trabajo de los pintores podrá verse hasta el martes 20 de agosto en La Alhóndiga, donde quedará expuesta la selección de obras de los jóvenes artistas. Será en la jornada inagural de la exposición cuando se entreguen las distinciones que premian las obras más destacadas realizadas por los alumnos, y el sábado 17 la Casa de Antonio Machado albergará la entrega de los premios del concurso literario «Escribir sobre el paisaje»