Aunque la ciudad de Mérida se asocia indefectiblemente al imperio romano y a todo el legado que dejó en la ciudad extremeña, en donde destaca el espectacular teatro, anfiteatro, puente, acueducto o templo de Diana, la capital de la entonces Hispania posee, además, otros patrimonios de igual o más importancia que aquel transferido por Roma.
Sorprende en muchas ocasiones relacionar a Mérida con el Cristianismo y, en concreto, con ser cuna del catolicismo en la Península Ibérica. Tal es así que la ciudad emeritense celebra este 2024 su primer Año Jubilar Eulaliense, coincidiendo además con las tres décadas de su declaración como Ciudad Patrimonio de la Humanidad. Por eso, uno de los principales retos de la capital de Extremadura es ser conocida y reconocida más allá de su impresionante legado romano, para poner en valor otras joyas de su pasado histórico.
Precisamente, uno de los hitos que la urbe quiere potenciar este año jubilar es la figura del martirio de Santa Eulalia, que supuso un antes y un después en la expansión del Cristianismo al resto del entonces imperio romano de Hispania.
La pequeña niña Eulalia, de tan solo 12 años en Augusta Emérita, sufrió terribles tormentos y padecimientos hasta su muerte en 304 por negarse a renunciar a su fe en Cristo bajo las persecuciones del emperador Diocleciano, que ordenaba que se volviera a adorar a los antiguos dioses.
A partir de entonces, durante los siglos IV, V y VI Mérida se convirtió junto a Roma y Jerusalén en uno de los tres centros más importantes de peregrinación de la Cristiandad.
Pero antes de la persecución de la martir Eulalia, la ahora capital extremeña ya fue cuna de las primeras comunidades de cristianos en Hispania, como lo demuestra la existencia de los restos arqueológicos de una domus ecclesiae, un antiguo aljibe romano que debió de ser utilizado por estas colectividades como lugar de culto clandestino, ya que está presidido por un crismón o monograma de Cristo.
La existencia de una Mérida cristiana, desde un punto de vista empírico y arqueológico, sirve para potenciar la imagen de la ciudad desde este nueva óptica, destacan desde el Ayutamiento de la urbe. «De ahí su importancia de que se dé a conocer y se promocione un evento como es el Año Jubilar Eulaliense», señala su alcalde, Antonio Rodríguez Osuna.
Pero Mérida aún posee otras muchas potencialidades patrimoniales, ya que la ciudad fue asimismo capital del reino visigodo, capital sueva y una de los núcleos más importantes de Al-Ándalus.
De hecho, la actual capital extremeña cuenta con la colección de arte visigodo más importante de España y su alcazaba árabe es la fortificación musulmana más antigua de la Península.
En ese sentido, el director del Consorcio de la Ciudad Monumental, el arqueólogo Félix Palma, considera también que es hora de poner en valor toda la «magnificencia» de la historia de la ciudad, en esa «diacronía que fue superponiéndose» a la colonia romana de Augusta Emerita.
Además, la ciudad presenta algo que muy pocos municipios pueden ofrecer, y es que los monumentos que se crearon para espectáculos durante el imperio romano se vuelven a usar 2.000 años después.
El principal reto de Mérida a futuro, tres décadas después de la declaración de la Unesco, es dar el salto al turismo internacional de calidad, aquel que aporta tiempo y divisas. Además, apuntan los expertos que la ciudad se encuentra en un triángulo turístico ideal para fomentar el enclave emeritense a nivel mundial como es el eje Madrid, Lisboa y Sevilla, ciudades que son ejemplo de turismo y de convivencia.