Con más de 155 películas y series de televisión en su currículo, José María Tasso sería en la industria cinematográfica de cualquier país un actor de esos que el cine considera "de culto". Su nombre está ligado a la trayectoria de grandes nombres como Marisol, Rocío Dúrcal, José Luis López Vázquez, Fernando Fernán Gómez y directores de la talla de Pedro Lazaga, Almodóvar o Berlanga.
Dice muy poco para las nuevas generaciones, pero si a su nombre se le añade el apodo "Tachuela" por el que era conocido y se proyecta su inequívoca imagen de 'enfant terrible' con su indómito flequllo, los mas mayores recordarán la figura de un actor cómico que hizo del cine su vida y que eligió La Granja de San Ildefonso como refugio durante casi tres décadas cuando decidió tomarse un respiro en su carrera cinematográfica.
Este año, el actor fallecido en 2003 a los 69 años hubiera cumplido 90 años, y esta efeméride sirve como excusa para repasar la vida y la obra de un actor "camaleónico e imprevisible", según le define Lorenzo Tasso, el cuarto de sus cinco hijos, que valora la trayectoria profesional de uno de los mejores actores secundarios que ha dado el cine español.
Nacido en Madrid, Tasso se acercó al mundo de la interpretación en el Teatro Español Universitario en la década de los 50, y decidió abandonar sus estudios de medicina para iniciarse en el cine de la mano de José María Elorrieta en 1957. A partir de ahí, comenzó una fulgurante carrera en la que llegó a rodar hasta cinco películas al año, donde alcanza gran notoriedad como alternativa cómica en las películas más significativas de Marisol y Rocío Dúrcal.
En la memoria, títulos como 'Canción de juventud' o 'Tómbola' evocan la figura de Tasso y su flequillo que el resoplaba con gracia, y sus interpretaciones llegaban a eclipsar a los actores cabeza de cartel en sus películas.
«Un periodista me dijo en una ocasión que cuando iba al cine a ver una película de Marisol o Rocío Dúrcal, salía del cine viendo una película de Tachuela», explica con orgullo su hijo Lorenzo, que ha segudo la estela de su padre y se dedica también al ámbito audiovisual en la producción.
Su carrera siempre ha estado vinculada al humor, donde los directores le encasillaron en papeles en los que poder explotar su vis cómica, apoyada por su fisonomía y su gestualidad. El buen rollo que destilaba en la pantalla no era menos que el que mostraba con los compañeros de rodaje en sus películas, que le recuerdan como un hombre «divertido y generoso», en palabras de su hijo.
La vorágine del trabajo le llevó en un momento de su vida a hacer un parón en el trabajo y orientar su vida por otros derroteros, y para ello eligió La Granja de San Ildefonso, un lugar que conocía desde niño y que consideró oportuno para reubicar su peripecia vital. Allí decidió abrir un bar, el 'Chez Tachuela', en cuya entrada había un burro de paja para indicar que estaba abierto, y que era «mucho más que un bar», según explica Tasso. «Por el bar pasaban desde figuras como el doctor Christian Barnard, el cirujano que realizó el primer trasplante de corazón, hasta un trabajador de la fábrica de cristales de La Granja, y los dos eran tratados de la misma forma por mi padre, porque para el los clientes eran todos amigos», precisa.
El parón fue relativo, porque durante su estancia en La Granja participó en películas con Manolo Escobar, y otros directores del cine denominado 'serio' volvieron su mirada a este peculiar actor. Incluso llegó a asomar su flequillo por Holywood, donde participó en producciones con Arnold Swarzenegger (Conan El Bárbaro) o Richard Chamberlain y Michael York (El regreso de los Mosqueteros)
En la última parte de su carrera, la televisión llamó la atención de Tasso, y participó en series como 'Proceso a Mariana Pineda' o 'Los Pazos de Ulloa', y directores como Berlanga y Almodóvar le hicieron sitio en el reparto de películas como 'Todos a la Cárcel' o 'Átame'.
Y en todos ellos salió airoso, porque su «espíritu camaleónico» -según asegura su hijo- le hizo poder asumir roles alejados del humor haciendo gala de su profesionalidad y de un talento innato ante la cámara que le hizo acreedor del favor del público.
De su etapa en Segovia «solo tenemos buenos recuerdos», asegura Lorenzo Tasso, que asegura con indisimulado orgullo que "hace 21 años que se fue, pero todavía cuando vamos a La Granja y mencionamos su nombre todo el mundo le recuerda con una sonrisa, y eso es algo que para nosotros nos llena de alegría". «Como actor fue un grandísimo profesional y compañero, y como padre fue todo un personaje del que aprendimos a amar la libertad y el compromiso, y es algo que siempre le agradeceré», concluye.