I+D para alimentar a los peces

M.G.
-

El Centro de Investigación en Acuicultura trabaja desde hace 12 años en mejorar la alimentación de las especies que se crían en las piscifactorías de la región

Ana Larrán, jefa de la unidad de CIA y Cristina Tomás, investigadora del centro alimentan a los peces en una de las salas donde se realizan los ensayos científicos. - Foto: Rosa Blanco

A los pies del imponente edificio del antiguo silo del SEMPA en la carretera de Arévalo se ubican las instalaciones del Centro de Investigación en Acuicultura, un organismo dependiente del Instituto Técnico Agrario de Castilla y León (ITACyL) que se sitúa en los primeros lugares en acuicultura continental, uno de los sectores productivos más emergentes en la región..

El proyecto comenzó su andadura en 2011, con una inversión de 2,8 millones de euros, en lo que en su día fue una apuesta por dar un valor añadido a un sector productivo entonces emergente y que ahora ofrece una oportunidad para dinamizar y diversificar la economía rural teniendo en cuenta el gran potencial de Castilla y León en cuanto a la calidad y la extensión de sus recursos hídricos, lo que va a posibilitar la creación de empleo y la fijación de población en el medio rural.

El objetivo que persigue este centro es aumentar la competitividad del sector acuícola de la Comunidad a través del desarrollo de proyectos de investigación aplicada en un marco de sostenibilidad ambiental, así como el apoyo tecnológico y la transferencia de resultados al sector acuícola de la Comunidad, desarrollando proyectos de investigación aplicada, servicios de asistencia técnica, diagnóstico sanitario y calidad del agua.

La automatización de los procesos consigue  aprovechar el 95% del volumen total de agua diario en las  siete salas de cultivo  de las que dispone el centro, a través de un sistema de recirculación autónomo que suministra los diez tanques de agua dulce y agua salada que las abastecen.

Ana María Larrán es la jefa de Unidad del Centro de Investigación de Acuicultura, y y forma parte del equipo de cinco personas que trabajan en este centro, formado por una investigadora, una analista de Laboratorio, un auxiliar y un responsable de mantenimiento.

El equipo se encarga de realizar, coordinar y dirigir todos los trabajos que se hacen en el centro, en colaboración con las empresas de piensos para acuicultura y las piscifactorías, que son sus principales 'clientes'.

Larrán explica que el centro está dividido en tres zonas, siendo la de instalaciones experimentales la que ocupa una mayor superficie y es en la que se realizan los ensayos con peces vivos de agua dulce o salada.

En ella se han de mantener unas estrictas condiciones de bioseguridad para evitar cualquier contingencia que pueda dar al traste con los ensayos, y para ello dispone de sistemas de control autónomo y monitorizado para saber en cada momento cual es el estado de las salas.

Sobre este aspecto, la aplicación del sistema de recirculación autónomo del que dispone el centro es, en opinión de su directora «es una herramienta más paa las investigaciones que estamos haciendo, porque nos permite que los parámetros de calidad de agua sean constantes a lo largo de todo el ensayo».

La segunda zona consta de un laboratorio,el cual está divido en tres áreas de trabajo para la realización de análisis sanitarios, de reproducción y calidad respectivamente, y de una zona de oficina de trabajo donde estará ubicado el personal del centro.; y la tercera área, en la planta superior, cuenta con un salón multiusos para actividades de formación, quedando disponible una amplia zona en previsión de una posible ampliación de las instalaciones.

Las líneas de investigación que se desarrollan en el Centro van encaminadas casi de forma unívoca a la nutrición acuícola y sistemas de alimentación para especies como los salmónidos (trucha o tenca), con el fin de optimizar el alto coste que supone el alimento a las especies, así como avanzar en la búsqueda de nutrientes más eficaces.

En este sentido, la directora del CIA señala que los últimos avances en esta materia se centran en el empleo de leguminosas autóctonas, algunas en desuso como  el alberjón y el titarro, o la de harinas de insectos procedentes de especies como el gusano de la harina o la mosca soldado negra.

Cristina Tomás, investigadora, veterinaria e ingeniera técnica agrícola del centro, señala que estas dietas y sistemas tratan de enriquecer los piensos tradicionales buscando nuevas fuentes de proteínas alternativas alejadas de las tradicionales harinas de pescado, por lo que  a través de estos ensayos «podemos evaluar su efecto en la calidad y en el rendimiento productivo»

El CIA no sólo ha trabajado con especies como la trucha o la tenca, sino que la demanda de sus proyectos de investigación se ha acercado a otras como el langostino o la rana, aunque es la trucha en su variedad arco iris la que acapara la mayor parte del trabajo que se realiza.
La producción de acuicultura de España fue en el año 2022 de 326.520 toneladas y un valor   en   primera   venta   de   760   millones   de   euros.   La   principal   especie producida fue el mejillón con 255.000 toneladas, lubina con 26.300 toneladas, atún rojo con 8.877 toneladas, trucha arco iris con 16.000 toneladas y dorada con 8.99 toneladas. Otras especies producidas son el rodaballo, el lenguado, besugo, esturión, tenca, langostino macroalgas y microalgas (APROMAR, 2022)

La directora del centro señala que en Castilla y León por la orografía surcada de numerosos ríos ofrece múltiples oportunidades   para   desarrollar   cultivos   acuícolas; por lo que considera  que es esencial  implementar  « una   cuidadosa   gestión   sanitaria   de   los   animalesacuáticos, así como de medidas de bioseguridad y de protección del bienestar animal, que posibiliten una producción acuícola sostenible y de calidad, capaz de generar empleo vinculado al territorio que contribuya a una mejora de la actividad económica y a la fijación de la población del medio rural en la comunidad.