No tener apenas experiencia en el mundo de los rallys y meterte a participar en uno de seis etapas en Marruecos tiene un punto de locura bastante elevado. «A mí me encanta la aventura y estar liado siempre por ahí. He hecho cosas con bicicletas, alguna maratón...», se excusa entre risas Antonio Bernardos, el ideólogo de un atrevimiento que volverían a repetir él y su compañero de equipo, Pedro Luis Arribas. Dos segovianos que se escaparon por unos días de sus trabajos para alistarse en el Panda Raid,«un rally Dakar con menos medios», según subrayan.
Más de 350 coches se reúnen en una cita a la que acompaña una infraestructura en absoluto desdeñable: campamentos, carpas, decenas de trabajadores…«El taller móvil es uno de los que se llevan al Dakar; un camionazo con 500.000 repuestos», cuenta Bernardos, impresionado con la organización y con los imprevistos que surgen durante una carrera que el pasado viernes 8 de marzo echó el cierre a su decimosexta edición. Massimo Canella y Carlo Merenda y Elías Barreiro y Santiago Serantes se apuntaron la victoria en las categorías de 4x4 y 4x2, respectivamente. Los segovianos Bernardos y Arribas, que tienen 59 y 50 años, acabaron en la posición 68 con el Fiat 4x4 de 65 caballos del año 1999 con el que participaron. Un coche que compraron pocos meses antes para terminar de redondear una idea en la que a nadie le faltó valentía y que tuvo cómplices.
«Unos amigos ya lo habían hecho dos veces y me daban una envidia tremenda, así que me puse a buscar algún socio que le apeteciera y mi mujer me dijo que se lo dijese a su primo», relata Bernardos. Se unieron así un empresario del sector de la pizarra originario de Bernardos con ganas de aventura y un mecánico con taller en El Espinar y conocimientos para salvar una parte importante de las dificultades que se iban a encontrar:«El coche estaba bastante preparado pero Pedro Luis lo puso fino. Puso doble ventilador, doble bomba de gasolina... Llevábamos doble de casi de todo. Si se rompía una cosa, pues funcionaba lo otro. Y luego Pedro Luis podía solventar cualquier tema mecánico que no fuese excesivamente complicado, que es lo que más miedo te da aquí».
El pizarrero y el mecánico que han corrido en MarruecosSu figura está catalogada en el Panda Raid como la de navegante. Para Bernardos quedaba la tarea de conducir, una mezcla de disfrute y estrés en este rally.«De repente el coche te empieza a hacer ruidos raros y a mí eso me pone… Hay mucha adrenalina», apunta en conversación telefónica, deseoso de compartir las numerosas anécdotas que se llevan.«Era una nuestra primera experiencia así y ha sido complicado. En una de las etapas nos quedamos atascados dos veces y nos tuvieron que sacar unos piratas del desierto a cambio de 300 dirhams (unos 30 euros), en una cronometrada nos quedamos a 20 metros del control…».
Su trayectoria en los rallys hasta este momento se limitaba al Spain Classic Raid, donde completaron cuatro de las etapas entre Córdoba y Lisboa.«Pero estaba en las antípodas de lo que ha sido esto. Aquí todo era arena y polvo», destaca Bernardos. Alejados de la posibilidad de competir por la victoria, se centraron en disfrutar y sobre todo superar las dificultades que se iban encontrando.«Hemos visto a gente que llegaba al campamento a la una o las dos de la madrugada y a las siete y media empezaba la siguiente etapa. Hay momentos duros».
Entre lo que más les ha llamado la atención remarcan el enorme despliegue de la organización:«Entre los que montan los campamentos los voluntarios, los que están en los controles, los comisarios y todo, había prácticamente mil personas . Todo está montado muy bien, muy bien. Creo que éramos competidores de 20 países. Ver todos los coches metidos en el ferry que nos llevó hasta Marruecos fue un espectáculo». Estos dos segovianos ya están pensando en el próximo reto:«Seguro que nos apuntamos los primeros. Estamos pensando en la próxima porque ha sido una experiencia fantástica, única». Fueron uno de los 142 coches que consiguieron terminar la prueba en la categoría 4x4. Más de medio centenar se quedaron fuera antes. El desierto no hace prisioneros.