La persiana ya se encuentra bajada y tras el cristal del escaparate ya no se ve movimiento tras la barra. Ya no quedan botellas en las estanterías y las vitrinas ya no exponen los pasteles y pastas que tanto llamaban la atención en la pastelería salón de té 'Divas'. Hace tan sólo unas semanas que en la puerta de la entrada se colgaba el cartel que anunciaba el inminente cierre. «Después de muchos años endulzando vuestros días, hemos decidido cerrar nuestras puertas para disfrutar de una merecida jubilación», se podía leer. Así, el domingo 8 de septiembre sería el último día en el que, tras más de 40 años, la persiana se levantara.
«Queremos expresar nuestro más profundo agradecimiento a todos nuestros amigos y clientes por el cariño y la confianza que nos han brindado durante todo este tiempo», aún se puede leer en su cartel de despedida. «Nos llevamos con nosotros recuerdos inolvidables y la satisfacción de haber sido parte de vuestras vidas, celebraciones y momentos especiales».
Durante toda una vida, Paco y Manuel Olmos han hecho de este establecimiento, ubicado en la plazuela de José Zorrilla, su hogar. Mientras ellos sacaban adelante el trabajo, sus hijos jugaban en el parque del barrio, en el que han crecido. «Ha sido un trabajo muy esclavo», revela Begoña Tejedor, la mujer de Mariano, aunque revela que «se echa de menos a la familia que se crea en el local. Son muchos años con una clientela fija. Hemos tenido a niños que ya se han convertido en padres, y clientes que se han convertido en amigos».
La historia de la pastelería comienza en 1984, cuando Paco y Mariano toman la decisión de abrir su propio negocio. Hace justo un año, Paco optó por jubilarse, quedando el establecimiento en manos de Mariano y Begoña. Ahora, ellos han tomado la decisión de dejar de trabajar y bajar la persiana de un local que ya ha hecho historia en el barrio. «Estamos emocionados. Lo mejor sin duda es la gente, pero lo peor son los horarios y el no tener tiempo suficiente para vivir», explica Begoña, quien también ha visto a lo largo del tiempo la evolución de la zona. «Antes los negocios de esta calle eran familiares, por lo que no te importaba bajar los precios y quedarte con menos margen, pero actualmente tienes gente a tu cargo, empleados, por lo que no puedes hacer eso». Además, explica que cada vez hay menos ventas en los comercios locales porque «los clientes salen de trabajar a las ocho de la tarde, y a esa hora está ya todo cerrado. Por eso lo que hacen es irse a comprar a las grandes superficies».
En cuanto a las reacciones ante su jubilación, no han sido pocas. «Hay clientes que te van a echar de mí y otros al sitio», explica. Y es que por la pastelería pueden pasar alrededor de 200 personas al día. Entre los comentarios que se pueden leer en la publicación de Facebook en la que anunciaban su despedida, no faltan los agradecimientos y las muestras de cariño. «Todos los segovianos hemos creo que hemos disfrutado de buenos momentos allí», escribe un joven; «Muchas gracias por todo, disfrutar de vuestra jubilación» se puede leer más abajo; «Os echaremos mucho de menos» o «Gracias por todo y por lo bien que nos habéis tratado».