En la actualidad tener formación como soldador es casi como tener un tesoro o un empleo prácticamente garantizado. Desde hace varios años son muchas las empresas de la zona de Cuéllar y en general en la provincia que demandan este perfil profesional, vinculado en gran medida también a la construcción. Desde el Centro de Formación Autoescuelas Castilla de Cuéllar llevan cuatro años impartiendo este tipo de cursos y tiene lista de espera, incluso hay que pasar una selección para poder realizar el curso.
Felipe Pérez es el profesor que imparte esta formación desde sus inicios y cuenta con una experiencia de mas de diez años en distintas provincias de Castilla y León. Es exigente y perfeccionista y eso se nota en las prácticas de sus alumnos. «El trabajo de soldador es muy demandado. Todas las semanas llaman empresas de la zona preguntando por alumnos que tengan conocimientos básicos y motivación para trabajar y promocionar. Todos los chavales que han realizado los cursos hasta el momento están trabajando de ello y están muy contentos», explica.
En la actualidad se encuentran en el ecuador de un curso de nivel 2 que permite obtener un certificado de profesionalidad y que tiene una duración de seis meses, aunque les hay de menos tiempo. «El grado de empleabilidad es del 100%, de hecho, si por aquí han pasado 80 alumnos están trabajando todos», sentencia.
La formación teórica es importante y buena muestra de ello son los cuadernos de soldador que realizan los alumnos con sus apuntes perfectos y las practicas que realizan. «La evaluación a los alumnos es exhaustiva, teniendo en cuenta su destreza, facilidad a la hora de trabajar los materiales, organización, compañerismo, y otros criterios que se plasman en la nota final para obtener el certificado, no es solo ser buen soldador sino tener los conocimientos», concreta Pérez, mientras en el taller de materiales pone a prueba a uno de los alumnos a la hora de elegir el electrodo adecuado. «La formación teórica es importante pero la práctica también. Tienen que aprender a soldar en posiciones incómodas para que en la vida real, en el trabajo diario no tengan ningún inconveniente, realizamos practicas con todo tipo de materiales, aluminio, acero con distintas aleaciones, como el cromo o el níquel», comenta el profesor.
Dentro de estas prácticas también colaboran con distintas propuestas que les llegan. Sin ir más lejos, la pasada Semana Santa en Cuéllar se pudo ver en la calle su trabajo. Este grupo de trabajo de 15 personas de distintas edades, trabajadores y desempleados, entre los que también ya una chica, realizaron las andas que sirvieron para portar al Cristo de Santa María de la Cuesta en el viacrucis del Miércoles Santo.
«Nos lo pidieron y el Centro de Formación Castilla lo ha donado, y a los chavales les ha servido de práctica. Se hicieron en acero inoxidable y acero al carbón y ha sido una práctica muy motivadora y vistosa. Lo ha visto la gente del pueblo y ha llamado mucho la atención", relata. En la lista de tareas tienen pendiente realizar otras andas para el Cristo de la Encina que procesiona el Lunes Santo.
Aunque estos elementos son quizá los más vistosos, a lo largo de estos años también han ayudado a soldar a empresas de la zona que por las dificultades de los materiales ellos no pueden porque es complejo o porque no tienen la maquinaria adecuada. «Estos trabajos son también una prueba más y un reto para los alumnos. Hemos hecho cosas curiosas estos años como soldar coches que han participado recientemente en un Raid en Marruecos con un antiguo alumno, ayudado a gente que viene a soldar una pieza de una lavadora, espejos de una moto, una plancha antigua de hierro, hemos hecho barandillas, bancos, escaleras para parques, el Ayuntamiento de Cuéllar nos donó unos tubos con los que hemos diseñado unos bancos… A los chavales les motiva y les gusta ver los resultados, además de colaborar en este tipo de trabajos», explica.
Además de las practicas y estos proyectos sociales o comunitarios, los alumnos también tienen que realizar un trabajo de final de curso. «Lo que ellos quieran, pero empleando todas las técnicas aprendidas y todos los materiales. El viernes es el día en el que se dedican a su propio proyecto y para ellos es más motivacional», comenta Pérez. Entre los proyectos que están realizando se encuentran una escultura de una guitarra, una barbacoa, una banqueta, una silla con distintos elementos, una estructura en forma de corazón para reciclar tapones, el escudo de Mozoncillo, lugar de origen de uno de los alumnos, o un pez carpa, entre otras curiosidades.
Alan es uno de los alumnos que, con 23 años, expresa con pasión e ilusión lo que para el supone este curso. «Es un sector que tiene muy buen desarrollo, para mi es entretenido y me gusta porque puedes abarcar infinidad de cosas como bricolaje, carpintería, portones… es algo que disfruto y me da felicidad. Hay distintos tipos de soldadura y hay que ser muy preciso y controlar todos los parámetros. El objetivo final es conseguir un trabajo y cuando veo la cantidad de ofertas de empleo que hay, lo disfruto aún más. Con la soldadura puedes hacer de todo», explica con brillo en sus ojos.
Carlos es agricultor y ganadero y cuando tuvo la ocasión de entrar al curso no lo dudó en absoluto, porque es consciente de que en sus ámbitos de trabajo es muy importante tener estos conocimientos. Alejandro también compagina su trabajo por las mañanas con la formación por las tardes. «Es duro pero es una materia que siempre me ha gustado y cuando me hablaron del curso no lo dude. Es una formación a mayores y el saber no ocupa lugar», comenta. Luna, de 19 años, es la única chica en el curso y se siente muy a gusto. Vino de Colombia hace un año y ya allí realizo estudios relacionados, pero reconoce que no tienen nada que ver con esto. «Allí los cursos son muy caros y ahora aproveché la oportunidad de aprender más porque me gustaría trabajar de esto», concluye.