Hace tres años, los cinéfilos españoles quedaron impresionados con La chica del brazalete, del director Stephane Demoustier, que cuestionaba el conocimiento que de su hija tenían unos padres, tras ser acusada del asesinato de una amiga. En Borgo, vuelve a plantear los dilemas morales a los que se enfrentan seres humanos de vidas corrientes. En este caso, una funcionaria de prisiones se ve envuelta sin querer en un auténtico complot.
La historia de Borgo está basada en hechos reales. ¿Pero qué es real y qué es ficción de esos acontecimientos que pasaron en Córcega?
Todos los personajes son de ficción, no he realizado una investigación sobre los seres humanos que vivieron esos hechos. Lo que sí son auténticos son algunos acontecimientos de base que se relatan. Es decir, hubo una funcionaria de prisiones a la que se le acercaron ciertos presos y ella se torció en su comportamiento. De alguna forma, quería acercarme a cómo en la vida, siendo una persona normal, ella se va convirtiendo en otro ser humano diferente.
Como en su anterior película, La chica del brazalete, juega con la ambigüedad, con el misterio de la personalidad de esa funcionaria. ¿Le atrae esa dualidad de los humanos?
En la vida los seres humanos demostramos sentimientos contradictorios así como en nuestra naturaleza, pero estamos condenados a vivir en sociedad y eso nos convierte en lo que somos. Esa es la razón por la cual en mis películas me interesa mostrar esa complejidad y jugar con ella.
Yo definiría su película como un thriller carcelario pero, en el mismo, hay también elementos de drama social, porque esa funcionaria cae en las redes de los mafiosos porque tiene una situación económica precaria y porque se siente sola.
Yo adoro el thriller policial o carcelario, pero lo que realmente prefiero es describir la situación social de esa mujer que está abatida porque tiene una situación económica difícil, pasa momentos poco sencillos con su familia tras el traslado a Córcega. Todo ello, conlleva una gran presión psicológica sobre ella y eso supone comprender como deriva el comportamiento de esa mujer.
¿La cercanía física a delincuentes cree que puede hacer que los funcionarios justifiquen en cierta forma sus acciones al ver su lado humano y no el delictivo?
La película intenta mostrar las razones de todos, sin defender ninguna posición, eso nos permite comprender mejor el recorrido de la protagonista, pero he intentado no justificar a nadie. Ella se niega a juzgarlos.
El escenario donde se desarrolla la acción, la prisión, parece muy real. ¿Dónde la rodaron?
En Francia y Córcega. Buscamos una prisión abandonada y, mientras se estaba reformando, filmé las escenas que se desarrollan en otros interiores, como el piso de la funcionaria. Al rodar dentro de una cárcel se inyecta en los actores ciertos sentimientos, lo que ayuda a su interpretación.