Mientras el ya conocido robot G1 pasea, con sus movimientos humanizados, por la zona expositiva de la segunda Feria Internacional de Innovación y Tecnología al Servicio de los Cuidados (Fitecu), los ciudadanos de a pie que por primera vez acceden a esta cita se van parando, preguntando y probando aquellos productos y herramientas que las más de 40 empresas desplazadas durante estos tres días a Zamora exhiben para demostrar que lo que se aventuraba para un futuro, quizá distópico, más alejado de nuestros días, está aquí ya hoy como una realidad palpable.
Tal es el caso de la primera ducha accesible, personalizada e inteligente del mercado que la compañía catalana Showee muestra en una furgoneta situada en el espacio de movilidad inclusiva, en uno de los lugares más sorprendentes y de parada casi obligada para todo el que entra a Fitecu 2025. Allí, el CEO y fundador de la compañía, Eric Güell, explica a Ical que su producto se adapta "a la capacidad de cada persona", ofreciendo un proceso automatizado de mojado, enjabonado, aclarado y secado en el que, "como en una Thermomix", la persona solo necesita que el familiar o cuidador intervenga "en ciertos momentos puntuales" del proceso, lo que incrementa la intimidad y permite que el usuario pueda "disfrutar mucho más de ese momento de higiene personal".
El proyecto, según apunta Güell, surgió cuando su abuela sufrió un ictus que supuso que la higiene pasase a ser "una de las peores actividades diarias, donde se sufrió mucho a nivel familiar". Una situación que, señala, "es una realidad para muchas personas en los domicilios, hospitales y residencias" y que llevó a este emprendedor a preguntarse "qué hacer" cuando "hay tantas tecnologías y productos que evolucionan para mejorar nuestro día a día pero las duchas siguen 40 años atrás".
Esta nueva ducha no solo cumple con la misión de higiene básica, sino que además permite que el usuario elija "la luz, la temperatura y la música" que le acompañará durante este momento para hacerlo más placentero, lo que ha llevado a Showee a comercializar el producto en más de 30 grupos sociosanitarios, tanto para apartamentos como residencias y hospitales, desde la perspectiva de que "la tecnología está para ayudar a las personas".
Con ese concepto de ayuda social nace también otro de los aparatos que más visitas ha recibido durante esta segunda edición de Fitecu, el maletín de telemedicina para el diagnóstico de Comitas e-Health, que permite realizar pruebas diagnósticas y consultas médicas a distancia con un médico en remoto y que, como comenta el técnico del Departamento de Desarrollo de Negocio de la compañía, Ignacio Martínez, "traslada la experiencia en telemedicina avanzada de las Fuerzas Armadas al entorno civil".
Este mecanismo permite que el médico no tenga que trasladarse donde está el paciente, conectándoles "independientemente del entorno en el que esté" cada uno, y realizar un diagnóstico en minutos a través de "una solución muy tecnológica per que puede usar todo el mundo". Además, es "el complemento perfecto al problema que sufrimos en España por la falta de médicos", advierte Martínez, que asegura que "con esta tecnología, se eficienta el proceso para llegar a muchos municipios y lugares donde ahora, por recursos o distancia, no se puede tener ese acceso a la medicina". Por ello, se trata de "una buena herramienta para solucionar este tipo de problemas a la población, sobre todo en esta Comunidad".
De hecho, la adaptación de muchas de las soluciones a la realidad territorial y poblacional de Castilla y León es lo que ha marcado gran parte de las soluciones presentadas por las empresas en Fitecu 2025. Tal es el caso del dispensador de medicamentos para personas polimedicadas del Grupo Mondragón, cuya responsable de Desarrollo explica que "está comprobado que el 50 por ciento de los medicamentos que se tienen que tomar estas personas no se toman por un motivo u otro".
Es por ello que este blíster supone una solución sencilla para los pacientes porque "solo tienen que recogerlo cada siete días en una de las farmacias" de las más de 2.500 con las que opera la compañía en España. Después, ya en casa, el propio pastillero es el que, programado bajo el dictamen del médico, recuerda con un pitido al usuario que es la hora de tomar su medicación y solo le deja sacar aquella que corresponde a ese tramo horario, mientras que "el resto no lo puedes tocar fuera de su hora". Además, avisa a la familia o al cuidador de si se ha tomado la medicación o no. Un dispositivo que generó gran curiosidad entre los asistentes a Fitecu.
Experiencias sensoriales
Lo mismo sucedió con el casco neuro-rehabilitador del Grupo de Ingeniería Biomédica de la Universidad de Valladolid, situado en el novedoso 'Espacio Innova: Lab to Market' que estrena Fitecu en esta edición, y en el que el investigador postdoctoral Eduardo Santamaría detalla que "se trabaja con la señal de electroencefalografía para registrar la actividad eléctrica del cerebro en tiempo real".
"Procesamos toda esa información que adquirimos en el ordenador y, mediante inteligencia artificial, somos capaces de identificar patrones que nos permiten identificar las intenciones del usuario a la hora de controlar un dispositivo", algo que, según manifiesta este investigador, da la posibilidad de "ver patrones y hacer una valoración del estado cognitivo de esa persona" y, a partir de ahí, "desarrollar aplicaciones para el control de dispositivos para personas con grave discapacidad o 'apps' de neuro-rehabilitación de ictus".
Estas herramientas están, no obstante, "en fase de investigación" pero el objetivo que se persigue es "transferirlo a la sociedad y que se pueda comercializar". Por el momento, se trabaja en el abaratamiento de costes para "reducir el precio de los equipos" a la vez que se trata de incrementar "la usabilidad para que sea más fácil y se optimicen los paradigmas de estas aplicaciones". "Pero estamos avanzando mucho, con pilotos en entidades objetivo como el Centro de Referencia Estatal de Discapacidad y Dependencia o en proyectos con personas mayores para la validación real y clínica de estos paradigmas", concluye.
Una validación que, a nivel social, desde luego obtuvieron las gafas virtuales de la empresa navarra Oroi, que fueron testadas por gran parte de los visitantes dado el atractivo de ofertar "experiencias que, por limitaciones propias de la edad, los usuarios no pueden vivir", como visitas a museos, entornos naturales, ciudades o sus propios pueblos, gracias al trabajo de producción de contenidos que realiza el propio equipo de la empresa en zonas de toda España y Francia.
Pero no solo de visitas vive el ser humano y la novedad principal de este dispositivo es que también "trabaja la estimulación cognitiva, para evitar el deterioro de funciones como la atención, la memoria o el lenguaje", a través de actividades como hacer la compra u orientarse por una ciudad, así como "la práctica del ejercicio físico a través de paseos virtuales en bicicleta o kayak", con lo que se trabaja "la rehabilitación de la motricidad fina y gruesa".
"Buscamos convertir la terapia en algo divertido a través de la gamificación", concluye el director de la empresa, Jorge Maylín, en un testimonio que corrobora Silvia, probadora de estas gafas en una experiencia de 360 grados "muy interesante" con la que pudo visitar Venecia. "Es como si estuvieras in situ", recalca, poco después de 'bajar' de la góndola que le ha permitido "mirar arriba, abajo, a derecha, a izquierda, alrededor y, a la vez, escuchar las explicaciones de en qué lugar estoy y qué tipo de historia tiene el lugar en el que me encuentro". "Es muy útil porque no parece realidad virtual, te llevan a un sitio real", confiesa, en una demostración más de que el futuro ya está aquí.