El festival Noches Mágicas de La Granja recibe este sábado a Víctor Manuel (Mieres, Asturias, 7 de julio de 1947) y su gira 75 aniversario, en la que envía mensajes desde su presentación.
Dice que «el escenario lo cura todo». ¿Tanto poder tiene?
Cura todo lo curable, claro. Pero fue la sensación que tuve yo cuando volví a cantar después de la pandemia, todavía con restricciones. Volver a cantar y volver a subir a un escenario era un bálsamo porque era una posibilidad que durante muchos meses la consideramos remotísima. Fue una experiencia maravillosa, inolvidable, y por eso lo metí de subtítulo de esta gira. Además es una frase de una canción mía de hace años. No hay ninguna profesión en la que te aplaudan cada tres minutos.
¿Y el tiempo lo cura todo?
Sí, bueno, en parte. Hay cosas que lógicamente es mejor que no se curen del todo porque es bueno tener memoria, recordar lo bueno y lo malo y pasar página de las cosas que a veces te joden la vida. Pero sí, yo creo que el tiempo lo cura todo. O casi todo porque también hay momentos y circunstancias personales de cada uno no que son inolvidables, evidentemente.
¿Usted tiene muchas heridas aún por cicatrizar?
No, qué va, yo tengo poquísimas. Con el tiempo -al menos a mí me pasa- vas ajustando las cosas y separas lo que es accesorio de lo que es fundamental. Hay cosas a las que le das mucha importancia cuando eres joven y cuando tienes cierta edad las relativizas. Yo soy mucho más partidario de llevarme bien con la gente que mal. Es decir, no soy un broncas, tengo mi opinión y la digo, pero no la impongo a nadie. No trato de que mi opinión prevalezca sobre las de los demás de una manera absurda.
De todas formas siendo una persona comprometida políticamente será más fácil llevarse golpes.
Claro, ahí fuera hay gente que se dedica a eso. Disculpe porque la edad aparezca siempre por ahí en medio pero cuando llevas tanto tiempo... Desde muy jovencito supe que no se podía gustar a todo el mundo y eso es un avance importantísimo, porque hay gente que se mueve sin saber que no se puede gustar a todo el mundo. Yo desde muy joven supe que si tenías opinión y si contabas lo que se te pasaba por la cabeza iba a haber gente que no iba a estar de acuerdo. Hay otras sociedades -que no son la nuestra- que son más permisivas y entienden la discrepancia. Hay gente que se lo toma como una afrenta. Este es un país muy difícil en el sentido de que estás conmigo o estás contra mí. Es mejor promediar y no estar todo el tiempo en contra de todo el mundo; ver en qué cosas no estás de acuerdo con la gente y decirlo.
¿Entiende al equidistante?
Yo nunca lo he sido. Nunca he contemporizado y he tenido opinión desde muy joven. Por eso a veces te va muy bien y otras veces te va menos bien. Me he pasado décadas y décadas y décadas sin cantar porque sencillamente no te contrataban los encargados de fiestas, por ejemplo. Desde hace muchos años lo que hago es organizarme yo e ir a cantar donde me dé la gana, pero ha habido otras épocas más jodidas, más duras, en las que por el simple hecho de tener una opinión política te ponían la cruz. Bueno, lo estamos viendo ahora, no hace falta ir tan lejos. De repente esos reinitos de taifas en los que se convierte una comisión de fiestas o el departamento de cultura de un ayuntamiento se creen que pueden prohibir una función escrita hace 200 años porque no les parece bien. Así se mueve el mundo desgraciadamente.
Otro de los títulos de su gira es 'La vida en canciones'. ¿Qué canción les dedicaría a esos que censuran?
Yo acabo el concierto normalmente -en bises y ya como traca final- con una canción que es muy antigua y que está escrita cuando se produjo el golpe de Estado del 23-F. La canción acaba con: 'Aquí cabemos todos o no cabe ni Dios'. Eso la gente lo entiende muy bien. Lo entiende muy bien porque yo creo que es lo que quiere la inmensa mayoría de la gente en este país. Que nos entendamos, que hablemos y que tratemos de que... Por mi vida no puedo excluir la tuya, es decir, todos tenemos la necesidad de ceder en parte en nuestras cosas, en lo que pensamos, en lo que hacemos para el que convive al lado. Eso es la democracia, no es otra cosa. La democracia la convertimos en una cosa muy alambicada, muy historiada, pero es tan sencillo como eso. Yo te dejo respirar a ti y tú déjame respirar a mí.
¿Cuál es la canción de su vida?
Es muy difícil, tengo tantas canciones... Pero siempre hablo de que la canción que más alegrías me ha dado seguramente ha sido 'Solo pienso en ti'. Por las circunstancia, por cómo se escribió la canción, por lo que significaba en 1978 cuando se escribió... Y sigue significando exactamente lo mismo. Y de alguna manera me he pasado tantos años encontrándome con familias de gente discapacitada que te dan las gracias simplemente por el hecho de darles visibilidad... Pero todo el esfuerzo ímprobo por integrar a sus hijos, a sus familiares lo han hecho de ellos a través de asociaciones y de su lucha tenaz. Yo en esa historia he puesto la música, pero la gente siente la necesidad de darme las gracias por dar visibilidad a algo que estaba ahí y que la verdad es que, cuando se editó la canción en 1979, no se hablaba de discapacidad como se habla ahora, que no es que sea como para tirar cohetes tampoco. Pero entonces se hablaba de dos chicos con problemas nada más y liquidaban ahí la cosa. Pero la discapacidad estaba ahí y la veíamos en nuestros paseos por la calle, en nuestras cosas familiares, a veces muy cercanas.
¿En qué queda por avanzar, en su opinión, en este ámbito?
Hemos avanzado muchísimo en estos años y lo que pasa es que bueno, cuando estás dentro de ese torbellino, no te das mucha cuenta de cómo se han movido las cosas, pero evidentemente creo que la discapacidad ahora está infinitamente más protegida de lo que estaba hace muchos años y también más integrada. A mí me da una alegría cuando voy a la compañía de discos porque siempre hay un chavalín que hace los recados -que es un chico o una chica- con discapacidad. Sabe perfectamente quién entra por la puerta, qué hace, dónde tiene que ir... Y a mí me da una alegría tremenda porque los chavales lo que te marcan es alegría, amor y cariño. Son unos chicos y chicas generosísimos y llenos de vida.
¿Usted cómo se siente?
Yo estoy muy bien. Estoy muy bien porque físicamente estoy bien. Yo creo que a una determinada edad a lo que puedes aspirar es sobre todo a tener salud. Una salud razonable porque, como a cualquiera de mi edad, me duele todo cuando me levanto por la mañana. Pero tener ganas de trabajar para mí es muy importante. Tener ganas de subirme al escenario me da muchísima vida porque es una profesión muy agradecida. Y cómo iba a pensar yo, cuando era un chaval, que iba a estar cantando a los 76 años en un escenario dos horas y media. Ni lo soñé. Llegar hasta aquí y seguir haciéndolo parece hasta casi normal, pero yo pienso internamente que no es normal, que no es normal que yo esté ahí plantado después de tantos años. Pero la gente lo toma como un acto de resistencia. De 'coño, que gira'. A los 76 años no hay por qué estar viendo obras. Yo estoy haciendo otras cosas y muy feliz.
Mick Jagger acaba de cumplir 80 años y ahí sigue. ¿Se ve usted ahí?
(Ríe). No lo sé. Hay un paso del tiempo y ya se sabe que con la salud hay una fragilidad extrema, aunque nos creamos supermán en algún momento. Hay circunstancias en la vida que te acosan y que te pueden machacar pero ojalá. El ejemplo que yo siempre tengo en la cabeza -y me imagino que yo no llegaré hasta ahí- es el de Charles Aznavour. Yo todavía lo vi cantar en Madrid en el Wikink Center con 94 años. Y fue curioso porque tenía contrato para volver a cantar al año ?siguiente en España, se rompió la cadera y lo primero que hizo fue llamar a la gente que lo había contratado para decir que le guardaran la fecha para el año siguiente. En estas ya empeoró y el pobre falleció, pero me parece un ejemplo de estoicismo y bravura maravilloso.
¿Habrá una gira con Ana Belén?
Sí, seguro que sí. No sabemos cuándo todavía pero seguro que sí, porque hace muchísimos años que no cantamos juntos. Hace ya ocho años, va para nueve, y mucha gente lo pide. En algún momento nos lo tendremos que plantear.
Así que no cabe esperar una aparición sorpresa de ella en La Granja.
No, no. En esta última tanda de conciertos llevo más de cien y no se ha producido esa sorpresa nunca.
¿Qué espera del concierto de La Granja de este sábado?
Espero todo, como siempre. Que la gente esté a gusto, esté feliz, porque no hay nada mejor. Que la gente piense que de verdad ha merecido la pena esas dos horas y pico que ha estado ahí. El trabajo de la gente que nos dedicamos al espectáculo consiste básicamente en eso. Que tú hayas ido hace veinte o treinta años a un lugar, que la gente haya salido contenta y cuando vuelven a anunciarte 20 o 30 años después vuelven a verte. Eso es la hostia y el único sentido de esto que hacemos. En ese sentido me siento la persona más libre del mundo. Solo dependo de poner la entrada a la venta y que la gente la compre. El día que no la compren ya sé yo que me tengo que ir a casa.