Estela estrenó en Segovia el primer 'plumas'de su vida este año para combatir el frío de una capital cuya climatología es diametralmente opuesta a la de la localidad gaditana de Chiclana de la Frontera, en la que nació. Es la única pega - "por poner alguna"- que esta agente del Cuerpo Nacional de Policía pone a su estancia en la capital segoviana en el último año para completar el periodo de prácticas previo a su incorporación efectiva a la profesión que ha elegido desempeñar.
Junto a un grupo de compañeros que eligieron Segovia como destino de la última fase de su preparación, la agente ha vivido en primera persona los primeros meses como policía, pasando por las distintas brigadas y servicios de la Comisaría Provincial y aprendiendo de la experiencia de sus compañeros ya veteranos.
Todos ellos integran la trigésimo octava promoción de la Escala Básica de la Escuela Nacional de Policía, con más de 2.200 alumnos que recibirán esta semana sus despachos de manos del rey Felipe VI en su sede de Ávila.
Norber, procedente de Barcelona, Rubén (Zaragoza), Julio (Valladolid) y Juan (Segovia) han compartido con Estela este año de aprendizaje que sin duda ha reforzado una vocación que se ha ido incrementando a medida que han completado las distintas fases de preparación desde su ingreso en la escuela tras superar la oposición que abre las puertas a su entrada en el cuerpo.
En el caso del agente catalán, reconoce que la Policía «siempre me había llamado mucho la atención, pero empecé a opositar tarde, porque la presión familiar me pedía que completara una carrera, y terminé Ciencias de la Actividad Física y el Deporte». En su caso, señala que el hecho de contar en Cataluña con la alternativa de los Mossos de Esquadra no le separó de su intención de ser Policía Nacional «porque me identifico más con los valores del Cuerpo Nacional de Policía y tiene un abanico más amplio en cuanto al ámbito geográfico».
Rubén fue el típico niño al que impresionaba la parafernalia policial en su Zaragoza natal, y su interés por formar parte de este cuerpo hizo centrar su objetivo profesional en ingresar en la Policía, y aunque reconoce que «no soy un buen estudiante», su ilusión le ha permitido superar todos los obstáculos para hacer realidad su sueño.
Algo parecido le pasó al vallisoletano Julio, que también venció la presión familiar completando la carrera de Derecho antes de formalizar su intención de ser policía, mientras que el segoviano Juan recuerda una visita realizada en su época de alumno de Bachillerato a una feria de Empleo en el IFEMA de Madrid, donde «estuve la mayor parte del tiempo en el stand de la Policía Nacional y al volver a Segovia ya vine con la idea de ser Policía», aunque también pagó el peaje familiar con los estudios de Magisterio.
Los atentados del 11-S espolearon la voluntad de la gaditana Estela a la hora de elegir una profesión, donde en su caso la experiencia de un familiar que ya trabaja como Policía Nacional le llevó a decidirse por este camino; una decisión que contó con las lógicas reticencias familiares. «Mi madre al principio no quería, porque le daba miedo un trabajo como el de policía, pero a día de hoy es la que más me ha apoyado y está orgullosa de lo que he conseguido».
Todos estos antecedentes les han llevado a iniciar una singladura que comienza desde la preparación de la oposición de ingreso, continúa en la Escuela Nacional de Policía y se completa con el periodo de prácticas que han realizado en este último año. Así, coinciden en señalar la diferencia entre el conocimiento teórico adquirido en la academia y la posibilidad de poner en práctica todo lo aprendido en el trabajo diario de las distintas brigadas de una Comisaría como la de Segovia.
Rubén asegura que el hecho de que Segovia sea una provincia pequeña con un bajo nivel delincuencial permite a los agentes en prácticas conocer en detalle todos los servicios y brigadas de una comisaría para después poder elegir aquel que se ajuste mejor a sus preferencias o exigencias profesionales, y Julio subraya que el apoyo de los compañeros ya veteranos ha sido fundamental para consolidar sus conocimientos en base a su experiencia.
«Al fin y al cabo, la Policía tiene tantas unidades y tantos puestos de trabajo que a lo largo de tu vida profesional es imposible abarcar todo, pero en este tiempo hemos podido tener una panorámica global que nos resulta muy enriquecedora», asegura.
Este tiempo sirve también para desmontar algunas ideas preconcebidas sobre el trabajo policial porque «no todo es calle», señala Juan y corrobora Julio. En este sentido, Norber señala que el hecho de que Segovia tenga pocas intervenciones policiales «nos permite que en las que intervenimos tengan una mayor calidad al contar con más tiempo para desarrollar todos los procedimientos, por lo que podemos hacerlos con mayor eficacia».
Por su parte, Estela ha descubierto en este tiempo que un trabajo inicialmente burocrático como la oficina de denuncias puede resultar muy atractivo, porque «estamos en contacto con el público de forma directa». Todo ello les ha llevado a no tener una idea clara de su futuro profesional que está ya próximo a concretarse en su destino definitivo tras concluir su formación, pero es algo que tampoco les preocupa porque «cualquier cometido será útil para la sociedad», asegura la agente.
Lo más importante en este periodo de formación ha sido la relación con los compañeros ya curtidos en años de servicio, cuyos consejos y ejemplo les ha servido como espejo en el que poder mirarse profesionalmente.
Así, Julio asegura que el mejor consejo recibido en este tiempo fue el de un policía veterano que le dijo que «cuando intervenimos, lo hacemos para solucionar un problema y para ello lo más importante es aplicar el sentido común para ayudar a la persona que nos pide asistencia».
El segoviano Juan remacha esta afirmación con otra recibida en este tiempo: «Lo más bonito de esta profesión es que te vayas todos los días a casa con la tremenda satisfacción de haber hecho algo por los ciudadanos, por pequeño que pudiera parecer»'.