Después de haber pasado por 56 colegios de otros tantos municipios de la provincia segoviana dentro de la campaña de animación a la lectura de los bibliobuses de la Diputación 'El bibliobús peregrino se pone en camino', la psicóloga Patricia Barba, una de cuyas especialidades es la psicoeducación, sostiene que «la escuela rural es la vida de un pueblo, entonces en el momento en el que un colegio se cierra ese municipio empieza a envejecer porque la gente joven se va a otros en donde donde hay servicios para los niños y para los jóvenes».
Tras sostener que «el colegio es sinónimo de progreso del pueblo en donde se encuentra», quien también se ha especializado en el mundo del mindfulness (atención plena), habla de una de las fortalezas de las escuelas rurales: «La cercanía con las familias permite una atención muy individualizada y un apoyo completamente cercano».
Asimismo, esta profesional apasionada por compaginar la literatura con la psicología, introduciendo las manualidades, autora del libro 'Luca y las mariposas' (Gunis) entiende que es importante la comunidad que se establece al compartir los años de la infancia en el mismo colegio, «una unión que se traduce también en sentimientos de pertenencia al pueblo, de comunidad y de identificación con él», matiza.
Patricia Barba se inclinó por la psicología después de que un profesor del Instituto 'Giner de los Ríos', en la capital, le animó a que eligiera esta disciplina como optativa, y realizó la carrera universitaria siendo ya madre de su hija mayor. Lleva a cabo consultas de atención psicológica online, a través de su proyecto Attentmind (mente atenta), realizando también jornadas de igualdad o de animación a la lectura, encontrándose incluida en el catálogo de la Diputación Provincial.
Ha sido precisamente este trabajo con los bibliobuses, embajadores literarios de más de 9.000 usuarios, el año pasado, en el que se cumplió el trigésimoquinto aniversario de este servicio, el que le ha permitido conocer la realidad de la escuela rural donde también ha contemplado «una escasez de servicios para para ofrecer a las familias servicios como madrugadores o de comedor, para hacerlo compatible con la vida laboral de los padres.
Reconociendo que hay un profesorado que realiza muchos proyectos y de calidad, aunque se trate de pequeños centros, Patricia Barba subraya que «las ratio son muy altas porque hay hasta 28 alumnos nos para dos profesores tutores esto significa que solamente se pueden tener dos aulas abiertas y el alumnado, aunque sea más escaso, es muy diferente, incluso hay quien requiere apoyo especializado, sobre todo en primaria, donde la materia es muy diversa y se hace muy complicado para un solo profesor, lo que nos lleva a la conclusión de que bajar la ratio y poder disponer de otro aula facilita mucho el trabajo y mejora la educación y la enseñanza rural». Reconociendo que se hacen desdobles en materias complejas, como matemáticas, añade que «no es así para otras asignaturas».
En su ruta provincial, Patricia Barba también ha tenido sentimientos de pena al comprobar algunos colegios cerrados, ella lo define como una sensación de «desesperanza alucinante, hay algunos que al no tener colegio carecen de gente joven y hasta de hostelería, al final se convierten en pueblos fantasma en donde reside gente, quizás muy mayor o que va solamente el fin de semana porque sus padres eran de ese pueblo, registrándose una sensación muy triste». Luego ha percibido centros escolares «al borde del abismo», a punto de cerrar, porque necesitan un mínimo de cuatro alumnos, y otros que tuvieron épocas de esplendor, como el de Martín Muñoz de las Posadas, en el Palacio delCardenal Espinosa, que tiene ahora muy pocos niños, en sintonía con el descenso del número de habitantes que viene registrado la localidad, que ha pasado de 377 a 261, entre 2012 y 2022, según el INE.
Sobre la base de la Federación de Asociaciones de Madres y Padres Rurales de Segovia (Farse), constituida en Sepúlveda, junto con algunas personas más, Patricia Barba trata de volver a ponerla en marcha ya que, a su juicio, no es lo mismo la visión que se pueda tener de un centro escolar de la capital como de los del medio rural.
Sin embargo, quien ha trabajado en el negocio familiar de la hostelería, lo que también le ayudó a tomar el camino de la psicología, mantiene esperanza de que, de forma paulatina, se vaya llenando la España vaciada, incentivando a que se vuelvan a habitar los pueblos, para lo que cree imprescindible desarrollar actividades y tener un centro escolar.
Aunque dice que la crisis sanitaria ha dejado una huella profunda, cree que también ha dado la oportunidad a muchas personas a conocer o regresar al medio rural, «dándose cuenta de la importancia de tener un trocito de tierra en el que respirar aire limpio; hemos vuelto a redescubrir la importancia de vivir en contacto con la naturaleza, en un espacio abierto y a realizar actividades al aire libre», asegura Patricia Barba.