Editorial

El IRPF necesita un debate que revise su progresividad

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La decisión del Gobierno de que los trabajadores retribuidos a partir del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) tengan retención del IRPF ha sido la gran polémica social y política de la semana y seguirá siéndolo durante algunas jornadas más por dos hechos fundamentales. Primero, porque el empeño del Ejecutivo en mantener ese criterio mantendrá las fricciones entre la coalición gubernamental PSOE-Sumar y porque Podemos, el tercer elemento en discordia en la izquierda, ha encontrado su oportunidad para cuestionar el perfil progresista del Ejecutivo y se desquita así del ninguno al que en los últimos dos años le ha sometido tanto su presidente, Pedro Sánchez, como la líder de Sumar y vicepresidenta, Yolanda Díaz. El segundo hecho que garantiza que seguirá vivo este debate acerca de si se debe tributar IRPF por un salario anual de 16.576 euros es que el Partido Popular, en la oposición siendo primera fuerza parlamentaria, tampoco dejará pasar la oportunidad de desgastar al Gobierno en un asunto de calado popular, aunque se puedan hacer cuentas y comprobar que seguirán siendo más rentables para los asalariados los 1.187 euros mensuales de este año pese a tributar que los 735 sin tributación que percibían en 2018, el último hasta ahora con el PP en La Moncloa, entonces con Mariano Rajoy.

El debate, por tanto, está viciado por todas las partes y persigue más el ruido y el desgaste entre socios y adversarios que profundizar en otras cuestiones que también podrían ponerse sobre la mesa. Por ejemplo, en la progresividad del impuesto si de lo que trata en realidad este debate es de la defensa de una mejora del poder adquisitivo de trabajadores cuyos salarios se encuentran en un tramo muy inferior a la media. Se está poniendo el foco en la retención sobre el SMI de 16.576 euros porque se considera que es un ingreso tan bajo que no puede estar sometido a tributación. Es incuestionable que se trata de una remuneración baja y que cualquier pellizco de IRPF (1,8% en el caso más gravoso, el de un soltero sin hijos) supone una merma que se deja sentir, pero no es menos impactante la retención de más del 11% marcada por tablas de Hacienda para un salario bruto de 20.000 euros. Esa diferencia de 3.424 puede parecer enorme en términos porcentuales respecto al SMI, pero en la práctica, en cuanto a poder adquisitivo y suficiencia para poder desarrollar una vida normal, no lo es y sin embargo el mordisco de IRPF es sustancialmente mayor.

La progresividad del impuesto de la renta ha sido objeto de debate en muchas ocasiones y es posible que necesite una nueva revisión que lo haga lo más equitativo posible. Es obvio que deben salir menos perjudicadas las rentas del trabajo más bajas, pero tampoco se puede caer en la tentación populista de dejar al margen de tributación el SMI sin hacer una revisión en profundidad de la progresividad de todo el impuesto, porque su finalidad de ser justa está muy en duda desde que se redujeron sus tramos.