La Choricera, un edificio con pasado y con futuro

Nacho Sáez
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La Choricera, que acogió una de las fábricas segovianas más pujantes, es un emblema de la arquitectura de la ciudad en el siglo XX y se encuentra en un eje que vuelve a coger vuelo.

La Choricera, un edificio con pasado y con futuro - Foto: Rosa Blanco

La Choricera no es una fábrica cerrada más. Forma parte de la nostalgia de los segovianos por haber albergado una de las industrias más relevantes en términos de facturación y empleo de Segovia en el siglo XX. Sus productos cárnicos con la marca El Acueducto se conviertieron en un motivo de orgullo y contribuyeron a reforzar el sentido de pertenencia. Pero además La Choricera encarna un testimonio valiosísimo del patrimonio arquitectónico industrial de una época.

Fue la primera gran obra y una de las más importantes de Francisco Inza (Madrid, 1929-Mahón, 1976), un expresionista que perteneció al llamado 'Organicismo madrileño' o 'Escuela de Madrid', una tercera generación de arquitectos modernos que se caracteriza por la escasez de encargos respecto a arquitectos de anteriores generaciones y destacan en brillantes concursos y obras menores.  Inza fue el redactor jefe de la revista Arquitectura del Colegio de Madrid durante más de diez años, lo que le hacía estar al corriente de todo el movimiento arquitectónico internacional. La Choricera es un edificio con un programa complejo. Se proyectó como un elemento vivo para que fuera sensible a los cambios y los soportara, cosa que sucedió. Gran parte del espacio utilizado para almacenamiento pasó a utilizarse para fabricación. Un edificio industrial está en constante cambio. Las tecnologías van mejorando y los procesos de venta van cambiando. El secreto de esta arquitectura es dotarla de una capacidad de crecimiento, cosa que hizo Inza, quien también proyectó la antigua Residencia Machado en La Piedad.

El cierre en 2009 de la fábrica de embutidos sumergió a La Choricera en la oscuridad. Ocho años necesitaron los administradores concursales para vender a Suministros Transcose estas emblemáticas instalaciones, que sin embargo han continuado aguardando un proyecto revitalizador. Transcose, que tiene allí su negocio, solo utiliza las naves exteriores y La Choricera tiene 45.000 metros cuadrados. Los rodajes de películas, series de televisión y anuncios publicitarios no han sido suficientes para devolverle su esplendor. Algo que parece más cercano con el proyecto La Choricera Mercado Central de Segovia.

«En Europa es normal que en un mismo espacio tú puedas hacer la compra, ir a una clase de yoga y ver una exposición. Se trata de transportar ese modelo a un edificio que sería inviable llenar de otra manera porque ya no hay empresas de estas dimensiones que ocupen totalidad del espacio. Y no podemos dejar caer el edificio porque es un edificio que es patrimonio vivo, está colocado exactamente en el kilómetro cero de Madrid y ahora sería imposible volver a construirlo. Sería más caro que el de enfrente (por el CIDE)», argumenta Alicia Sonlleva, una de las socias del proyecto.

Su pasado como fábrica de productos de alimentación allana el camino para conseguir los permisos sanitarios. Además, algunos espacios ya han experimentado un lavado de cara gracias a los rodajes, que también ha legado mobiliario. El proyecto de adecuación que comenzará el próximo 1 de julio pretende conservar la estética del edificio. «Se busca un ejercicio de restauración», subraya Sonlleva, quien también hace hincapié en su compromiso con la sostenibilidad: «Todos los productos de alimentación que se vendan aquí serán productos orgánicos y queremos ser autosuficientes desde el punto de vista energético».

Ese entorno, en el que también se encuentra el Centro Comercial Luz de Castilla y el CIDE, parece empezar a coger el vuelo que anunciaba la llegada del AVE en 2007. En el CIDE está prevista la creación del  Centro de Innovación y Tecnificación de Alto Rendimiento de la Formación Profesional (CITAR), los servicios administrativos del Ayuntamiento ocuparán la segunda y la tercera planta y ya ha comenzado a acoger rodajes, conciertos y otros eventos como congresos. «Hacía mucha falta un sitio con aparcamiento, un lugar donde se puedan desarrollar actividades como mercados y la gente pueda venir y tenga un acceso bueno, está enfrente del centro comercial, que tiene un tráfico de 600 personas los días de diario y casi 12.000 los fines de semana...», remarca Sonlleva sobre La Choricera, un edificio con pasado y futuro.