El día de San Pedro es por tradición fecha taurina en Segovia. Desde antiguo el día grande de las fiestas se remataba con la programación de un festejo taurino que invitaba a que los segovianos y a muchos habitantes de la provincia a acudir a la capital a disfrutar del espectáculo taurino. En las últimas décadas, eso no siempre ha sido así, y cada año con la llegada de la primavera surge la duda de si habrá toros en Segovia. Este año parece que sí, si la anunciada DANA no lo frustra. Porque tradición segoviana es anunciar toros y llegar la lluvia para la fecha en cuestión. Este año hay un cartel atractivo según dicen los expertos, con toreros de renombre de los que animan a la afición local, y también a madrileños que anticipan la tarde de toros en fin de semana con visita previa a comerse un cochinillo. Lo cierto es que cada vez tiene más dificultad sacar adelante este festejo. Los costes de una corrida de toros son inmensos. A la minuta de los toreros y los toros, hay que añadir un buen número de gastos de seguridad y sanidad, permisos, mantenimiento y el personal necesario para abrir la instalación. Y estos costes crecientes se encuentran con un público menguante y una afición cada vez más reducida.
A estas alturas de la columna alguno se está preguntado si estoy a favor o en contra de los toros. Pues ni sí, ni no, sino todo lo contrario. He ido a los toros varias veces hace ya años, la mayoría de las veces invitado por Pablo Pastor, el mítico periodista taurino de Segovia, que el año pasado falleció. No soy aficionado, ni entendido. Me pasa como con el mus, sé lo justo para seguirlo y sin mucho criterio. Pero tampoco soy antitaurino y respeto a los que cultivan esa afición.
Es un debate instalado en nuestra sociedad, y ahora veo en las redes sociales como a cada publicación de corte taurino, sigue una retahíla de abolicionistas que tildan de asesinos y cómplices a sus aficionados. Pienso que hacen un flaco favor a la causa que dicen defender, pues con esa actitud no hacen más que generar nuevos seguidores a los toros. Muchos, con el afán de llevar la contraria acuden a la corrida. Están los que son taurinos por ideología. Como si para ser un auténtico español, tienes que ir a los toros y fumarte un puro, aunque no distingas una chicuelina de un pase de pecho. Soy partidario de que cada uno haga lo que le parezca mejor, y se respete al otro. Mientras las corridas de toros sean legales, los aficionados tienen derecho a disfrutar del espectáculo. El día que la mayoría de la sociedad piense lo contrario, pues que el parlamento lo prohíba como acaban de hacer en Colombia y ya sucede en algunas autonomías de España. No me parece buena su estrategia la de acudir a las plazas de toros a montar lío y llamar a asesinos a los aficionados. La tendencia de nuestra sociedad es a que cada vez haya menos personas están dispuestas a pagar para ver una corrida de toros. No hay más que verlo y percibirlo. En la calle nadie habla toros y toreros. Cuando se habla de estos, muchas veces son más por sus líos amorosos, que por sus hazañas taurinas. Los niños no juegan a los toros en el recreo ni en la calle. Y la presencia de la información taurina en los medios de comunicación es residual, no interesa a casi nadie, ni da audiencia, ni ventas, ni patrocinios.
Hace décadas era habitual ver corridas de toros por la televisión, y todavía se recuerdan aquellas magníficas retransmisiones de Canal + en las grandes ferias que impulsaban la televisión de pago en la década de los '90 del pasado siglo. Ahora están en una plataforma de pago digital, casi clandestino, que anuncia como gran éxito que tiene 40.000 abonados. Cuando ves hemerotecas de prensa del pasado, los toros estaban muy por encima del deporte y las crónicas de los éxitos taurinos abrían periódicos. Hasta la gente discutía por ello.
Por todo ello recomiendo a los antitaurinos que el día de San Pedro, se den un buen paseo por la Alameda del Parral, y dejen que la afición se muera sola, y espere el momento de meterle un buen estoconazo. Lo que es una pena, es ver la Plaza de Toros de Segovia. Histórica y monumental, con más de doscientos años de antigüedad, que ofrece una imagen paupérrima y que pide a gritos una restauración y una adaptación a otros usos como conciertos, ferias y otros eventos. Se trata de un inmueble de titularidad privada, y por tanto poco se les puede decir a las administraciones públicas en ese sentido.
Tenemos el ejemplo de la Plaza de Toros de León. En 1994, Gustavo Postigo, empresario segoviano fallecido en 2012, la adquirió y rehabilitó. El coso leonés está ubicado también es un espacio céntrico en la ciudad, como sucede ahora con la plaza segoviana. Además del uso taurino, aprovecha el resto del año para otros eventos. Por ejemplo, en 2002 se disputó ahí la Supercopa de España de balonmano. Es un buen ejemplo a seguir, pero no sé llegaría a verse efectivo en Segovia que tan necesitado anda de un gran recinto modernizado para eventos y espectáculos…. Porque a los toros les auguro poco recorrido.