En estado de guerra

Agencias-SPC
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Las violentas bandas criminales han puesto en jaque a Ecuador, un país donde predomina el terror

Las cárceles se han convertido en un campo de batalla entre clanes rivales que pretenden dominar los centros penitenciarios - Foto: Reuters

¡Tienen nombres variopintos, pero son las bandas criminales más peligrosas de Ecuador. Los Choneros, Los Tiguerones o Los Lobos están detrás de la escalada de violencia que ha llevado al Gobierno de Daniel Noboa a declararlos como grupos terroristas y a decretar que el país vive un «conflicto interno armado» por su actividad.  

Con una historia de hegemonías, traiciones y rivalidades por el control del narcotráfico y otras actuaciones ilícitas, el número de bandas se ha multiplicado en los últimos años a medida que el país se ha convertido en un punto clave para el tráfico mundial de cocaína, a donde llega buena parte de la producción colombiana de esa droga para luego mandarla a través de sus puertos para proveer a carteles mexicanos y a mafias de Europa del Este.

La banda más antigua y numerosa es Los Choneros, cuyo líder, José Adolfo Macías, Fito, escapó semanas atrás de la Cárcel Regional de Guayaquil, donde purgaba una condena de 34 años de prisión impuesta en 2011 por narcotráfico, delincuencia organizada y homicidio.

Este grupo surgió en 1998 en la ciudad de Manta y estaba dedicado, inicialmente, al microtráfico de drogas, liderado por Jorge Bismark Véliz España, apodado Chonero o Teniente España, cuya mujer e hijos fueron asesinados por Los Queseros, la banda rival, lo que desató una guerra que acabó con la exterminación de esta última.

Para 2003, Los Choneros se apoderaron completamente de la ruta del tráfico de drogas en la provincia de Manabí. Sin embargo, cuatro años más tarde, Teniente España fue asesinado y asumió el liderazgo Jorge Luis Zambrano Rasquiña, bajo cuyo mando la organización creció hasta controlar prácticamente el tráfico de drogas en el país y diversificó su actividad delictiva también a la extorsión, robo, trafico de armas y asesinato por encargo.

Incluso desde prisión, Rasquiña logró liderar el grupo y ampliar sus operaciones, para lo que reclutó a otras bandas que operaban como células en diferentes partes del país y que le rendían cuentas, como Los Tiguerones, Los Lobos o los Chone Killer.

Esta hegemonía se rompió a finales de 2020, cuando Rasquiña fue asesinado, lo que desató una sanguinaria guerra entre las distintas facciones por hacerse con el control del crimen organizado en el territorio ecuatoriano. Una batalla que ha dejado un saldo de más de 450 presos asesinados en las prisiones en una serie de masacres carcelarias, mientras que las matanzas en las calles también han sido frecuentes desde entonces.

El liderazgo de Los Choneros fue asumido por Fito, cabecilla de Los Fatales; y Junior Roldán JR, cabecilla de Los Águilas, pero tras el asesinato de este último el año pasado en Colombia, el primero quedó como mandamás absoluto.

En busca de la emancipación

Al frente, los Chone Killer, Los Tiguerones y Los Lobos buscan emanciparse de Los Choneros y tener mayor control sobre su actividad delictiva, una alianza que supuestamente contaba con la financiación de presunto narcotraficante y lavador de dinero Leandro Norero, asesinado en prisión en 2022.

De esa muerte se ha desvelado el caso Metástasis, la mayor operación anticorrupción de la historia del país, una trama de presunta corrupción judicial, policial y carcelaria entre cuyos procesados está el ahora expresidente del Consejo de la Judicatura Wilman Terán, además de importantes magistrados.

Esto ya era advertido meses atrás por la Policía, que en un informe señalaba que Los Tiguerones habían logrado «penetrarse en instituciones del Estado como el Consejo de la Judicatura, Fiscalía, Policía Nacional, Fuerzas Armadas y gobiernos locales».

Actualmente son Los Lobos los que mayor peso han ganado en contraposición a Los Choneros, con gran presencia en buena parte del territorio ecuatoriano.

En ese proceso, estas organizaciones han generado nexos con los carteles mexicanos como los de Sinaloa y Nueva Generación, así como con la mafia balcánica, convirtiendo al litoral del país en una lanzadera de cocaína en lanchas y semisumergibles hacia Norteamérica e infectando contenedores de productos de exportación a Europa desde Guayaquil y Machala.

El crecimiento de sectores primarios como el banano y el camarón y la falta de controles ha facilitado a las mafias la exportación de droga.

El poder de estas bandas ha aumentado en los últimos años y las cárceles se han vuelto prácticamente en sus cuarteles generales, por lo que el Gobierno de Daniel Noboa ha decidido declararles la «guerra interna» para tratar de frenarles los pies y acabar con la espiral de violencia que aterra a Ecuador.