El segoviano Pablo Atienza sale a hombros en su alternativa

Nacho Sáez
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El diestro corta dos orejas en la localidad soriana de Almazán.

El segoviano Pablo Atienza sale a hombros en su alternativa - Foto: Vanesa Santos

Triunfal alternativa de Pablo Atienza en Almazán (Soria). El diestro segoviano cortó dos orejas a su primer toro en su primera corrida y salió a hombros junto a Paco Ureña, también brillante ante los animales de Domínguez Camacho. Por su parte, Diego Urdiales se tuvo que conformar con una oreja.

Atienza cortó las dos orejas al ejemplar de su alternativa con una exhibición de toreo al natural. Después, con su segundo, dejó muestras de su buen concepto, según subraya en su crónica el portal especializado 'Mundotoro'.

Atienza es el último representante de una dinastía taurina. La que fundó su tatarabuelo, Pepe Atienza, y que ha dado cerca de una veintena de picadores con el apellido Atienza.

Su progresión hasta tomar la alternativa siempre fue contra natura. Su viaje fue el inverso al que realizan la mayoría de los toreros. «Se trata de torear por fuera y luego ir a Madrid cuando ya estás muy cuajado, y para mí fue al revés. Fui a Madrid a buscar torear por fuera para poder rodar», cuenta sobre un periplo en el que ha tenido que sortear un buen número de obstáculos. Se marchó a México para empezar la etapa de novillero con picadores pero, al regresar, no encontraba oportunidades. «Fue duro pero bonito. Estuve un año sin torear nada, pero me fui al campo a Salamanca porque tenía amigos matadores de toros e hice amistad con muchos ganaderos. En Salamanca estuve en el campo prácticamente mañana, tarde y noche y eso me forjó mucho. Me hice a la profesión, a estar en contacto con el toro y a prepararme muchísimo».

La misma disciplina espartana la mantiene cuando acaba de cumplir 32 años. Vive por y para su profesión, que en su caso va más allá de entrenar para salir a la plaza. También es ganadero y tiene su propio hierro de ganado bravo –se llama Flor de la Canela– fruto de otro de esos guiños que depara el destino. Entre tendidos y ruedos conoció a Vanesa Santos, hija de la torera Purita Linares y dueñas de la Finca Serranillo, que ya tenía su propia plaza de toros. Tras reformar lo que era un bar para convertirlo en vivienda, se fueron a vivir allí y compraron el ganado bravo cuyo cuidado ocupa hoy buena parte de su tiempo.

Criado en el barrio de Nueva Segovia con raíces familiares en Sangarcía y Cantimpalos, se siente un privilegiado. «Al principio el sueño de mi vida era vestirme de luces y lo cumplí, luego torear en Madrid  y también, y ahora voy a ser matador de toros. En esta profesión empezamos muchos y el toro hace una criba muy grande y muy poca gente llega, sobre todo hoy en día, que tienes que hacer un mínimo de 25 novilladas picadas y es muy complicado. Me siento un privilegiado del camino que llevo de luchar y de poder doctorarme el día 31», destaca cuando sobrevuela la conversación el nombre de Víctor Barrio, el último gran torero segoviano. «Era un fenómeno. Hizo muchísimo por Segovia y dejó una frase muy bonita. Decía que la tauromaquia no había que defenderla sino enseñarla, y él lo hizo hasta el último día. Era un ejemplo para todos y un buen amigo al que se le echa mucho de menos», remarca Pablo. Ahora ha llegado su turno.

ARCHIVADO EN: Soria, Almazán