La guerra de Ucrania, un asunto para preocuparse

Pilar Cernuda
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Trump tiene dos objetivos, conseguir la paz en Europa del Este y pactar con Putin que EEUU sea el país que diseñe la reconstrucción en la región

Foto archivo. El presidente de ucrania, Volodímir Zelenski, - Foto: EFE/ Miguel Angel Molina

Un mes en la Casa Blanca ha sido tiempo suficiente para que Trump haya enseñado las uñas, presuma de su capacidad de ejercer su poder más allá de lo imaginable, y haya provocado una auténtica conmoción internacional, fundamentalmente en Europa. Porque su principal iniciativa como presidente se ha centrado en Ucrania. 

Un país a cuyo mandatario, Volodimir Zelenski, prometió cooperación cuando era candidato a la Casa Blanca pero, una vez sentado en el Despacho Oval, ha colocado en su punto de mira y no solo lo ha calificado como dictador sino que públicamente lo ha acusado de ser quien inició la guerra con Rusia. A Trump, en su desquiciamiento para reconocer hechos incuestionables, que Putin invadió territorio ucraniano y provocó la guerra, solo le falta decir que fue Ucrania quien invadió territorio ruso.

Un mes en la Casa Blanca, y Donald Trump empieza a sufrir el desgaste. Mínimo, pero no contaba con él. Se acaba de publicar un sondeo que recoge que el apoyo ciudadano a su Presidencia está en torno al 46 por ciento. Aunque hoy los demócratas carecen de líder. Si se empiezan a ver síntomas de bajada de su aceptación, quizá pueda haber esperanza de que el presidente norteamericano se replantee algunas de las decisiones que hoy provocan auténtica conmoción. 

Un general estadounidense de larga trayectoria, hoy retirado, pidiendo confidencialidad para expresarse con mayor libertad, explica que desde Europa, desde cualquier continente, no será posible detener o variar mínimamente las políticas que ha emprendido el republicano. Solo reaccionará si pierde el apoyo actual de los ciudadanos de Estados Unidos, de sus instituciones, de sus empresarios, de los sectores sociales más influyentes. Esa es la razón de que actúe al margen de la UE y de la propia Ucrania cuando trata imponer, con Rusia, un acuerdo en ese país. 

Le es indiferente la reacción europea, la reunión en el Elíseo, la propuesta de que si hay acuerdo de paz lo garantice sobre el terreno una fuerza de paz europea. Ni se lo plantea. Tiene dos objetivos: ser el presidente que ha logrado un acuerdo de paz en Ucrania después de tres años de guerra, y en segundo lugar pactar con Putin que sea Estados Unidos quien diseñe el plan de reconstrucción de Ucrania.

Unas instituciones fuertes

El general pone el acento en que cualquier paso para tratar de neutralizar las iniciativas de Trump y Putin respecto a Ucrania hay que prepararlas con cautela. Se trata de dos hombres que no soportan fracasos, tampoco que nadie les imponga lo que deben hacer y dirigen dos potencias nucleares. No se puede obviar esa situación. Pero al general, como buen militar y por tanto como buen patriota, más que la amenaza nuclear, - cree que Trump jamás daría ese paso- le preocupa la pérdida de valores de la sociedad americana. 

Pero, explica, más fuertes que Trump son las instituciones. El Ejército, desde luego, pero también la Justicia, y las cámaras parlamentarias. Y recuerda que dentro de dos años se celebran el Midterm, las elecciones con las que se renuevan parte del Senado y de la Cámara de Representantes. Con toda seguridad, la gobernanza de Trump en esta primera parte de su mandato tendrá en cuenta esa Midterm, porque no puede permitirse el lujo de perder las mayorías con las que cuenta actualmente en las dos Cámaras.

Las necesita para acometer los proyectos que tiene en mente. Entre ellos, el ya mencionado final de la guerra de Ucrania pero, también, resolver el problema de la inmigración ilegal, que hoy es preocupación máxima de un porcentaje alto de estadounidenses. Incluido un sector social que vota mayoritariamente a Trump: los inmigrantes que han logrado regularizar su situación e incluso nacionalizare y sentirse estadounidenses después de mucho esfuerzo y una vida muy dura, y que no quieren que lleguen oleadas de nuevos inmigrantes, fundamentalmente latinoamericanos.

Europa está intranquila -por no decir conmocionada- por los primeros pasos dados por Trump y su alianza con Putin, que hace temblar a los países bálticos, y también a Suecia y a Finlandia, que comparte tanta frontera con Rusia. Por no mencionar las antiguas repúblicas soviéticas que temen que las ansias expansionistas de Putin las conviertan en territorios tan vulnerables como ha sido Ucrania.

Para esas ansias de Putin, la alianza con Trump es indispensable. Y para Europa, es esencial que Trump cambie su estrategia actual de ser el sheriff del mundo, y eso solo puede llegar de la mano de las instituciones de Estados Unidos.

Recambio demócrata

El Partido Demócrata ha iniciado ya su renovación, que debe ser profunda, para recuperar lo mucho perdido y encontrar una figura que pueda plantar cara a los republicanos y que, antes de cuatro años, presente una imagen renovada, fuerte, unida, que obligue a Trump a reconsiderar algunas de sus políticas nacionales y, lo que más importa a Europa, su estrategia internacional. Porque la imagen es una cuestión que importa mucho al actual presidente de EEUU, que tras el fracaso de hace cuatro años necesita anímicamente salir de este mandato con el perfil de gran mandatario.

No es casual su acercamiento a los medios de comunicación, con ruedas de prensa diarias frente a un Biden que huía de las comparecencias. Trump cuenta con medios incondicionales, pero algunos de los más prestigiosos, como The New York Times, The Wall Street Journal o la CNN no le hacen el juego. 

Su papel, el de los medios, es importante. En buena parte, de ello depende, por ejemplo, que calen en la sociedad estadounidenses los argumentos que transmite Trump cuando desacredita a Unión Europea presentándola como un organismo de países con sociedades diversas pero que buscan que EEUU financie su defensa y su seguridad, no agradece que haya puesto tantas decenas de miles de muertos para hacerles ganar la guerra contra Hitler, no dedica el necesario presupuesto a la investigación tecnológica para frenar el avance chino y critica las medidas contra la inmigración de Estados Unidos pero ellos, los europeos, cierran las puertas a inmigrantes y refugiados de las guerras de África y Asia. Y recuerda lo que dijo Obama a la UE: que haga los deberes en la OTAN, que la defensa tiene que ser una responsabilidad compartida.