Las amigas son como las estrellas, no siempre las puedes ver pero sabes que están ahí. Yara López y Khadija Bouzid despidieron el 2024 separadas por más de 500 kilómetros de distancia pero con una conexión muy íntima, la de su pasión por el atletismo. Como si se lo hubieran propuesto en uno de esos pactos de amistad que son inquebrantables, ambas se dieron a conocer al gran público estas Navidades con sendos resultados de campanillas. Khadija ganó la San Silvestre de Segovia y Yara quedó segunda en la de La Coruña.
Este pasado martes apuraban en las pistas Antonio Prieto el último día para poder entrenar por la mañana, antes de regresar a las clases, en sus respectivos institutos, tras las vacaciones de Navidad. Felices, sin una pizca de melancolía por tener que regresar a la rutina y con la autoexigencia que les ha permitido auparse al escalafón de las promesas del atletismo español. Interrumpen su entrenamiento, responden a las preguntas de este reportaje, posan para las fotos y vuelven a la pista. Con la naturalidad y la ilusión propios de su minoría de edad, que para Yara se acabará el próximo 12 de febrero.
«Todas las amigas íbamos a las pistas a correr los Juegos Escolares. Luego también un poco por mi padre, que se metió de entrenador. Y en la pandemia empecé a entrenar más en serio porque era una manera de desconectar del confinamiento», cuenta sobre sus inicios Yara, estudiante de segundo de Bachillerato del instituto María Moliner. Su entrenador sigue siendo su padre, Víctor López, al que muchos consideran el mejor entrenador de atletismo de Segovia en la actualidad. «Generalmente me dice como que me lo tome con más calma porque, a veces, como que me frustro si no me sale una carrera o me pongo nerviosa con los exámenes, pero al margen de eso no me hace hincapié en nada en particular», explica.
En su amistad, llena de cifras de tiempos de carrera y de series de entrenamientos, Khadija pone el contrapunto. «Yo me lo tomo con mucha calma. Sí que me pongo un poco nerviosa en las competiciones, pero creo que eso es algo que le pasa a todo el mundo», señala esta exvecina de Marugán. Allí dio sus primeros pasos en el atletismo gracias al Memorial Santi, una carrera que rinde homenaje desde hace dos décadas a Santiago Garcimartín y a la que la invitó el padre de Santiago.
«Aunque mi madre nunca ha hecho deporte, también le gustaba verme correr», continúa Khadija, que el 4 de febrero cumplirá 17 años. Con 16 se ha estrenado en el palmarés de la San Silvestre de Segovia, una victoria que reconoce que, al tomar la salida, sabía que podía conseguir, aunque la afrontó sin presión. Su reto más inminente es organizarse mejor para gestionar de manera más eficaz sus descansos: «A veces me ocurre que si tengo entrenamiento y examen al día siguiente, me quedo a estudiar más por la noche, duermo menos horas y estoy más cansada».
El entrenador de ambas trata de elegir con mimo los momentos en los que apretar las tuercas. «Yo lo que más necesito es que intenten disfrutar del deporte, que sean serias en los entrenamientos y que compitan lo mejor que puedan, pero sin agobiarse ni con rendimiento, ni con marcas, ni con puestos. El rendimiento les genera mucha ansiedad y ya se presionan bastante ellas solas como para estar presionándolas todavía más los padres o los entrenadores», argumenta López.
Tampoco vuelca en ellas sus anhelos de dar una atleta profesional: «No me obsesiona ni lo más mínimo porque sé que es muy difícil aunque también sé que Yara y Khadija, como Alejandro Domingo, Claudia Corral, Rafa Rodríguez o Eduardo Hernández, tienen mucho nivel y muchas cualidades. Además no me parece tampoco lo más esencial y lo más importante de la vida de un ser humano».
El proceso es la clave de bóveda del trabajo que realizan. Yara y Khadija llevan caminos paralelos. Además de que comparten entrenamientos y aficiones fuera de la pista («Quedamos para dar una vuelta y a veces ir de compras»), las dos estaban en el Sporting Segovia y han pasado al Vicky Foods Athletics, compiten todavía en categorías inferiores –Yara en sub-20 y Khadija en sub-23– y aún tienen que definir cuál va a ser su disciplina. Tras la temporada de cross, la más mayor de ambas se perfila hacia el 1.500, mientras que a Khadija le tiran más los 3.000 obstáculos (2.000 todavía en su categoría). Mientras llega el momento de tomar la decisión, se retroalimentan. «No nos picamos entre nosotras. Quizás solo en alguna de estas series al final del entrenamiento que hay que hacer a tope, pero son piques sanos y eso también ayuda a que mejoremos», remarcan, al tiempo que desvelan sus manías.
«Yo ahora no tengo tantas pero antes tenía que llevar unos determinados pendientes, un determinado peinado, cargar el reloj el día antes de la competición», indica Yara. «Yo no tengo muchas pero sí que me gusta tener una rutina establecida, como por ejemplo desayunar siempre lo mismo en todas las competiciones», interviene Khadija. También coinciden en el que es su sueño deportivo: llegar a ser internacionales absolutas con la selección española. «Nos gustaría pero es muy difícil, obviamente», concluyen con las mismas sonrisas en la cara que al principio de la conversación.
Su entrenador es optimista. «Tienen por delante una perspectiva muy bonita. Están ahora justo en años muy difíciles porque les pasa como a Alejandro Domingo. Están acabando el Bachillerato y ya veremos a ver qué tal se ajustan a la universidad. Ya son edades donde se entrena muy fuerte y donde ya hay que empezar a dedicarle mucho tiempo al atletismo y empezar a sopesar si quieres dedicar más tiempo a los estudios, más tiempo al entrenamiento y cómo equilibrarlo. Pero confío en que lo hagan bien», remacha.