Un verano para enmarcar

Cristina Sancho
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Raúl Sánchez imparte clases de pintura en Cuéllar y este verano ha ganado numerosos concursos de pintura rápida por toda España.

Un verano para enmarcar

Desde hace doce años Raúl Sánchez Muñoz da clases de pintura en Cuéllar, en Carbonero en Mayor y en Bernardos, además de participar en las ilustraciones del proyecto Eresma Arqueológico. Nacido en Bilbao se vino a Navas de Oro con 33 años para intentar vivir de la pintura. Montó un estudio de pintura en casa de su madre y desde su centro de creación se mueve por distintos puntos de la provincia impartiendo clases, especialmente de octubre a mayo y durante los cinco o seis meses de primavera y verano se recorre las carreteras del país participando en distintos concursos de pintura rápida. Este verano ha sido muy bueno para él ya que ha ganado al menos cinco primeros premios como los de Portugalete, Guijuelo, Mota del Cuervo, Trillo o Barrucopardo, y varios segundos como el que consiguió en Riaza. En unos seis meses participa en unos 25 o 30 concursos.

«Queda mes y medio de concursos aún, vengo realizando unos dos concursos por cada fin de semana, sábado uno y domingo otro, busco que sean relativamente cercanos. He viajado por toda la geografía nacional. Hay fines de semana que haces 300 kilómetros y otros 1200», explica. Galicia, Andalucía, País Vasco, Valencia, Extremadura, Castilla la Mancha, Madrid, Castilla y León… lleva unos veinte años participando en concursos y eso hace que poco a poco conozca las claves de cada uno de ellos. «Mi profesión es la pintura y los concursos son una forma de buscarme la vida. Te dan premios económicos y se quedan con el cuadro. Es una satisfacción que se queden con tu obra y sea premiada además de ser para uno mismo una recompensa personal», comenta. De esta manera su arte está repartido por muchos pueblos y ciudades de España.

Nuestro país es un país de concursos de pintura rápida. Fuera de España, salvo en algún lugar de Francia o de Latino América no se dan este tipo de iniciativas y si es así han sido impulsadas por pintores que previamente han pasado por los concursos españoles, pero la cuantía económica suele ser menor. No obstante, a los concursos españoles si acuden algunos franceses, o británicos entre otras nacionalidades. En la provincia de Segovia aún se mantienen los concursos de pintura, pero poco se parecen en número a los que se celebraban en los años 90 con el respaldo de la extinta Caja Segovia. Desde la desaparición de la entidad, también desaparecieron estas citas veraniegas. Apenas se conservan en Riaza que es el más antiguo e internacional de España con 50 ediciones, Pedraza, San Pedro de Gaíllos, Sacramenia, Nava de la Asunción y Marugán se ha unido a la lista recientemente.

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En el caso de Riaza, por cercanía ha participado muchos años, pero no ha sido hasta esta edición cuando consiguió el segundo premio que por el prestigio y el empeño le supo cómo un primero. Ahora además están apareciendo muchos por el sur de España y con una dotación económica interesante. Uno de los concursos más importantes en los que ha participado ha sido en Andujar donde consiguió el primer premio.

Otro concurso que destaca es el de Burgos con la participación de unos 300 pintores y diez premios que van desde los 3.000 a los 600 euros. «Es un concurso que tiene una amplia variedad de premios y eso también fomenta la participación. Viene gente del extranjero y es un espectáculo y atractivo para la ciudad. Es una pena que en Cuéllar por ejemplo se haya perdido», comenta a la par que añora también el que se organizaba a los pies del Acueducto en la capital segoviana. «Eran maravillosos».

A medida que han pasado los años, también han evolucionado los tipos de pintura. Hace 10 años Sánchez se decantaba por las ciudades, los interiores, las calles… el patrimonio siempre es un aliciente, aunque ahora se encuentra mucho más cómodo con las panorámicas. También hay concursos temáticos en función de los patrocinadores y la valía del artista, está en saberse adaptar y conectar con la gente.

Tras veinte años viajando de concurso en concurso, Raúl considera que son un revulsivo para los pueblos. «Atrae público, da vida, algo dejamos además de arte y espectáculo, puede haber 50 o 200 personas pintando en la calle, es el dia de los pintores y si en el pueblo se institucionaliza, la gente sale a ver el concurso a los pintores, las obras acabadas, el proceso creativo por las calles… Es un espectáculo. En pueblos con patrimonio creas obras y los trabajos que no están premiados se venden en la exposición final. Es una manera de que los vecinos puedan tener un cuadro de su pueblo por un precio asequible que no va a poder encontrar en una lámina comprada por Internet», reflexiona. Respecto a los costes, considera más barato organizar un concurso de pintura rápida que el concierto más barato que se pueda realizar.

Con cariño recuerda sus inicios en el concurso de pintura rápida de Cuéllar hace más de 20 años. «Soy rápido, me gusta resolver un cuadro con rapidez, veía a la gente y alucinaba. Pensé que yo podía hacer lo mismo y me venía con mi lámina», recuerda a la par que trae al presente las obras de Florines. «Hacía unos cuadros en un momento que alucinabas. Es una pena que se haya perdido y ojalá alguien se atreva a recuperarlo. Por lo general es un tema de Ayuntamientos, asociaciones y también empresas que hacen el aporte económico y que además se llevan un cuadro», apunta. Mientras, quedan sus clases, que son una vía de escape para sus alumnos y para él otra manera de vivir de su trabajo y de encontrarse gentes la mar de interesantes a los que le gusta dar clases y enseñar sus conocimientos.