Aunque han pasado casi tres lustros desde que la ciudad francesa de Le Havre (166.000 habitantes) convirtió un centenar de contenedores reciclados en viviendas para estudiantes, este método de edificación  todavía es muy incipiente en España. Aún se asocia con falta de confort. Sin embargo, una empresa segoviana especializada en este ámbito de reciente fundación se ha propuesto desmentirlo. «Nosotros hacemos una casa de 90 metros cuadrados en cuatro meses mientras que desde que pagas a una constructora tardan entre seis meses y un año en empezar el proyecto», subrayan sus responsables.

Container Luxury Box es la iniciativa de Gabrial Vidal, Daniel González y Ángel Jiménez, dos jóvenes gallegos y uno segoviano que se han aliado para que las casas-contenedor no sean la excepción. El Gobierno de Canarias realojó en este tipo de viviendas a decenas de afectados por la erupción del volcán de La Palma, y el Ayuntamiento de Barcelona creó un edificio de siete plantas con 42 viviendas construidas a partir de 77 módulos prefabricados. «Nosotros nos regimos por la ley y trabajamos con un arquitecto», destacan los fundadores de Container Luxury Box, conscientes de que se ha extendido una imagen negativa de las casas-contenedor a raíz del caso de La Palma, donde se oxidaron a los cuatro meses de su entrega.

También genera recelo su aislamiento al calor y al frío. «Trabajamos con todo tipo de aislantes y ponemos uno u otro dependiendo de la zona de Europa a la que vaya a ir la casa. Porque trabajamos por toda Europa. En nuestra web está entrando mucha gente de Francia», explican Vidal y González junto al piso piloto. Este se encuentra en una nave del Polígono de Hontoria, desde donde atienden a día de hoy más de una decena de entrevistas con interesados en comprar. Nacidos en Ourense, se han mudado a vivir a Segovia. «Yo trabajaba en una empresa que se dedicaba a esto, pero no quería seguir trabajando para los demás. Y conocí a Ángel, el segoviano, que tenía la idea de montarlo. Daniel es un amigo de la infancia que es ingeniero informático y diseñador de páginas web. Me ayudaba gratuitamente pero le dije que como tenía tanto compromiso formara parte de la empresa», relata Vidal, quien asegura que han rechazado propuestas para entrar en el accionariado.

Interior del piso piloto. - Foto: Rosa Blanco

Hay un futuro prometedor en esta opción residencial, en su opinión. El pilar es la utilización de contenedores marítimos reciclados: «Son contenedores que estaban fuera de la circulación y que con nosotros tienen una segunda vida. Es lo que pide la sociedad, que se reutilicen las cosas». Pero ofertan flexibilidad en el diseño. «También pueden ser nuevos. Tenemos modelos [de casa] estándar, pero lo que intentamos es que la idea que tiene nuestro cliente de lo que quiere que sea su casa llevarla a la realidad. Lo único que no nos pueden pedir es curvas», resaltan. La casa-contenedor piloto, que son casi 30 metros cuadrados, ronda los 36.000 euros más, pero están listos para entregarlas amuebladas y para hacer trabajos más complejos. Incluso se pueden apilar unas encima de otras.

Ni siquiera la calificación que tenga la parcela donde el comprador vaya a instalarla es un problema. «Para tener electricidad se pueden poner placas solares, y para el tema de la fontanería una fosa séptica y, si no tienes pozo, a través de una bomba», apuntan los responsables de Container Luxury Box, quienes desvelan también que han alcanzado un acuerdo con una entidad bancaria para que financie el cien por cien de la hipoteca. «Mucha gente nos pregunta: ¿Pero el contenedor se va a ver así por fuera? No necesariamente. Damos la opción también de revestirlo por fuera con acabado en pizarra, piedra... Todo lo que la gente se pueda imaginar».