Tensa calma en el independentismo catalán. Conocedoras de su papel estratégico de cara a una futura investidura de Pedro Sánchez, las fuerzas secesionistas sacan pecho y exhiben sus exigencias con vehemencia. Pero, bajo esa capa superficial de gloria que les confirió el resultado de las generales del 23-J, las grietas van aflorando y las celebraciones de la Diada del lunes podrían ser la clave para desvelar que, lejos de unidad, proliferan los bandos entre quienes pugnan por romper España.
La cúpula de ERC sí irá este año a la manifestación en Barcelona, convocada por la Asamblea Nacional Catalana (ANC) y Òmnium Cultural. En 2022, a punto de romperse el pacto del Govern con Junts, los republicanos declinaron asistir tras las graves críticas de algunos sectores independentistas.
Este 2023, los dirigentes de Esquerra han optado por dar la cara en la marcha. Allí estarán desde el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, hasta el del partido, Oriol Junqueras, pasando por el portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián.
Sin embargo, mientras ERC hacía pública su intención de sumarse a la manifestación de la Diada, la ANC anunciaba, mediante un comunicado, que «las negociaciones con los partidos estatales que defienden la unidad de España por encima de todo no son una opción creíble, dado que el Estado español incumple sistemáticamente cualquier compromiso».
En ese mismo momento, la vicepresidenta Yolanda Díaz se reunía en Bruselas con el exjefe de la Generalitat fugado Carles Puigdemont, para avanzar en la futura investidura de Sánchez.
Por mucho que los republicanos se esfuercen en exhibir sintonía con los últimos movimientos de Puigdemont y le tiendan la mano para caminar unidos esta legislatura y así profundizar en los avances logrados (indultos, derogar el delito de sedición, modificar el de malversación y el reconocimiento, por primera vez, del conflicto político), desde Junts se ha evitado mencionar en todo momento a Esquerra.
Es más, en algunos círculos del partido del expresidente se ha difundido en los últimos días un cartel con el lema «Basta de sumisión, Govern dimisión», todo un misil en la línea de flotación de ERC que ha compartido, entre otros, el mismísimo expresidente Quim Torra.
Frente a estos gestos, oídos sordos en las filas republicanas. De hecho, la portavoz de Esquerra, Marta Vilalta, decía hace unos días que su partido asistirá a la manifestación este año porque el ambiente «no es hostil» contra su partido, sino que la convocatoria es «más abierta, más transversal, más plural, con más vocación de sumar que la que vivimos el año pasado».
En esta línea, Aragonès aseguró que participaría en los actos organizados con motivo de la Diada porque «este 2023 está muy enfocada a la presión del Gobierno español por la investidura».
El objetivo de estas declaraciones es transmitir una imagen de supuesta normalización del clima interno del independentismo, pero nada más lejos de la realidad. En el partido de Oriol Junqueras son plenamente conscientes de que un sector del bloque secesionista pugna por presionar a los principales grupos políticos para que no voten a favor de la investidura de Sánchez en el Congreso. De este modo, centran sus dardos en los que han sido sus socios en la anterior legislatura sin lograr, a su juicio, los objetivos separatistas: ERC.
Mientras, hacia Junts las críticas se evitan y, simplemente, no se los menciona en los mensajes.
Intereses políticos
La abanderada de estas tesis de confrontación es, según los analistas, la propia ANC, que quiere encontrar su sitio como un actor político más en el firmamento soberanista catalán. La presidenta de la organización, Dolors Feliu, secundada por su mano derecha, el exdiputado de ERC Uriel Bertran, trabaja en la posibilidad de presentar una lista propia en las autonómicas previstas para finales de 2025 o principios de 2026 si los partidos no se pliegan a sus exigencias. «Desde una posición independentista, cualquier negociación con las fuerzas que quiera gobernar el Estado solo puede ser asumible si pasa por el reconocimiento explícito de que el referéndum de independencia del primero de octubre de 2017 fue el acto político que refrenda Cataluña como sujeto político en conflicto con el Estado (…) Hacemos un llamamiento, pues, a la movilización para que este 11 de septiembre se lance un mensaje muy claro: el acuerdo que queremos es la independencia de Cataluña», expresaban en su último comunicado. La Diada será su gran escaparate.