La primera Vuelta Ciclista a Castilla, más que una carrera

Nacho Sáez
-

Una investigación de Iker Ibarrondo-Merino, doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte recuerda la primera Vuelta Ciclista a Castilla, que evocó el Pacto Federal Castellano de 1869 y que tuvo protagonismo segoviano.

La primera Vuelta Ciclista a Castilla, más que una carrera

«Habría que preguntarse a quién podría ofender una Vuelta a Castilla hoy por hoy. Qué importante sería una vuelta a toda la globalidad castellana hoy por hoy. ¿Cuánta afición crearía para el ciclismo en este territorio? ¿Estaría a la altura de la Vuelta a Cataluña, de la Vuelta Andalucía o de la Itzulia?». Iker Ibarrondo-Merino, doctor en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte por la Universidad Politécnica de Madrid, reivindica el legado de Castilla. «Este territorio sufre un vaciado cultural», remarca. Él se ha propuesto paliarlo al menos en pate con una investigación sobre la primera Vuelta Ciclista a Castilla, celebrada en 1934. Una cita que fue mucho  más que una carrera ciclista. 

De acuerdo al estudio de Ibarrondo-Merino, los inicios del ciclismo en Castilla se ligaron a la burguesía y, en algunos puntos, al entorno castrense. La Sociedad Velocipedista de Madrid (18789, el Club Velocipédico Madrileño (1894), la Unión Velicopédica de España (1894) –cuya sección madrileña englobaba a Segovia, entre otras provincias– y el Veloz Club Riojano fueron las primeras entidades dedicadas a un deporte que en esta tierra se desarrolló de dentro hacia fuera con Madrid como centro neurálgico.

Para encontrar las competiciones pioneras hay que esperar a los primeros decenios del siglo XX. El Campeonato de Castilla, el Gran Premio de Valladolid y otras pruebas entre las que destaca la primera. La Vuelta Ciclista a Castilla tuvo varios intentos frustrados antes de la celebración de su primera edición en 1934. «El conato de 1929 no llegó a materializarse tanto por la parca solvencia económica de los clubes ciclistas como por la falta de impulso de los medios de comunicación e instituciones», apunta Ibarrondo-Merino sobre uno de esos proyectos que no llegó a buen puerto.

El de 1934 sí que cuajó gracias al impulso del Valladolid Ciclo Excursionista y entre el 13 y el 16 de septiembre de ese 42 ciclistas recorrieron las provincias de Valladolid, Zamora, Salamanca, Madrid y Segovia, que en otro intento anterior no aparecía. El ciclista cuellarano Bonifacio Murillo fue uno de los participantes de una prueba que acabó con la victoria en la general de Escuriet, que se llevó un premio de 5.320 pesetas, aunque esto último fue casi lo de menos.

La primera Vuelta a Ciclista a Castilla fue singular porque el pueblo sufragó su organización a través del apoyo de talleres, bares o comercios frente a un apoyo institucional muy tímido, según remarca Ibarrondo-Merino. «Su recorrido saltaba por encima de los límiteres histórico-administrativos o de la ausencia de estos y evocaba y reclamaba una territorialidad castellana unitaria similar a la descrita en el Pacto Federal  Castellano de 1969, que unía las 17 provincias castellanas, lo que hoy serían las comunidades autónomas de Castilla y León, Castilla-La Mancha, Madrid, La Rioja y Cantabria», concluye Ibarrondo-Merino.