La exposición de fotografías de Manuel Riosalido 'Rio' de la Semana Santa segoviana de la década de los 50 y los 60 del siglo XX son una auténtica ventana al pasado. Un tesoro. La Junta de Cofradías y la Fundación Rodera Robles llevan a la Sala de las Caballerizas del Torreón de Lozoya una selección de fotografías de este autor con las procesiones de esta etapa de la historia. Hay que agradecer a Rafael Cantalejo la idea de exponerla públicamente y ofrecérselo al ente cofrade segoviano.
Si las exposiciones de este autor en el Museo Rodera Robles ya nos descubrieron una Segovia desaparecida, la que se puede presenciar hasta el 31 de marzo nos permite reflexionar cómo ha evolucionado esta celebración en nuestra ciudad.
Se trataba entonces de una celebración oficial e institucional. Ahora su sustento parte de las propias cofradías y sus cofrades. Notable diferencia. Muchos pasos que salían acompañados por gremios y colectivos religiosos ahora son imágenes titulares de cofradías que se crearon a partir de los años 70 y 80. Incluso podemos ver imágenes que ya no procesionan, como es la imagen del Ecce Homo, que se quedó en proyecto de regresar este año bajo lo auspicios de la Cofradía de la Oración en el Huerto de San Lorenzo.
Pero donde más impresionan las fotografías es en el aspecto social. Ver esa calle Real adoquinada, con comercios y rótulos ya desaparecidos…, o que siguen a pesar del tiempo. La ropa y peinados del público y participantes en las procesiones. Las filas de niños en las procesiones del Domingo de Ramos promovidos por colegios y parroquias, perfectamente organizados por las monjas de rigor, que controlaban férreamente la educación del momento, en años de formación del espíritu nacional y catecismo del Padre Astete.
Era una Segovia gris, en la que pasaban pocas cosas, como expusieron en su presentación. Una época de escasez y penurias, lo que se puede comprobar en la decoración floral de los pasos y sus ajuares. Mucha hiedra y mucho lirio recogido en el campo; y pasos muy austeros. De esa austeridad que bien explica el autor segoviano, Daniel Cuesta, en su libro 'La esencia: Lo castellano y lo andaluz en nuestra Semana Santa. Valladolid, Sevilla y Segovia', publicado en 2020. Vestimos de austeridad la falta de recursos económicos, porque cuando Segovia fue pujante en lo económico, en pleno barroco, nuestras procesiones competían en grandeza y riqueza con las de Sevilla y Toledo, que eran la crema de las ciudades en la Castilla de entonces.
Y que sirva también la exposición para conocer la historia de nuestra celebración, y para que las nuevas generaciones sepan de dónde venimos, y así valoren el punto en el que nos encontramos. Muchas veces, el efecto de lo visto por YouTube y otras redes sociales nos llevan a comparar nuestra Semana Santa con lo que se ve por Sevilla, Málaga, Valladolid o Zamora. Y claro, Segovia sale mal retratada, pero hay que valorar el esfuerzo y la progresión de nuestras cofradías. Solo pensar que hace solo 15 años ningún paso salía cargado, y la carroza era la generalidad, da que pensar en lo mucho que ha evolucionado y para bien.
No se pierdan esa joya de exposición. No les va a defraudar.