Representantes de las instituciones segovianas se han dado cita a mediodía frente al Ayuntamiento, como en el resto de los consistorios de España convocados a un minuto de silencio por la Federación de Municipios y Provincias. Un minuto de silencio y un minuto para el recuerdo de las 193 víctimas mortales, del que fue el peor atentado terrorista en Europa Occidental en recuerdo también de sus familias y de los casi 2.000 heridos que desde entonces han tenido que seguir viviendo con las secuelas de aquel atentado que sigue en la memoria de todos.

En marzo de 2004, Jesús Madorrán era voluntario de Cruz Roja. "Recibo una llamada en casa pasadas las ocho de la mañana, se me comunica que ha habido una serie de explosiones en Madrid capital y se pide colaboración", recuerda ahora en declaraciones a La 8 Segovia. Nada hacía suponer en ese momento la magnitud de lo que se le venía encima. Poco después llegaba Atocha, epicentro de los atentados. "Sobrepasa a lo que tienes previsto en tu mente y, a partir de ese momento, te conviertes en un robot. Era una persona más de las cientas que había ahí de atención a las víctimas. Se montaban equipos multidisciplinares. Yo trabajé con un bombero y trabajé con un policía municipal. Todo eso genera un caos que a ti te hace multiplicarte", añade este técnico de emergencias que trabaja en El Espinar y hasta hace poco en Segovia.

En una segunda parte de la emergencia ofreció atención a los familiares. "Otra vez lo mismo. No tienes medios humanos y la figura del psicólogo de emergencias era residual en ese momento. Pero tenías que centrarte mucho en que esa gente canalizara. Realmente no nos dimos cuenta de lo que supuso hasta 24 horas después cuando llegué a mi casa. No quería hablar con nadie, yo tenía sensación en mi propia casa de miedo", continúa. Una experiencia que no ha olvidado y que hoy, dos décadas después, ha contado por primera vez ante las cámaras de televisión. "Porque eso no se olvida. Yo hago mil guardias al año y esa no se olvida, pero se suaviza. Echo la vista atrás y recuerdo a la gente con la que conseguí hablar más de cinco o diez minutos y realmente te das cuenta que esa gente ha seguido sufriendo estos 20 años", concluye.