La revolución del comercio propiciada por Amazon y el resto de gigantes digitales continúa dejando víctimas en el comercio de proximidad al tiempo que transforma el paisaje urbano. Galerías Rosado, una de las tiendas señeras de Segovia, ha transformado uno de sus locales de la avenida Vía Roma en apartamentos turísticos y no descarta que el anexo -están separados por un portal pero estaban comunicados y podrían volver a estarlo- siga el mismo camino.
«Somos una sociedad de tres hermanos, yo me jubilé hace un año y solo entre mis dos hermanos no podían atender las dos tiendas, así que decidimos lanzarnos a este proyecto y estamos encantados», cuenta Esther Rosado. El resultado son cuatro apartamentos a pie de calle equipados con camas, sofás-cama, cocinas, baños, televisión y unas preciosas vistas al Valle del Eresma y al recinto amurallado. «Nuestros padres, Cipriano Rosado y Antonia Martín, fueron muy emprendedores y a nosotros nos toca lo mismo», señalan mientras muestran orgullosos el resultado de la obra, aún sin estrenar sin embargo.
Están pendientes de conseguir los últimos permisos para acoger a los primeros huéspedes. Los obreros entraron en junio del año pasado y se marcharon este pasado mes de enero, pero todavía no han podido abrir. «A lo mejor no ha sido tan complicado conseguir todos los permisos, pero al que lo está viviendo se le hace largo. En nuestro caso se ha encargado de todo el constructor», continúan. Su inmueble marca el límite afectado por el Plan Especial de las Áreas Históricas (Peahis). «Eso ha hecho que, por ejemplo, en la fachada tuviésemos que seguir unas normas y no pudiésemos poner lo que habíamos pensado. Pero hemos llegado a esto y creemos que nuestros padres estarían felices si lo vieran», remarcan.
En las paredes del pasillo que comparten los cuatro apartamentos -que tienen 30 metros cuadrados de media- cuelga una colección de fotografías de Segovia de Beatriz, la pequeña de los hermanos. En ella fluyen las inquietudes mientras ve cómo el comercio de proximidad se apaga. «Nos planteamos alquilar el local para que lo cogieran otras personas, pero nos daba muchísima pena que lo tuvieran otras personas. Cuando llegamos a la conclusión de que teníamos que montar unos apartamentos y llevarlos nosotros fue una liberación», destacan. «El pequeño comercio cada vez vamos a peor y yo que soy la pequeña quiero un futuro mejor para mí y no tirarme aquí horas muertas en la tienda. Tenemos la suerte de que la tienda no nos va mal -llevamos más de 40 años y seguimos aquí- pero yo ya mirando por mi futuro pensaba en hacer algo que hombre... Sé que va a ser complicado porque el turismo hay que trabajarlo, pero hemos trabajado siempre y ahora también», añade Beatriz. Sus padres comenzaron con un bar en San José y ellos cierran el círculo -al menos de momento- apostando por el regreso de la familia a la hostelería.