Es difícil separar, una por una, en diez las razones concretas del ascenso directo conseguido por la Gimnástica Segoviana. No porque no existan, o porque sean otras diferentes a las que vamos a mencionar; sino porque bien pudiera ser que todas ellas fueran la misma o ramas diferentes de un mismo tronco. Tampoco son razones que, exactamente, hayan surgido en el transcurso de esta temporada. Muchas de ellas son el resultado de años de trabajo global, no sólo de esta plantilla. Otras muchas vienen del saber detectar los errores cometidos en los primeros pasos en la categoría y encajarlos para no volver a pisar la misma piedra. El caso es que nos salen estas, de menor a mayor importancia.
1. Físico.
Cuando terminaba el partido en el peculiar campo del Mensajero, en La Palma, varios trabajadores del equipo canario mencionaban al equipo de Vive Radio que habían sentido cómo la Segoviana pasaba por encima en lo físico a los suyos. Una primera parte de presión asfixiante y una segunda mitad de saber aguantar, estar colocados, no negociar un esfuerzo. Y todo ello, habiendo trabajado con dos preparadores físicos diferentes en una temporada. El tremendo trabajo de Nacho Gonzalo lo ha continuado de manera inteligente el 'Bicho', Eduardo del Cura, siguiendo aquella línea que siguen las personas razonables y con el ego comedido: si todo va bien, toca poco y prolonga el trabajo.
2. Rotaciones.
En la rueda de prensa previa al partido del ascenso concedida por el capitán, Manu Olmedilla, mencionaba que en el fútbol moderno aquel futbolista que no asumiera las rotaciones, no estaba entendiendo los pasos que había que dar. Lo decía él, que no jugó ni un minuto en el partido previo, en el que se podía haber ascendido, en casa del Atlético Paso. El cuerpo técnico gimnástico ha sido escrupuloso con el reparto de los esfuerzos. Estas dos primeras razones casi justifican por sí solas otra clave aparte, pero importante: haber llegado sin lesiones importantes a la recta final de la temporada.
3. Defensa.
Las anteriores versiones del equipo de Ramsés Gil habían sido de alguna manera similares a las de los equipos de Jürgen Klopp. Si me metes dos, meto tres. Equipos que buscan el ataque como potros desbocados y con ansia. Así fue la Gimnástica de la pasada campaña, impenitente en la intensidad y la presión, pero quizá sólo con una marcha. En esta, la defensa ha sido la clave, superando la decena de porterías a cero. Ramsés siempre dijo contar con los tres mejores centrales de la categoría, y eso que tuvo que quedarse sin Javi Marcos en diciembre. El sustituto, Sergi Molina, resultó ser un defensor de unas condiciones sobresalientes. Llevaba un año sin jugar y se desconfiaba, pero para eso está este vestuario.
4. Balón parado.
El equipo ha mejorado ostensiblemente en el balón parado. La versión de Manu González en Segunda B comenzaba la temporada haciendo un buen número de goles a balón parado. Sin embargo, los encajaba con una facilidad terrible. Y eso de alguna manera se heredó. En esta temporada, el cuerpo técnico de Ramsés ha cortado la sangría hasta tal punto que únicamente un partido se perdió a balón parado: el del Numancia en Soria. La despedida de Javi Marcos salió mal, pero fue una excepción a la regla. Además, los tres centrales han hecho goles por arriba. Importantes.
5. Contundencia en las áreas.
Dos veces apenas, una en el primer gol encajado en Cobeña frente al Ursaria y otra con el primer gol anotado por el Atlético Paso, la Sego ha sido blanda o dubitativa en defensa. Aquel equipo que llegó a Segunda B y recibía gol tras gol hasta seis en Toledo pretendiendo sacar la pelota jugada desde atrás de modo naif, ya no existe. Contundencia en un lado y en el otro. ¿Que parece que hay poca pólvora? Pues mayor contribución global y optimizar las oportunidades. Adelantarse en el marcador era clave, porque cada vez que el equipo lo ha hecho, no ha perdido.
6. Ruptura de tabús.
El mayor tabú histórico, tan asentado en la idiosincrasia gimnástica como los cánticos de Josito, era la incapacidad de ganar en césped artificial. Algo que cualquier jugador asumía como un mantra. Y, aunque para un equipo que propone, que quiere el balón, que busca juego combinativo; jugar en ciertos campos como el del Adarve o el de Atlético Paso es un dolor, esta nueva versión no ha perdido tantos puntos en estos tapetes. Otro logro conseguido, ganar en Canarias. El ejemplar partido contra el Mensajero y el golazo desde tres cuartos de cancha de Hugo Díaz, desbloqueaban el hito.
7. Encaje y paciencia.
Podíamos haber aunado esta razón con la anterior, pero quizá hay que darle la importancia que merece. Acabar con esa idea de que para ganar los partidos (o no perderlos) había que dominarlos era prioritario. La historia de la Gimnástica está llena de partidos bien jugados y perdidos. Todo aquello se empezó a reconducir hacia el lado bueno de las cosas con el gol de Manu frente al Cerdanyola en Elda. El último ejemplo, la victoria ante el Llerenense. Este equipo se ha convertido en el más competitivo de los 95 años de historia del club.
8. Poso en la categoría.
Muchas veces, en las gradas, se habla de la 'escuditis'. Esa falta que puede caer para ambos lado y termina siempre echándose encima del equipo con menos nombre. Ese penalti dudoso que siempre te cae en contra. El crecimiento de la Gimnástica en las últimas tres temporadas ha sido enorme: de jugar play out a ascenso directo. Con ello se gana el respeto. De las gradas, de los árbitros y de los rivales. Y los propios jugadores, sean recién fichados o no, llevan la camiseta de otra manera.
9. Vestuario.
Los valores que dejaron las personas que hoy son cimientos del club (Anel, Chema, Agustín o Ramsés), han sido recogidos, interiorizados y transmitidos por los actuales capitanes. Un vestuario basado en la honradez, en la premisa de que todos son iguales y con poca cabida para los egos. Un vestuario en el que se sitúan en la base jugadores con 15 o 16 años de estancia en el club. Una rara avis a la que llegan otros como Dani Segovia o Fer Llorente, acostumbrados a algo más individualista, y terminan integrados como si fueran de Segovia de toda la vida.
10. Ramsés.
Él no quiere protagonismos. Se siente agradecido, y es de corazón, al cuerpo técnico que le rodea y a sus jugadores. Pero es el hombre que tiene la culpa de todo. Ramsés habla, con su rigor y su sequedad, y ellos se lo creen. Ramsés grita y se corrige lo que falle. Ramsés les dijo que se iban a salvar y lo lograron. Él les ha dicho que eran campeones y ellos han ascendido. Probablemente no sepa ni cómo ha llegado a algunos de ellos, pero lo ha hecho. La afición creyó en él como en el Cid o en el Pelayo de esas historias que ni sabemos si existieron. Sabemos que esta existe. Sabemos que decíamos 'in Ramsés we trust' como si fuera Obama y nos ha dado razones para creer en él más allá de lo que pase en el futuro.