Nadie, ni los más optimistas, soñaban en ningún caso con este desenlace de temporada. La Gimnástica Segoviana se ha ganado, por derecho propio, ser dueña de su propio destino. La Primera Federación tiene que suponer un punto de inflexión en la historia del club azulgrana.
Atrás quedan los años del barro con desenlaces tan dramáticos como los vividos en Villaviciosa o Algeciras. Ante el Lealtad, cuando el equipo se había quedado rozando con la yema de los dedos el ascenso a la Segunda División B, un joven futbolista que ya tenía madera de líder, un tal Ramsés Gil, fue subiendo a los autobuses de los aficionados pidiendo perdón por la oportunidad perdida.
Veintiséis años después ese jugador, convertido ahora en casi un mesías, ha llevado al club de su vida a cotas inimaginables. Y lo ha hecho desde el trabajo, la humildad y la sencillez de un entrenador que respira en azulgrana. Con dos fieles escuderos que llevan tatuado el escudo como Manu Olmedilla y Rubén Yubero y que encarnan como nadie la filosofía del club.
Como se suele decir por estos lares «Segovia no se rinde, Segovia no se doblega». Contra todo pronóstico Ramsés Gil, convertido en un moderno Juan Bravo, ha liderado la rebelión comunera contra los reyes de la categoría: Numancia, San Sebastián de los Reyes, Badajoz, Talavera o Cacereño. Clase alta que ha tenido que terminar reconociendo el buen hacer de una Gimnástica Segoviana de leyenda.
Junto a la figura de Ramsés Gil hay que elogiar la labor de una junta directiva que en apenas diez años ha transformado por completo el club azulgrana. Con Agustín Cuenca al frente pero con directivos como Juan Carlos Renedo, Fernando de Frutos o Álvaro Gil que han hecho de la Segoviana prácticamente un estilo de vida. La imagen que los propios segovianos tenían del club ha cambiado radicalmente en esta década. Tras dejar atrás la deuda histórica del club, el play out de Elda fue el inicio de una transformación que acaba de culminarse con el ascenso a la Primera Federación.
Ya no es raro ver por la calle a niños y niñas con camisetas de la Segoviana. Es un claro síntoma de que el trabajo de estos últimos años ha tenido su recompensa. Hay una generación que ya ha tenido más alegrías que sinsabores y para el futuro del club es necesario que la identificación con la Segoviana y sus colores sea algo intrínseco.
Estar en Primera Federación supone un salto deportivo, económico y social que puede dar vértigo pero del que Segovia tiene que saber aprovecharse. La Segoviana acaba de meterse entre los 82 mejores equipos de nuestro país. El aterrizaje en la tercera categoría del fútbol español lleva aparejado la progresiva profesionalización de la estructura del club azulgrana.
Uno de los primeros pasos lo tienen que dar los aficionados. La cifra de socios debería oscilar entre los 1.500 y los 2.000. Todo lo que no sea moverse en esas cifras será reconocer que algo falla. Como bien decía Ramsés Gil tras el ascenso «ir al campo de La Albuera debería ser algo más que ir solo cuando me invitan». El sentimiento de pertenencia a la Segoviana, y por consiguiente, a la ciudad tiene que ser un nexo de unión cada vez más fuerte.
Por nuestra ciudad pasarán equipos históricos o filiales de Primera División de clubes como Real Madrid, Atlético de Madrid que arrastrarán a lo largo de la temporada a miles de aficionados con la consiguiente repercusión económica en la ciudad. La imagen de Segovia se proyectará por toda España y esa imagen hay que cuidarla. No se puede ir al Teatro Real a ver la mejor orquesta del mundo pero presentarte en chándal.
Es el momento para que empresas e instituciones segovianas den un paso adelante. Las buenas palabras se las lleva el viento y, en estos instantes, la Gimnástica Segoviana necesita que se la de un empujón importante. La directiva, que se ha dejado tiempo, dinero y años de vida, necesita que se respalde su gestión con algo más que palmadas en la espalda. La imaginación puede servir pero para otras categorías. Ahora se necesita algo más si se quiere mantener a Segovia en el mapa futbolístico.
Este ascenso debe ser un impulso para consolidar el crecimiento del club gimnástico pero sin olvidar nuestras raíces. Lo que ha hecho de la Segoviana un club modesto pero con corazón y alma. No solo hay que disfrutar de los éxitos sino también del camino. Por cierto, un camino en el que se han ido quedando muchos socios con el paso de los años. De ellos también es el éxito que estamos saboreando desde hace menos de una semana. Desde el tercer anfiteatro, con toda seguridad, hay muchos aficionados que desde el pasado domingo son un poco más felices.