Sanitarios, ¿una profesión de riesgo?

M.Galindo
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Una enfermera relata el caso de agresión verbal que sufrió por parte del familiar de una paciente y critica la desprotección de los profesionales por parte de las autoridades

Los sanitarios tienen que afrontar a veces situaciones difíciles en el ejercicio de su trabajo - Foto: Eugenio Gutiérrez

Todo comenzó por un callo. Eva - nombre figurado de la protagonista real de esta historia, que ha solicitado proteger su identidad-  trabajaba en 2019 como enfermera atendiendo a varios pueblos del nordeste de la provincia con un contrato eventual pasando consulta en un consultorio médico, cuando llegó una persona mayor acompañada por su hija para que le mirara una callosidad en uno de sus pies y que se lo quitara.

«En un principio le dije que yo no podía quitarle el callo, y que acudiera a un podólogo, porque no es mi especialidad, pero finalmente accedí y se lo limé un poco como me lo hubiera podido hacer a mi misma, y tras concluir, su hija me dijo «ya le has hecho más que el podólogo». Esta atención volvió a ser demandada en otras ocasiones por la hija de la paciente, aumentando el nivel de exigencia «con una actitud cada vez más altiva y prepotente».

El detonante  surgió en una visita domiciliaria a la paciente para hacerle una analítica, donde la hija desató toda su furia contra la enfermera. «Me pedía que le tomara la tensión a su madre, y al responderle que no era necesario para la analítica, aseguró que lo mínimo era tomar la tensión a una persona mayor, y comenzó a proferir una retahila de insultos llamándome vaga, que no te apetece trabajar, 'eres la peor enfermera que ha pasado por el consultorio', y otra clase de insultos».

La discusión subió de tono y Eva reconoce que «las dos subimos la voz», pero llegó un momento en que la enfermera temió que de las palabras se pasaran a los hechos dada la actitud cada vez más agresiva de la demandante, por lo que decidió concluir lo más rápido posible para evitar que la cuestión fuera más allá.  

«Ella me dijo: Te voy a poner una queja que se te va a caer el pelo, y lo le respondí que sería yo quien iba a dar parte a las autoridades sanitarias, y así lo hice a través de los conductos oficiales que establece la gerencia», explica la enfermera. Además, en la historia clínica de la paciente se hacía constar la actitud hostil de la acompañante, con el fin de que quedara constancia a los efectos oportunos.

El caso de Eva no es aislado, y forma parte de los que anualmente se registran como agresiones a sanitarios, un problema que parece enquistarse en el sistema y al que Segovia no es ajeno. Según los datos recabados por el Sindicato de Enfermería SATSE a través del  Observatorio de Agresiones del Consejo General de Colegios de Enfermería de España, en la provincia de Segovia hubo 44 agresiones en 2023: 13 en Atención Especializada y 31 en Atención Primaria.

En lo que llevamos del 2024 y a falta aún de tres meses para finalizar el año, los profesionales sanitarios de la provincia de Segovia han sufrido 39 agresiones, de las cuales, 13 las han padecido las enfermeras. Asimismo, de las 39 agresiones, 23 corresponden al ámbito de Atención Primaria y 16 en Atención Especializada.

El sindicato precisa también la existencia de un «mapa de riesgo» correspondiente al periodo del año 2022 y 2023,donde se pone de relieve que los centros 'conflictivos' en Segovia y, por tanto, en los que se debe extremar el seguimiento, son los centros de Salud de Cuéllar, Segovia I, Segovia II y Segovia III, Nava de la Asunción, El Espinar, San Ildefonso-La Granja y el Consultorio Local de Navas de Oro. También figuran en el mapa de riesgo los servicios de urgencias, unidad de psiquiatría, módulos penitenciarios y todas las UME de Emergencias Sanitarias.

Para SATSE Segovia, llama la atención la solicitud por parte del profesional agredido de la iniciación de un expediente administrativo sancionador contra el agresor en 21 de las 39 agresiones registradas. Esto está contemplado en el Procedimiento de Sacyl de Prevención y gestión de las agresiones externas en los centros e instituciones sanitarias de la Gerencia Regional de Salud y es la Dirección General de Salud Pública quien emite las resoluciones sancionadoras e informa a la gerencia correspondiente.

En este marco, los profesionales sanitarios aseguran sentirse desprotegidos por las autoridades sanitarias, y Eva ejemplifica con su propio caso esta desprotección. Tras tramitar la queja, meses despues recibe una comunicación de la Guardia Civil para declarar sobre el caso por orden de un juzgado, ya que había sido tramitada de oficio como causa penal, lo que le obligó a tener que iniciar un proceso que nunca hubiera desead emprender.

«En la queja que presenté hice constar que no quería presentar denuncia, y no entendí porqué el caso había llegado ante las instancias judiciales, y recurrí al seguro de Sacyl y a los servicios jurídicos, donde no recibí la respuesta favorable a mis intereses, y de no haber sido por SATSE, no sé cómo hubiera terminado el caso».

La intervención de la asesoría jurídica del sindicato fue determinante para detener el proceso penal y que el caso no fuera a mayores, pero Eva tuvo que seguir trabajando durante este tiempo y atendiendo a la persona con la que tuvo el conflicto, lo cual originaba situaciones de tensión que hacían incómodo el trabajo diario. Poco tiempo después, Eva fue cambiada de zona, y asegura con dolor que si volviera a sufrir un caso similar al que ha pasado «probablemente hoy por hoy no tramitaría una queja después de todo lo que he tenido que pasar, porque me he sentido desprotegida  por parte de quienes en teoría deberían preocuparse por el bienestar laboral de sus trabajadores».

La enfermera considera que en el trabajo diario no suelen producirse casos de agresiones de forma habitual, aunque precisa que en ocasiones  «hay frases o actitudes que denotan cierta agresividad hacia los profesionales, sobre todo cuando los usuarios consideran que no reciben la atención que demandan».

«La sobrecarga de trabajo de los profesionales y la mala gestión de los recursos a la hora de prestar atención son problemas que los usuarios notan y a veces tenemos que escuchar frases como «yo te pago tu sueldo» en tono despreciativo, y eso es algo que acaba por minar el ánimo de los profesionales», asegura.
En algunos casos, la situación llega a tal punto en el que los profesionales se cuestionan incluso renunciar a su profesión o buscar un puesto alejado de la atención al público, y Eva reconoce que durante este tiempo «lo he llegado a pensar».

«Me gusta muchísimo mi trabajo, comencé como auxiliar de enfermería y decidí dar el paso a la enfermería con mucho esfuerzo, pero a veces te replanteas tu futuro y piensas si merece la pena todo el esfuerzo; pero en todas partes cuecen habas», precisa.