Los sacerdotes segovianos celebran hoy la fiesta de su patrón

DS
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El obispo emérito Ángel Rubio celebra junto a otros 15 sacerdotes diocesanos el aniversario de su consagración sacerdotal

Los sacerdotes homenajeados hoy, en la foto de familia tras concluir la misa solemne - Foto: Diócesis de Segovia

En familia y con solemnidad han celebrado hoy los sacerdotes de la Diócesis la fiesta de san Juan de Ávila. La iglesia del Seminario ha sido el escenario en el que, bajo la mirada de la imagen del santo —y sus reliquias—, se ha celebrado la Eucaristía con la que se ha rendido homenaje a quienes hoy celebran sus bodas sacerdotales, extendido a todo el presbiterio de la Diócesis.

Arropados por hermanos sacerdotes, familiares, amigos y feligreses, los dieciséis presbíteros homenajeados han concelebrado la Eucaristía, presidida por Mons. César Franco. Una celebración que también ha contado con la presencia de monseñor Ángel Rubio, Obispo emérito de la Diócesis que este año celebra 85 años de vida, 60 años de servicio ministerial y 20 de ordenación episcopal.

En su homilía, don César ha comenzado dirigiéndose a los hermanos que celebran esas bodas de metales preciosos, «aunque no tan preciosos como vuestra vida». «Hoy se juntan la veteranía a los venerables que están en el presbiterio con los que vienen caminando hacia el ministerio sacerdotal y que alegran el corazón de la Diócesis», ha manifestado el Obispo de Segovia, en alusión a los homenajeados y a Alberto Janusz, diácono que próximamente será ordenado sacerdote.

A continuación, don César ha asegurado que la Eucaristía de hoy sirve para hacer memoria de Cristo y de sus obras, también «con nuestros hermanos de su vida sacerdotal tan rica por lo que han hecho y el misterio que Dios ha realizado a través de ellos». Además, ha querido referirse al testimonio compartido por Alfio Ayuso para manifestar que la tarea de los sacerdotes no es otra que sembrar, y la fecundidad la conoce Dios: «Él ha sido grande en todos y cada uno de los hermanos», ha agregado.

Monseñor Franco ha mantenido que la tarea de la evangelización no es sencilla, ni lo ha sido nunca, pero hay que recordar que supone dos cosas: «predicar con valentía y que haya un pueblo que abra su corazón a la Palabra», ha afirmado. «Una cosa no debemos olvidar jamás», ha trasladado a sus hermanos en el ministerio, «que la Palabra crece, es fecunda y se desarrolla con productos extraordinarios».

Agradeciendo la presencia de sus hermanos, don César ha querido remarcar que «en nuestra pobreza y fragilidad, damos gracias por la fidelidad de nuestros hermanos y pedimos por la nuestra». A renglón seguido, el Obispo de la Diócesis ha significado una palabra presente en las lecturas de la celebración: LUZ. «Somos luz del mundo, como nos ha dicho Jesús, y cuando dejamos de iluminar, fracasamos en lo más radical de nuestra vocación», ha mantenido. Frente a las oscuridades y a la tendencia a la desolación presente en nuestro mundo actual, don César ha respondido que «estamos para ser luz», no para escondernos. «Es luz el que no se avergüenza del Evangelio; el que aunque la gente no quiera oír, proclama sin vergüenza lo que dice Jesús; el que es capaz de adentrarse donde nos da miedo, y encender velas de esperanza en el corazón de los hombres».

Asimismo, ha manifestado que, además de luz, «somos sal» que debe alegrar el mundo como aquellos santos que han sabido «dar sabor a la vida». «El jugo de la vida está en el corazón de los hombres, pero necesita que alguien lo extraiga como Jesús cuando se encontraba con la gente», ha trasladado a sus hermanos.

Finalmente, el Obispo de Segovia ha querido subrayar que hoy se nos invita a recoger las palabras del Señor y vivirlas sabiendo que todo lo dicho por Jesús se cumplirá. «Tenemos abierto el camino, solo necesitamos transitarlo y caminar por él», ha sentenciado Mons. Franco, encomendando a sus hermanos con «alegría y gratitud» a Nuestra Señora y a san Juan de Ávila.

Agradecimientos

Esteban Gago, quien cumple sus bodas de diamante (60 años de ministerio) ha felicitado a sus hermanos homenajeados con un poema lleno de sentimiento y gratitud.

Por último, monseñor Ángel Rubio Castro, Obispo emérito de nuestra Diócesis, ha sido el encargado de hablar en nombre de los homenajeados. Don Ángel ha significado tres palabras en su discurso: gracias, amor y oración. Desde su posición de Obispo emérito de la Diócesis ha afirmado tener más tiempo ahora que antes «vivo retirado, pero no orillado, en Toledo. Hay libros que me aguardan, visitas personales, viajes que quizá pueda hacer», ha mantenido para continuar asegurando que ahora vive en una etapa de sosiego en la que prima el cultivo del espíritu: « la actividad exterior cede primacía a la interioridad», ha asegurado.

Tras subrayar que vive en una soledad no impuesta y parafrasear a san Juan de la Cruz manifestando que es una «soledad no enmudecida, sino soledad sonora», ha concluido pidiendo ayuda para «dar gracias al Señor, por todo lo que ha hecho conmigo» finalizando con un profundo «os quiero».

Jornada fraterna

La mañana especial comenzaba en la Casa de Espiritualidad, con la exposición de Francisco Jimeno, Delegado diocesano de Liturgia, del documento «Gestis Verbisque». Una nota publicada por el Dicasterio de la Doctrina de la Fe este mismo año y que responde a las dudas sobre la validez de algunas celebraciones sacramentales.

            El clero diocesano cierra esta la jornada festiva con una comida fraterna en la que los homenajeados recibirán un detalle con el que recordar esta fecha.