La fábrica de ideas del 'pintor de batallas'

M.Galindo
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Augusto Ferrer-Dalmau elige la pequeña localidad segoviana de Losana de Pirón como refugio para pergeñar sus obras, en las que recrea personajes y grandes hechos de armas de la historia de España

Ferrer Dalmau, en su casa de Losana de Pirón - Foto: M.G.

Fue Arturo Pérez Reverte quien, parafraseando el túitulo de una de sus novelas, dio a Augusto Ferrer-Dalmau (Barcelona, 1964) el título de 'Pintor de batallas', significando de esta manera el personal estilo que el artista catalán ha hecho propio para poner imágenes a la historia de España  recreando hechos, personajes y lugares narrados en los libros. Su inspiración nace de la investigación y la lectura de episodios históricos que después plasma en el lienzo dando vida a los protagonistas de la historia, y cuyo resultado cuelga ya tanto en colecciones particulares españolas y extranjeras como en museos como el Museo del Ejército o el Museo de la Guardia Real, por poner algunos ejemplos.

Para dar forma a las ideas que después integrarán su trabajo, Ferrer-Dalmau reconoce que necesita estar «aislado», y desconectar durante unos días de su frenética actividad diaria para poner en orden todo el trabajo previo de investigación y comenzar a visualizar en forma de bocetos y apuntes lo que será su próximo cuadro. Desde hace cinco años, la 'fábrica de ideas' del artista se sitúa en Losana de Pirón, una pequeña localidad segoviana de poco más de medio centenar de habitantes situada a 20 kilómetros de la capital, en la que Ferrer-Dalmau ha encontrado el lugar ideal para desarrollar la parte creativa de su trabajo.

El artista  asegura que llegó a Losana de Pirón «por casualidad» tras conocer la zona por la recomendación de un amigo y pasear varias veces por un entorno natural que "transmite buenas vibraciones". «Aquí en Losana me siento bien, cuando llegué sentí como si ya hubiera estado en este lugar sin haber estado aquí nunca; no se si por el paisaje, o el clima o por el carácter de los castellanos, que al igual que yo, somos personas muy nuestras y cada uno en su mundo», explica.

El 'flechazo' de Dalmau con Losana de Pirón le llevó a adquirir y reformar una pequeña casa en el pueblo, en la que pasa días o semanas para ordenar ideas que después llevar a su estudio en Madrid y darles forma en sus cuadros. Reconoce que «aquí vengo a desconectar, porque yo trabajo cuando desconecto, necesito tener un vacío total cuando tengo que preparar un cuadro importante», y  para ello no dispone ni de televisión ni de internet.

«Aquí me siento en el salón a pensar, hago esquemas y diseños en la tablet, me pongo una película de video para reforzar o buscar ideas… pero lo más importante para mi es poder desconectar», asegura.
Celoso de su privacidad, son muy escasas las personas que conocen el pequeño refugio segoviano del pintor - «mi familia y poco más»- y  asegura que eso le permite disfrutar de un espacio «muy personal en el que si grito, nadie se entera o donde me puedo tirar horas mirando el fuego de la chimenea».

La obra de Ferrer-Dalmau trata de recuperar el espacio que la pintura histórica y militar tiene en el arte español, con figuras que van desde Velázquez o Goya hasta  artistas más recientes como Mariano Fortuny o Cusach en el siglo XIX. En este sentido, se autodefine como «un pintor de historias» y asegura que su llegada a este espacio tiene fuentes dispares que van desde los tebeos del 'Jabato' que leía en su juventud hasta los imponentes cuadros de las figuras históricas del Museo del Prado que visita con frecuencia.

A la hora de abordar un cuadro - la mayor parte de sus obras son por encargo- Ferrer Dalmau se rodea de un equipo de historiadores e investigadores de los que obtiene los datos precisos tanto del hecho histórico a plasmar como de los uniformes de los soldados, su intendencia y el paisaje que les rodea. «Cuando pinto, yo no estoy pintando solo un cuadro, estoy plasmando un documento histórico, y a veces eso me obliga a abordar las obras dejando un poco a un lado mi visión para centrarme en el rigor de los datos y los hechos que se plasman», señala. Así, en su próximo trabajo recorrerá la vida del Cardenal Cisneros, en un proyecto en el que lleva inmerso los últimos cuatro meses, y que después le llevará hasta San Antonio (Texas-EEUU) donde el Museo de El Álamo ha requerido sus servicios para colaborar en el proyecto.

Su interés por promover la pintura histórica le ha llevado a crear una fundación que lleva su nombre y en la que acoge a jóvenes artistas que tratan de seguir la senda marcada por el pintor, que asegura que su trabajo es «poner imágenes a la historia».  «Yo creo que cada pintor encuentra su nicho, y soy consciente de que el estilo que cultivo no es especialmente comercial», asegura Dalmau, que también reconoce que una parte del mundo del arte pone en cuestión su trabajo. En este sentido, señala que «muchos consideran que mi obra es la de un ilustrador o de un creador de comics, pero creo que cada artista debe ir por libre y buscar su lugar, y yo he encontrado el mio; de hecho tengo el reconocimiento de la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla que me distinguió como académico».

Condecorado con la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica y más recientemente con la Medalla de Oro a las Bellas Artes, Ferrer-Dalmau reconoce su afecto hacia las Fuerzas Armadas, y de hecho ha participado en siete misiones internacionales en las que ha obtenido material suficiente para plasmar la acción humanitaria del Ejército. Allí ha podido comprobar el «respeto» que los militares españoles se han ganado en el ámbito internacional por su trabajo y por los valores que transmiten en el desarrollo de sus misiones, lo cual «es algo de lo que España debe enorgullecerse».