Cuando se acerca la festividad de Todos los Santos, los cementerios son lugares de cita obligada para miles de personas que en esta semana previa a la solemnidad llenan las galerías para visitar las tumbas de sus seres queridos y dedicarles un recuerdo y una oración. Así, en estos días se da la paradoja de ver durante unos pocos días lleno de vida un lugar marcado por la tristeza que produce la muerte.
Pero para un reducido grupo de personas, el cementerio es también un lugar de trabajo al que acudir diariamente para cumplir la jornada laboral caminando entre laudes, nichos, columbarios y panteones. Es el caso de los trabajadores municipales que prestan sus servicios en el Cementerio del Santo Angel de la Guarda, coordinados y dirigidos por Ángel Llorente.
Llorente llegó al cementerio como empleado municipal hace 34 años, cuando accedió a una plaza de oficial convocada a tal fin por el Ayuntamiento tras aprobar la preceptiva oposición El hecho de que esta plaza fuera en el cementerio no supuso ningún problema, ya que «nunca me ha importado trabajar en el cementerio, porque aunque parece que a la gente le da no se qué, yo siempre lo he visto como un trabajo más».
En estas tres décadas y media de trabajo, ha pasado por todas las responsabilidades en el cementerio, y aún todavía sigue trabajando «como uno más» en las distintas labores que se desarrrollan en la necrópolis segoviana. La jornada empieza muy temprano, a las siete de la mañana, y el equipo dirigido por Ángel Llorente inicia la tarea en contacto con la funeraria para programar los enterramientos del día, comprobar los títulos de propiedad de la sepultura y preparar el enterramiento en el lugar elegido, que es la principal y la más importante tarea que se desarrolla en este recinto.
«Aquí nunca falta tarea», asegura el coordinador del Cementerio Municipal, que precisa también que el mantenimiento y la limpieza del recinto ocupa también gran parte de su jornada laboral, que incluye hasta pequeñas labores de jardinería en los imponentes cipreses que figuran en las principales galerías.
Aunque se plantee en términos estrictamente profesionales, ser partícipe del último adiós que familiares y amigos tributan a una persona no es una tarea fácil de digerir. La clave en el momento de la inhumación es, sin lugar a dudas, la discreción y el respeto, de los que Ángel Llorente hace gala incluso al ser interpelado por cómo aborda el momento de llevar a una persona a la que será su última morada. "Siempre es difícil enterrar a un ser querido, pero como llevamos aquí ya mucho tiempo de alguna manera estamos preparados - asegura- aunque reconozco que cuando es una persona joven siempre te toca un poco más".
Pese a ello, señala que la pandemia del Covid 19 supuso una dura prueba de fuego para el servicio, donde "llegamos a enterrar en algunos días hasta a 11 personas diarias, con las restricciones de no dejar pasar a los familiares debido a las medidas establecidas, por lo que fue algo difícil de asimilar".
Llorente señala que la relación con la familia durante el entierro es «muy escasa, porque llegan al cementerio con todo preparado, y nosotros nos encargamos de atender alguna duda de última hora y hacer la inhumación en el lugar correspondiente».
Con la jubilación ya en el horizonte, busca ya transmitir el conocimiento aprendido en estos años a sus compañeros con el fin de que el relevo no impida el normal desempeño de las tareas en el cementerio. Así, pone como ejemplo la apertura de las pesadas losas de los panteones «que son muy complicadas de abrir porque pesan muchos kilos», y señala que para trabajar en un cementerio «también hay que valer».
«En todo el tiempo que llevo aquí, sólo una persona rehusó la plaza a los 15 días de comenzar a trabajar porque dijo que esto no era para él, y lo entiendo porque hay que saber que se ven y se viven situaciones que en ocasiones no resultan agradables», concluye.
Balance
Los datos registrados en materia de inhumaciones en el Cementerio Municipal en lo que va de año mantienen la tónica de ejercicios anteriores en cuanto al número de enterramientos registrados en lo que va de año. El concejal de Sostenibilidad Ambiental Gabriel Cobos señala que hasta el pasado 17 de octubre, el cementerio ha registrado un total de 269 enterramientos, donde los nichos siguen siendo mayoritarios como espacios para la inhumación, con 204 enterramientos; y ya mas lejos se sitúan las inhumaciones en tierra (23), panteones (22) y laudes (20), que conforman el total antes citado. Las estadísticas señalan que 155 enterramientos han sido de mujeres y 114 de hombres, con una edad media de 84 años. Del mismo modo, a lo largo de 2024 no se han registrado inhumaciones de niños y párvulos, y en el lado contrario , se ha contabilizado 9 entierros de personas fallecidas con más de 100 años y 98 cuya edad superaba los 90 años.
Gabriel Cobos destaca también el incremento exponencial que se está registrando en la demanda de columbarios para depositar las cenizas de las personas que eligen la cremación para sus restos mortales, lo que ha obligado a crear nuevos espacios para este tipo de inhumaciones. Sobre este aspecto, señala que la oferta de columbarios es suficiente en la actualidad para atender las demandas de los ciudadanos en este sentido.
Por otra parte, el concejal destaca también el esfuerzo realizado para poner en valor los aspectos culturales e históricos de un espacio con más de dos siglos de historia, y pone como ejemplo la iniciativa «Tiempo de ánimas» que ofrece visitas guiadas para recorrer las historias que encierra la necrópolis que forman parte de la vida de la ciudad.