Más de dos décadas después de la última vez se ha producido un relevo al frente de Asaja Segovia. Guzmán Bayón (Cozuelos de Fuentidueña, 8 de noviembre de 1963) ha dejado su lugar a César Monjas (Segovia, 21 de julio de 1983). Este cambio en la presidencia de la organización no es solo formal. También se ha convertido en un símbolo del relevo generacional que continúan necesitando la agricultura y la ganadería. El Día de Segovia reúne a Bayón y a Monjas para hablar sobre este reto y la actualidad de un sector que no descarta volver a salir a la calle, tal y como hizo a principios de este año con las ya famosas'tractoradas'.
¿Hacía falta un relevo al frente de Asaja Segovia?
Guzmán Bayón: Ni hacía falta ni dejaba de hacer falta, pero yo llevo mi tiempo, he hecho mi labor y, viendo que había un relevo y un buen relevo, considero que es el momento adecuado. También habíamos cambiado a nuestro gerente de toda la vida. Es bueno cambiar porque regenera la organización y alguien como César, con ganas, va a tirar del carro.
César Monjas: Un poco en la línea de lo que dice Guzmán. Se dio la posibilidad de que entrara gente más joven en Asaja y de mantener un poco la línea que traíamos, que creemos que está funcionando bien. Estamos trabajando por el campo y se trata de poco a poco ir cambiando para avanzar, para reclamar las reivindicaciones que tenemos e ir renovando con gente más joven para ver si vamos atrayendo a la gente más joven.
¿Cuáles son los retos más urgentes?
G. B.: A nivel agrario y ganadero, los retos no paran, son un continuo cambio. Desde que comenzaron las PAC (Política Agraria Común) siempre estás cambiando y adaptándote. El primer reto es dar servicio a los agricultores y ganaderos y luego defender las reivindicaciones que tenemos. Pero cada momento es un reto.
C. M.: Todas las semanas sale una cosa nueva y hay que adaptarse a las necesidades. Mismamente esta semana (por la pasada) nuestro secretario general (Pablo Rincón) estuvo en Bruselas el secretario para defender a los ganaderos con el tema del lobo y parece que la resolución se va a acomodar un poco a la realidad de lo que hay. O, por ejemplo, el acuerdo de la Unión Europea con Mercosur, que nos tienen que explicar en qué es bueno para nosotros. La PAC que tenemos es bastante compleja de aplicar tanto para los técnicos que tenemos en Asaja como para los agricultores como últimamente para la Junta. Y en el 2027 es la nueva PAC y habrá que ir luchando para hacer un marco en el que podamos entrar todos y que sea más o menos un poco legible. No como esta, que es un galimatías.
G. B.: Las políticas agrarias deberían ser un poco más estables en el tiempo, porque en lo que se hace una nueva política, se empieza a aplicar y nos adaptamos, ya estamos pensando en la siguiente. La agricultura y la ganadería requieren inversiones e inversiones potentes, por lo que necesita políticas más estables. Vemos agricultores jóvenes que se incorporan y que creen que van a poder trabajar con un marco unos años y, a los dos años, lo que se potenciaba se le quitan ayudas. Eso no es bueno para el sector.
C. M.: Complica mucho el relevo generacional y la incorporación de jóvenes.
También hace falta una PAC más justa. Leía anoche que un 20% de los agricultores acaparan el 80% de las ayudas.
G. B.: Siempre hemos pedido que el volumen grande de las ayudas vaya a la agricultura verdaderamente profesional. No es que queramos excluir a nadie, pero el grueso de las ayudas tiene que ser para el agricultor profesional. Las ayudas tienen que ir cada vez más definidas. Por ejemplo, el tema de los pagos distributivos deberían afectar al que no está viviendo realmente del sector. Hay muchos matices que se podrían reconducir.
C. M.: El problema ha sido el redimensionamiento de las explotaciones. Hace 30 o 40 años, con una explotación de 50 o 60 hectáreas en secano, podía vivir una familia. Con el paso del tiempo nos hemos ido a 150-200 hectáreas en secano para malvivir. Es normal que los agricultores grandes sean los que más ayudas reciben porque cada vez hay menos agricultores. Lo que antes hacían diez agricultores ahora lo hace uno para recibir un salario más o menos digno. Con una extensión más pequeña no llegas porque los costes han aumentado muchísimo y seguimos con precios de hace 30 o 40 años.
G. B.: Todo eso conlleva muchísimas inversiones. Las inversiones que tiene que hacer un agricultor hoy en día son brutales y las explotaciones necesitan ser más rentables para poder vivir dignamente. Y ya que arriesgamos nuestro dinero deberíamos tener más capacidad económica. Hay años que no ganas nada, otros que tienes que guardar para dos… Esto es complicado y eso hace que muchos jóvenes se piensen el incorporarse. Es más fácil vivir de otra manera.
Y todo esto, además, en un escenario de cambio climático.
C. M.: El cambio climático no sabemos hasta dónde llega, cuánto va a durar ni cómo funciona, pero estamos viendo claramente que hay una tendencia a que las lluvias sean más puntuales que estacionales y que eso complica algunas labores de la agricultura. A lo que nos enfrentamos ahora es a años buenos, años malos y con eso es con lo que vamos a lidiar. Pero contra el clima no podemos luchar. No podemos luchar más que con lo que hacemos. Las prácticas agronómicas de la Unión Europea seguramente son las más verdes que hay en el mundo y con eso aportamos nuestro granito de arena. Contra lo que tenemos que luchar es contra las normativas que nos complican la vida.
¿Las exigencias que les marcan son cada vez mayores?
C. M.: Siempre son más. Te quitan materias activas, te obligan a hacer ciertas prácticas agronómicas que te hacen menos productivo y por tanto menos rentable… Es una complicación añadida.
G. B.: Y te pueden gustar más o menos pero te tienes que adaptar. El problema es todo lo que viene de fuera, que no cumple la normativa que se nos exige a nosotros. Aquí somos más papistas que el Papa. Nos ponemos nosotros mismos muchas normas y luego no se las exigimos a los que vienen de fuera. Nuestros costes son mucho mayores que los de ellos.
C. M.: El ministro siempre habla de que va a respetar que haya cláusulas de espejo. Es evidente que necesitamos importar cereales pero que vengan con las mismas reglas juego. Si nosotros tenemos que utilizar estos fertilizantes y estas materias activas y cumplir estos estándares, que vengan con lo mismo. No pedimos más. Y que el etiquetado esté bien. Que se sepa de dónde viene el producto y que no se haga pasar por producto de aquí.
Lo que parece claro es que el consumidor reclama cada vez más que los productos sean sostenibles.
C. M.: La Unión Europea somos muy sostenibles, de los que más. La mayoría no somos grandes explotaciones sino familiares. No como en otros lugares del mundo que son extensiones enormes de tierras, empresas con muchos trabajadores, grupos de inversión muy potentes…
G. B.: Y las garantías sanitarias son mucho más elevadas que en otros lados. Hemos visto muchos casos. En otros continentes utilizan materias activas que aquí están prohibidas. La seguridad alimentaria europea para el consumidor es alta y el consumidor lo valora, pero desgraciadamente algunos tienen que consumir a precio y eso hace que busquen cosas más baratas, que suelen ser las que vienen de fuera.
Asaja sigue reivindicando que las industrias intermedias paguen precios justos.
C. M.: Se debería cumplir la Ley de la Cadena Alimentaria. La Ley de la Cadena Alimentaria dice que no podemos vender nuestros productos por debajo de costes, pero no se está cumpliendo. Hay empresas que te obligan a firmas contratos diciendo que no estás vendiendo por debajo de costes pero en realidad sí estás vendiendo por debajo de costes. Hecha la ley, hecha la trampa. Esto te lleva a pérdidas y estando en pérdidas aguantas un año. Al segundo te vas y no vuelves, y un ganadero que se va no vuelve. Y al final dependes de terceros países porque aquí nos quedamos sin ganaderos.
G. B.: Los precios justos tienen que ser, primero, para el sector primario y, luego, para el consumidor. Las cadenas intermedias son las que se llevan la tajada la gorda muchas veces y el consumidor no se aprovecha del precio bajo que le han pagado al agricultor o ganadero. Hace unos años la leche tenía unos precios bajos, se hicieron movilizaciones continuas y se consiguió al final que las centrales pagaran un precio justo al ganadero sin que repercutiera en el precio al consumidor. No es tan difícil, es tener voluntad de cumplir la ley, como decía César, y tendremos los precios que nos merecemos.
¿Volverá a haber tractoradas?
C. M.: Vamos a seguir protestando. Será en tractor, será andando, pero vamos a seguir protestando. Hay muchos temas de actualidad que necesitan de nuestra reivindicaciones para que no hagan lo que les dé la gana.
G. B.: No sé si las habrá o no las habrá. Las tractoradas son muy llamativas pero lo que cuenta es la reivindicación y la capacidad que tienen las organizaciones agrarias para sentarse con el Ministerio, negociar y conseguir que cambien las normativas y sean como nosotros queremos que sean, al menos en parte. Lo llamativo es llamativo y a veces efectivo, pero no quiere decir que porque veas muchos tractores vaya a ser tan efectivo como hacer una manifestación de a pie como puede ser que las haya pronto en Madrid.
C. M.: Es verdad que los tractores son más llamativos pero tiene que haber un trasfondo de que haya alguien detrás, como Asaja, que pueda reunirse con Subdelegación del Gobierno, con la Junta de Castilla y León o con el ministro y pueda reclamar nuestras reivindicaciones.
¿Hay futuro para el sector?
C. M.: Creemos que hay futuro y luchamos para que haya futuro.
G. B.: Si no viéramos que tiene futuro, dejaríamos esta profesión. La agricultura y la ganadería van a seguir existiendo porque hay que comer. Otra cosa es que haya agricultores y ganaderos que puedan vivir de ello. Europa tiene que ver qué modelo quiere: seguir manteniendo el modelo de agricultura familiar con explotaciones dimensionadas o nos cargamos este estilo y vamos a los que es Ucrania o Estados Unidos, grandes 'holdings' en los que no hay base territorial.
No hemos hablado del medio rural y el papel que juegan la agricultura y la ganadería para su supervivencia.
C. M.: Si tú tienes una ganadería, estás allí al lado de la ganadería, si tienes una explotación de agricultura, vas a estar cerca siempre o vas a estar creando empleo y riqueza en esa zona. Eso funciona con este tipo de empresas, autónomos y empresas familiares. Una gran empresa mueve a las personas y pueden estar o no. Hay zonas que se han dinamizado mucho. Todo El Carracillo ha crecido mucho gracias a la agricultura y a los regadíos.
G. B.: Donde hay riqueza hay población. Al mundo rural hay que darle una vuelta de tuerca entre todos, no solo los políticos. Muchas veces vas a mesas de despoblación y quien está sentado no ha vivido ni tiene conocimiento real de lo que es el medio rural. El mundo rural hay que haberlo pisado. Si no estamos nosotros, los pueblos desaparecen, aunque nadie tiene la solución mágica para el mundo rural.
C. M.: Lo que no es la solución es que vengan grandes inversores a ponerte mil hectáreas de placas. Eso es algo de lo que estamos muy en contra y nos va a lastrar. Son grupos inversores, extranjeros la mayoría, invierten y no puedes competir con ellos en cuanto a la rentabilidad que ofrecen por las tierras. A mí me pilla ya cerca de mi pueblo, Los Huertos, y eso no es sostenible, ecológico ni es nada.
G. B.: ¿Y que va a ser de esas placas en el futuro? No dejan de de ser unas baterías que, cuando llegue el momento, habrá que reciclarlas habrá que reciclar todo lo que se ha hecho… Esto se ha vendido bien pero dentro de 'x' años será un problema.