La ciencia, la tecnología y la inteligencia artificial entre otras muchas cosas pretenden ayudar al ser humano en el día a día. Concienciar de esto desde las aulas además de bonito es reconfortante si también se obtienen premios y proyectos que ayudan a la vida diaria de las personas. Esto es lo que han conseguido un grupo de alumnos de 4º de ESO del IES Marqués de Lozoya en Cuéllar que han ganado la fase regional de la Olimpiada de Telecomunicaciones organizada por la Escuela de Ingenierías Industriales y por la ETS de Ingenieros de Telecomunicación de la Universidad de Valladolid, el denominado 'Teleco Game'.
Los jóvenes presentaron el prototipo 'Proyecto Visera', una gorra con sensor de ultrasonidos de detección de obstáculos para personas invidentes. La gorra cuenta con unos medidores de distancia programados para avisar mediante una vibración, de uno obstáculo situado a uno o dos metros de distancia del mismo. En la gorra se han dispuesto sensores en los laterales y en la zona frontal y vibran de forma independiente en función de en qué lado se encuentre el obstáculo.
Dirigidos por el profesor de programación informática, Victor Sanz, los alumnos Gabriel Rodríguez, Marta y Adriana García, Luis Herranz y Abel Muñoz comenzaron a pensar en el proyecto a realizar en febrero. Las bases de participación de esta segunda olimpiada no planteaban una temática concreta, sino que el abanico de proyectos era tan amplio como la imaginación.
El objetivo era desarrollar un prototipo basado en cualquier plataforma programable con el IDE de Arduino con el que se ponga de manifiesto cómo las telecomunicaciones ayudan al cumplimiento del objetivo de desarrollo sostenible de la Agenda 2030 basado en salud y bienestar. Es decir, que el proyecto busque garantizar una vida sana y promover el bienestar para todos en todas las edades.
La idea de un prototipo de visera con sensores para invidentes no fue la primera opción, sino que llegó por casualidad. «Las metas y los objetivos eran muy amplios y enfrentarse a la hoja en blanco fue lo más dificil. Inicialmente los alumnos plantearon un sistema para comprobar si fuentes de agua eran potables o no y mediante un código QR que la gente pudiera escanearlo y saber si el agua estaba en buenas condiciones o no», explica el profesor. Esta idea les pareció complicado de desarrollar con los materiales que tenían en el instituto y optaron por la segunda idea y que a la postre resultó ganadora. Según explica Adriana García, buscar la idea fue dificil, pero tras ver por internet unas gafas que también servían en parte como guía pensaron que podían desarrollar una gorra que es más fácil que lleve todo el mundo. «El proceso no fue complicado, pero si fue largo por los motores, conexiones y programaciones necesarias para hacer funciona el prototipo», comenta Gabriel.
«El prototipo estaba basado en una placa de Arduino, que son placas programables que se emplean en educación y que teníamos en el instituto. También teníamos los sensores de distancia similares a los que se emplean en los coches y los dispositivos de vibración como los que incorporan los teléfonos móviles para vibra», relata Sanz. Estos dispositivos hay que programarlos adecuadamente para conseguir el resultado óptimo y unirlos a la gorra que compraron los alumnos y que personalizaron con los agujeros necesarios para incorporar discretamente los elementos. El prototipo contaba también con un mando por infrarrojos a través del cual se podía regular la distancia, un metro o dos, a la que los sensores y dispositivos de vibración tenían que avisar del peligro a la persona. «Consideramos que es un proyecto que puede seguir adelante y mejorarse y que ayuda a la gente en su día a día», comenta Luis.
«Aunque los sensores no se podían ocultar, la verdad es que estaban muy bien integrados y parecía una visera normal y corriente, no pesaba más de lo habitual y en general estaba muy bien», valora el profesor. Para trasladar este prototipo a la vida diaria, como cualquier invento, aún hay que pulir detalles como la estética general intentando disimular aún más los sensores, ampliando la duración de la batería o mejorando su eficiencia y programar los avisos y las distancias a tener en cuenta por ejemplo a través de una app, son algunas de las ideas que se les han ocurrido a posteriori a los alumnos que tras ganar la fase regional han defendido este proyecto en la fase nacional de la que aún no conocen los resultados.
«Este proyecto ha permitido a los alumnos poner en práctica lo que hacemos en clase, someterse al juicio de un tribunal ajeno a ellos, enfrentarse al estrés de una fecha de entrega y del trabajo extra y las preocupaciones para que todo salga bien. Es una experiencia que si no hubiera sido por este proyecto no hubieran vivido hasta más adelante en su vida», opina el Sanz. En este sentido, tanto Marta como Adriana destacan que les ha servido para aprender a trabajar en equipo y también a defender el proyecto ante un tribunal y en la universidad.
El IES Marqués de Lozoya presentó cuatro equipos en la categoría de ESO, 18 alumnos, con proyectos de lo más variado. Al margen del proyecto ganador otros escolares también propusieron un proyecto medidor de temperatura y humedad de estancias con alimentos para control de propagación de enfermedades a través de alimentos. Otro proyecto permitía la detección de gases en estancias, para prevención de muertes por inhalaciones y el tercero planteaba dos dispositivos sonoros conectados por bluetooth que cuando se separan más de 20 metros pitan. Este proyecto se plantea para que un dispositivo lo porten los padres y el otro los niños menores para evitar que estos se pierdan.