Plan para adaptar el tramo urbano del Eresma a las riadas

D. A.
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Técnicos y representantes del Ayuntamiento y el Ministerio para la Transición Ecológica recorren su cauce como paso previo a la elaboración de un proyecto con financiación estatal para impulsar actuaciones como el ensanche de márgenes

Imagen de la crecida del Eresma del 11 de diciembre, que causó daños por valor de más de 130.000 euros, según el Ayuntamiento.

El Ayuntamiento de Segovia ha empezado a preparar con el Ministerio para la Transición Ecológica un proyecto de adaptación del tramo urbano del Eresma a las inundaciones para paliar su impacto con medidas como el ensanche de márgenes. Representantes políticos y técnicos de una y otra institución concertaron una cita que tuvo lugar el pasado miércoles, por mediación previa de la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), para visitar juntos la ribera y ver sobre el terreno los «puntos críticos» donde debería actuarse.

El «incremento de la sección transversal» del Eresma, o dicho de otro modo, el «aumento del área mojada o efectiva para la evacuación de caudales», es una de las principales actuaciones que ya planteaba el Instituto Geológico y Minero de España (IGME) a través del informe que presentó en 2016, elaborado a propuesta del Ayuntamiento para, como decía su título, analizar la ‘problemática y propuesta de soluciones para las inundaciones de la Real Casa de Moneda de Segovia’. De aquello no se ha hecho nada y es ahora cuando se prevé abordar de la mano del Ministerio, si bien en este caso la idea es definir y ejecutar medidas que no sólo prevengan inundaciones en la Ceca, sino a lo largo de todo el tramo urbano del Eresma, pensando así también en la propia alameda y en las viviendas de Anselmo Carretero, entre otras edificaciones próximas al río.

Ese «incremento de la sección transversal» del Eresma puede llevarse a cabo de dos formas, fundamentalmente: mediante un dragado en el lecho del río, de eficacia discutida por su impacto ambiental; o acometiendo un ensanche de márgenes «con eliminación de obstáculos», alternativa mejor valorada para «mejorar la capacidad de drenaje». 

Entre los «obstáculos» citados en aquel informe destaca el muro perimetral de la terraza de la Casa de Moneda, que por un lado evita inundaciones en situaciones de caudal «bajo» pero, cuando va «medio o alto», provoca «un estrechamiento de la sección transversal que sobre eleva la lámina de agua y supone que alcance los huecos (ventanas, canales) de otras dependencias» del complejo. El IGME sugería por ello «alternativas imaginativas como un muro temporal portátil de elementos modulares prefabricados que pudiera instalarse en verano-otoño y desmontarse en invierno-primavera». O «también se puede pensar en retranquear el muro, aproximándolo más al edificio del Ingenio Chico y generando una terraza en dos sectores, una tras el muro y otra abierta al río», añadía. 

Asimismo, se puede ganar capacidad de drenaje «aumentando la sección de circulación aguas abajo, evitando así el efecto de la curva de remanso que, para determinados caudales, produce el aumento del nivel aguas arriba», y con ello la posible inundación de la Casa de Moneda. «Es el caso del puente de San Marcos», reseñaba el IGME porque, «tal y como se ha sugerido en reiteradas ocasiones desde diversas instancias», sería necesario adecuar el drenaje en su ojo derecho ,«rebajando el relleno por el que discurre el camino peatonal o sustituyendo el camino por una pasarela volada en este tramo», de modo que el ojo derecho del puente resulte «operativo incluso para bajos caudales».

No obstante, como matiza a El Día el concejal de Obras, Miguel Merino, aún está por verse qué medidas concretas se llevan a cabo con el Ministerio, si bien el Ayuntamiento «comparte los planteamientos del IGME» y concibe el ensanchamiento de márgenes como algo básico. «El proyecto aún se tiene que redactar y se desarrollaría a través de una línea de financiación incluida en los planes de gestión de riesgos de inundación del Ministerio», explica; en concreto, por una «línea específica de adaptación de cauces urbanos».

De momento, con la visita del pasado miércoles se pretendía «recorrer los puntos problemáticos para que desde el Ministerio se redacte este proyecto». Una cita que fue propuesta por la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) al Ayuntamiento durante la reunión bilateral que celebraron el viernes 5 de febrero, en el marco de los contactos que mantienen desde hace dos meses, a raíz de la riada del 11 de diciembre. Desde entonces ya se han producido otros tres episodios parecidos, aunque ninguno ha causado tantos daños como el primero.El Ayuntamiento los cifra en unos 130.000 euros, confía en obtener apoyo estatal para sufragarlos y ya ha dado parte a la Subdelegación del Gobierno.

«La CHD nos abrió la puerta a esta colaboración con el Ministerio en la reunión del 5 de febrero», valora Merino. «Una muestra más» de que las relaciones con el organismo de cuenca «son fluidas», según remarca, a pesar de las «discrepancias» sobre la gestión del embalse del Pontón» y el papel que éste puede desempeñar si, en lugar de mantenerse al 100%, se rebaja al 80% para poder retener en parte futuras riadas y así paliar su impacto.